A un año del Mundial 2026, Estados Unidos todavía tiene muchas dudas sin responder
WASHINGTON.- Mientras los focos del fútbol global volverán a posarse sobre Estados Unidos desde este sábado, cuando arranque en Miami una inédita edición ampliada del Mundial de Clubes, ya son...
WASHINGTON.- Mientras los focos del fútbol global volverán a posarse sobre Estados Unidos desde este sábado, cuando arranque en Miami una inédita edición ampliada del Mundial de Clubes, ya son muchos los que miran más allá y apuntan directamente a lo que pasará aquí mismo dentro de exactamente un año: el puntapié de la Copa del Mundo 2026, en la que la selección argentina defenderá el título. Ahora, ¿está todo listo en el país norteamericano para ser el anfitrión principal del evento que coorganiza con Canadá y México? Por ahora, son varias las incógnitas que faltan despejar.
El cóctel tiene ingredientes de lo más diversos. Desde las advertencias por los largos tiempos de espera para la aprobación de visas en medio de la ofensiva migratoria del gobierno de Donald Trump, que extendió los temores a visitantes extranjeros, hasta las tensiones políticas con sus vecinos-socios para el Mundial; o de un posible sistema de venta de entradas que perjudicaría a los hinchas de las selecciones más convocantes, como la argentina, a inquietudes por la seguridad y la movilidad, con el recuerdo aún fresco de una caótica Copa America el año pasado (aunque fuera organizada por la Conmebol).
Y en otro plano, la pasión por el fútbol, históricamente esquiva en estas tierras a manos de otros deportes mucho más populares. ¿Alcanzará el innegable Efecto Messi en la MLS para encender la mecha del entusiasmo por la Copa del Mundo? El desarrollo del Mundial de Clubes podría empezar a ofrecer algunas pistas al respecto.
Trump -que tiene en el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, a un aliado muy estrecho- afirmó que es muy consciente del potencial económico que tiene la Copa del Mundo. “Estos eventos, si se hacen bien, generan una enorme cantidad de dinero y prestigio”, dijo, y señaló que apoyaría los esfuerzos del Congreso para presupuestar 625 millones de dólares destinados a reforzar la seguridad durante el torneo.
“Sin embargo, el problema para Estados Unidos respecto al Mundial es que hasta ahora el segundo mandato de Trump es en sí mismo un cisne negro”, escribió la columnista Sally Jenkins en The Washington Post, en referencia a los impredecibles impulsos del líder republicano. “Quién sabe cuál será el estado del país cuando se inaugure el Mundial, o cómo serán nuestras relaciones con México y Canadá”, advirtió.
El endurecimiento del foco migratorio de las agencias federales, como el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), encendió las alarmas entre los hinchas que planean viajar a Estados Unidos para el Mundial, el primero en la historia con 48 equipos. Las imágenes de los últimos días en Los Ángeles, con el despliegue de la Guardia Nacional ordenado por Trump para sofocar protestas contra las redadas migratorias, no hicieron más que avivar las preocupaciones.
“Claramente, hoy no es el clima más amistoso para los cientos de miles de latinos que van a querer venir a ver a su selección y viajar por el país”, dijo a LA NACION el mexicano Diego Héctor Martínez, que trabaja en un sports bar en Washington y vive desde hace 12 años en la capital.
Los especialistas advierten que la actual política migratoria, de continuar, podría afectar al Mundial que empezará el 11 de junio de 2026 con el partido inaugural en el Estadio Azteca, en Ciudad de México. Se espera que el torneo atraiga a cerca de 6,5 millones de personas, la mayoría a Estados Unidos, donde se disputarán 78 de los 104 partidos (Canadá y México albergarán 13 cada uno).
Hay 42 países que forman parte del programa de exención de visados, lo que significa que sus ciudadanos pueden permanecer en Estados Unidos hasta 90 días por turismo o negocios. Pero algunas de las naciones que son sinónimo de la Copa del Mundo -como la Argentina y Brasil-, más otras latinoamericanas convocantes en estos eventos, como Colombia y el coanfitrión México, no forman parte de ese programa.
El director general de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, Geoff Freeman, advirtió que las esperas para una entrevista con los servicios consulares en algunos países claves pueden extenderse durante varios meses. “Si estás en Colombia, que seguramente se clasificará, la ventanilla consular ya podría estar cerrada. Los tiempos siguen siendo largos en Brasil, también en la Argentina. Y son muy, muy extensos en México”, alertó.
El Departamento de Estado informó que trabajan para “garantizar un proceso de visados eficiente, fluido y eficaz que proteja la seguridad de Estados Unidos” de cara al Mundial, pero las dudas persisten.
“Todo el mundo es bienvenido a ver este increíble evento. Pero cuando se termine el juego, tendrán que volver a casa”, afirmó el vicepresidente norteamericano, JD Vance, tras una reunión el mes pasado del task force para la Copa del Mundo. “Hagan viajes por ruta. Vean Estados Unidos. Pero no se queden más tiempo del que tengan en la visa”, reforzó a los potenciales visitantes el secretario de Transporte, Sean Duffy.
Las advertencias a los hinchas para que no excedan la duración de sus visas están en consonancia con el duro enfoque de la segunda administración Trump respecto de los extranjeros, que incluyó no solo la deportación masiva de migrantes indocumentados, sino también esfuerzos para expulsar o rechazar a personas autorizadas a estar en el país, con green cards o visados de permanencia.
Una fuente de la FIFA consultada por LA NACION remarcó que el organismo no puede dictar la política de inmigración de un país, pero que están colaborando con las agencias federales en lo que respecta a los viajes y a los visados para los fanáticos que quieran ir a Estados Unidos.
El temor, sobre todo en comunidades latinas con mayor fanatismo por el fútbol, está cada vez más extendido. Fue conocido el caso de una agrupación de Flamengo en el estado de Florida, que en febrero pasado canceló un evento que reuniría a cientos de hinchas para ver la final de la Supercopa de Brasil entre el equipo carioca y Botafogo. ¿El motivo? El temor a una redada migratoria.
A la lista de obstáculos se sumó el llamado travel ban, la prohibición o restricción de viajes a Estados Unidos de ciudadanos de 19 países, que entró en vigor este lunes. Dentro de esa lista está Irán, el primer equipo asiático clasificado para el Mundial. La orden ejecutiva exceptúa a los deportistas y su staff, pero no a los hinchas que quieran asistir a los encuentros.
En una presentación ante el Congreso, Freeman advirtió por los retrasos en los preparativos para recibir a millones de visitantes que viajarán para el máximo torneo de la FIFA. “¿Dónde está la urgencia de centrarse realmente en lo que hace falta para que este acontecimiento sea un éxito? Tal y como vamos, nos va a costar. Pero no es demasiado tarde para poner los recursos necesarios para centrarnos en algunos de estos obstáculos claves y garantizar que Estados Unidos, como pidió el presidente, se luzca y tenga la mejor Copa del Mundo que jamás se haya disputado”.
Un reciente artículo de The New York Times señaló que las duras políticas migratorias también afectaron la contratación de personal para el Mundial. Ese proceso resulto más difícil de lo habitual. El gobierno rechazó algunas solicitudes de visado y le consultó a la FIFA por qué no podía contratar a norteamericanos para esos empleos, según un funcionario informado sobre la planificación citado por el diario.
Como efecto rebote, quedan miles de asientos sin vender para el Mundial de Clubes, y funcionarios de la FIFA lo atribuyen, al menos en parte, a la preocupación de los hinchas por la situación de sus visados, entre ellos muchos latinos.
Aunque la percepción sobre el fútbol en Estados Unidos cambió mucho desde aquel primer Mundial del que fue anfitrión, en 1994, la Copa 2026 aún se siente algo lejana aquí, con un entusiasmo aún en etapa de gestación, mayormente traccionado por los latinos más que por los norteamericanos. En la FIFA confían en que el desarrollo de la MLS, el Mundial de Clubes y la Copa del año próximo cambiarán aún más el perfil del fútbol en el país.
David Goldblatt, periodista e historiador del fútbol británico, afirmó que, si bien espera que los estadios estén llenos en 2026, no le sorprendería que haya hinchas que sientan temor por viajar al torneo. “¿Quién en el mundo no piensa que las fronteras norteamericanas son bastante complicadas en este momento?”, se preguntó. “Es un terreno completamente nuevo. Nadie ha tenido que pensar en esto en la memoria reciente al viajar a Estados Unidos, así que sí, creo que es un problema”, explicó.
El sistema de venta de entradasOtro asunto central, y de los que más expectativa genera en los hinchas, es cómo se realizará la venta de entradas. La FIFA evalúa aplicar un sistema de precios dinámicos (dynamic pricing), que podría disparar el precio de los tickets, según reportes de la prensa especializada. Fue uno de los temas de los que se habló en el último Congreso de la FIFA, el mes pasado, en Asunción.
Esta herramienta para determinar precios reacciona a la demanda de entradas en tiempo real, de modo que los valores fluctúan en sincronía con el interés creciente o decreciente de los partidos. Es usual en Estados Unidos para grandes acontecimientos deportivos y conciertos, e incluso se aplicó para el Mundial de Clubes. Boca fue el primer club cuyos hinchas agotaron los tickets para este evento.
Los hinchas que planifican con antelación pueden terminar pagando más por las entradas que los que esperan y las compran en el último momento, si es que la demanda fuera baja. Pero es una apuesta arriesgada, porque los precios también podrían dispararse en la previa a cualquier partido que no tenga los tickets agotados.
Las entradas pueden fluctuar en función de los jugadores que estén disponibles para cada selección, algo que se ha visto en la MLS con la llegada de Messi al Inter Miami. Cada vez que el equipo de Florida juega de visitante, y luego se informa que Messi no viajará, los precios de las entradas bajan drásticamente.
De todas formas, una fuente de la FIFA al tanto de la situación, consultada por LA NACION, señaló que aún no hay una definición sobre el tema y que esperarán al cierre del Mundial de Clubes para establecer el sistema de venta. “Se ve en este torneo que los precios suben o bajan en distintos partidos, así que funciona en ambos sentidos, y eso da la oportunidad a más gente de venir que antes pensaba que no podría asistir”, agregó.
Aunque de momento las entradas generales no están disponibles, la FIFA sí dio a conocer los paquetes premium para 2026, que incluyen tickets para varios partidos, además de dar acceso a espacios exclusivos. Los precios, claro, son altos.
El paquete Venue Series, a 8275 dólares por persona, da acceso a todos los partidos que se jueguen en una sede elegida dentro de Estados Unidos (incluye de cuatro a nueve partidos), además de hospitalidad VIP. El Follow my team, por 6750 dólares, ofrece ver todos los juegos de la primera ronda de una selección en particular, incluido un partido de 16avos de final. También incluye acceso al pabellón FIFA.
Otra posibilidad es el 4 Match, desde 5300 dólares. Es un paquete personalizado, con entradas para cuatro partidos de la fase de grupos (dos deben ser de lunes a jueves). Sin embargo, los partidos inaugurales de los países anfitriones no son seleccionables, y los demás están sujetos a disponibilidad, por lo que la oferta es más reducida también.
La alianza de Infantino con TrumpDetrás de los esfuerzos de la FIFA por encauzar el desarrollo del Mundial 2026 está el propio Infantino, que le ha puesto el cuerpo a la organización. Distante en su momento del expresidente Joe Biden, su estrecho vínculo con Trump parece ir mucho más lejos del que tendría cualquier presidente de la FIFA con el mandatario de un país anfitrión de la Copa del Mundo.
“Infantino está obsesionado con Trump”, resumió un prestigioso periodista que cubre los vínculos globales del fútbol. Fue el único dirigente deportivo presente en la investidura del 20 de enero pasado, en Washington.
Estados Unidos obtuvo su candidatura -junto a México y Canadá- en junio de 2018, durante la primera presidencia de Trump. Ahora, su segundo mandato lo ubica en el centro de los focos del deporte global: por el Mundial de Clubes, la Copa 2026 y también los Juegos Olímpicos de 2028 en Los Ángeles.
Infantino y Trump se han mostrado juntos en reiteradas ocasiones, e incluso el presidente de la FIFA lo acompañó a una gira por Medio Oriente, aún cuando en Asunción se desarrollaba el Congreso de la entidad madre del fútbol.
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“Estamos aquí para organizar el mayor espectáculo del planeta. Y lo haremos juntos, señor presidente”, le dijo Infantino a Trump en uno de sus encuentros en el Salón Oval.
“Es muy importante el compromiso de las distintas agencias gubernamentales para asegurarnos de que la seguridad está garantizada, de que los aficionados pueden viajar a Estados Unidos y por todo el país, de que el transporte funciona a la perfección y de que el mundo será bienvenido", reforzó.
Allí, en la Casa Blanca, se anunció la creación del task force para el torneo, cuyo director ejecutivo es Andrew Giuliani, hijo del exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani.
De 39 años, Andrew Giuliani fue asistente especial de Trump durante su primer mandato. Exjugador de golf profesional, se presentó sin éxito como candidato a gobernador de Nueva York en 2022. Según un artículo en The Atlantic, diversas fuentes señalaron que la relación de su padre con Trump fue vital para ser nombrado en el cargo.
Uno de los retos de cara al torneo, de corte político, es cómo será el trabajo junto a los países que coorganizan el Mundial en momentos de tensiones por la guerra tarifaria, los controles migratorios en la frontera con México y la sugerencia de Trump -en repetidas ocasiones- de su deseo de que Canadá se convierta en el estado 51 de Estados Unidos.
Otro de los objetivos del task force será que no se repita el caos de la Copa América 2024, que, si bien fue organizada por la Conmebol, dejó al mundo con el interrogante latente de si esas escenas se podrían reproducir en 2026.
Los desbordes en los ingresos al estadio Hard Rock de Miami antes de la final que le dio a la Argentina el bicampeonato continental coronó una seguidilla de errores organizativos y de seguridad. El estado de los campos de juego de varios estadios en los que juegan equipos de la NFL también generaron polémica desde el primer día.
“La FIFA debe aprender lecciones antes de que la Copa del Mundo regrese a Estados Unidos en menos de dos años", apuntó en aquel momento el diario The Guardian. Messi habló de una Copa complicada por “canchas muy malas” y “temperaturas muy difíciles” por el intenso calor.
Los campos de juego estarán bajo la lupa. Siete de los 11 estadios de Estados Unidos tienen superficies artificiales, y algunos incluso techos fijos o retráctiles. Como la FIFA exige que todos los partidos de la Copa se jueguen en césped natural, eso supone un reto descomunal. Reputados agrónomos, ingenieros y trabajadores de la construcción tienen la misión de sustituir las superficies sintéticas por lo que un experto llamó “una de las hierbas más microgestionadas del mundo”.
El Comité Organizador del Mundial de Nueva York/Nueva Jersey -cada sede tiene uno- envió un claro mensaje: las escenas como las ocurridas en Miami en 2024 no se repetirán el año que viene. En el estadio MetLife se jugará la final, el 19 de julio.
El congresista Josh Gottheimer les pidió al FBI y al Departamento de Seguridad Nacional que los ocho partidos que se disputen allí sean designados con el máximo nivel de seguridad. “Con grandes multitudes, mayores que las de la Copa América, asistentes de alto nivel y una atención mediática mundial que aumenta la visibilidad, esto también puede aumentar la vulnerabilidad”, advirtió.