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Acuerdo Mercosur-UE: un cierre necesario para una nueva estrategia de inserción internacional de la Argentina

El acuerdo alcanzado el 6 de diciembre del actual en Montevideo, Uruguay, entre las autoridades políticas del Mercosur y la Comisión Europea, en que se anunció la conclusión de las negociacione...

El acuerdo alcanzado el 6 de diciembre del actual en Montevideo, Uruguay, entre las autoridades políticas del Mercosur y la Comisión Europea, en que se anunció la conclusión de las negociaciones del Acuerdo de Asociación entre ambos bloques, tras 25 años de discusiones, representa una oportunidad histórica para la integración económica y política entre Europa y América Latina. Este acuerdo está estructurado en tres pilares: comercio, diálogo político y cooperación. Las tres dimensiones son importantes si se analizan con una perspectiva de sus efectos dinámicos, no limitados a la creación estática de comercio.

Para el Grupo de Países Productores del Sur (GPS) constituye un hito importante para la estrategia de inserción internacional de la región. Desde la creación de GPS en 2012 por parte de la principales entidades privadas del sector agroindustrial de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, se han realizado diversos estudios y propuestas sobre la estrategia de inserción internacional del Mercosur y sus miembros han manifestado la importancia de que el bloque tenga una agenda ambiciosa de negociaciones internacionales y se convierta en una plataforma clave para integrar a estos países al escenario global, teniendo en cuenta el enorme potencial productivo de la región y el rol protagónico que puede jugar en la seguridad alimentaria mundial y en otras áreas estratégicas para el crecimiento de largo plazo de los países del Mercosur.

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Se entiende que con esta decisión se abre un camino para continuar con una agresiva política de negociaciones comerciales de Mercosur con el resto de Europa y con otros mercados relevantes, que permitirán poner a la región en condiciones comerciales de acceso a los mercados similares a las que cuentan nuestros principales competidores, que en los últimos 25 años han celebrado tratados de libre comercio con los principales mercados.

Asimismo, se entiende que esta negociación constituye un desafío y una oportunidad muy importante para mejorar el funcionamiento del Mercosur como una efectiva zona de libre comercio, aspecto en el que no se ha progresado en las últimas décadas.

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El proceso iniciado en Montevideo debe cumplir con una serie de etapas hasta su firma. Los textos del acuerdo deben contemplar la revisión legal y la traducción a los idiomas oficiales de ambas partes. Luego, los países deberán someter el acuerdo a sus procedimientos internos de aprobación y ratificación, antes de que entre en vigor; tal como se decidió durante las negociaciones el acuerdo comercial podría aplicarse bilateralmente con la firma de 2 o más partes específicas, es decir que una vez firmado por el Parlamento de la UE y de uno de los países miembros del Mercosur.

A diferencia del anuncio de 2019, que representó un “acuerdo político” con elementos principales aún por negociar, la decisión de Montevideo marca la conclusión completa de las negociaciones, consolidando los compromisos finales entre ambas regiones.

Este acuerdo integrará a dos regiones que representan en conjunto a unos 800 millones de consumidores y más del 24% del PIB global. Su objetivo es consolidar una asociación política y económica estratégica, abriendo nuevas oportunidades comerciales y fortaleciendo la cooperación birregional.

En el escenario geopolítico actual aparece como una decisión estratégica relevante para países de Occidente que comparten valores democráticos, respeto de los derechos humanos y comercio basado en reglas; en un contexto global marcado por tensiones políticas y comerciales y desafíos al sistema multilateral, esta alianza envía un mensaje a favor del comercio basado en reglas claras, fortaleciendo el rol de ambos bloques como actores clave en el escenario internacional.

El creciente proteccionismo en materia de política comercial y el debilitamiento del sistema multilateral de comercio, destacan la importancia de contar con estabilidad de las reglas de acceso a uno de nuestros principales mercados de exportación de productos de alto valor unitario, evitando el riesgo de ser afectado por medidas discriminatorias o proteccionistas que pudieran emerger.

La importancia estratégica del acuerdo no está limitada a la geopolítica y a la creación de comercio de productos agroindustriales (debe notarse que los mercados más dinámicos de las próximas décadas estarán localizados en Asia y Africa), sino también a los aspectos dinámicos de proceso de crecimiento de largo plazo y modernización de la Argentina.

El país ha estado aislado por muchas décadas y una parte relevante de su estructura productiva es poco competitiva a nivel global, por lo que se espera que el acuerdo dé lugar a un proceso de inversiones en el largo plazo en los principales sectores económicos integrando a nuevas cadenas de valor, teniendo en cuenta que el mismo contempla un proceso de apertura e integración gradual, con largos plazos de transición para los sectores más sensibles. Se trata de un aspecto complementario de las reformas económicas que se están implementando en Argentina, en las que la inserción internacional jugará un rol clave en el futuro.

Al final del proceso, el acuerdo prevé desgravaciones arancelarias significativas: el 91% de las importaciones del Mercosur y el 92% de las de la UE estarán exentas de aranceles luego de los períodos de transición. Además contempla la reducción de barreras no arancelarias y armoniza normativas en áreas clave como barreras técnicas, medidas sanitarias y fitosanitarias, y licitaciones públicas.

Para el sector agroindustrial, la UE eliminará totalmente los aranceles sobre el 89% de las importaciones provenientes de la Argentina, mientras que el resto estará sujeto a cuotas o preferencias arancelarias parciales.

Aunque limitadas cuantitativamente en algunos productos sensibles para la UE, las rebajas arancelarias mejorarán los precios de productos de alto valor unitario (ej. rebaja de los aranceles intra-cuota en carnes); y para muchos productos de las economías regionales constituyen oportunidades comerciales interesantes que ingresarán en condiciones preferenciales similares a las de nuestros competidores desde el inicio de la implementación o con breves períodos de transición.

Desde una perspectiva dinámica, el acuerdo contribuirá a replantear y rediseñar la organización de las cadenas de valor entre ambas regiones, lo que permitirá optimizar el empleo de las ventajas comparativas y competitivas de cada una de ellas, para abordar los nuevos desafíos que enfrenta la sociedad moderna y para avanzar hacia un desarrollo bioeconómico sostenible y de altos niveles de ingresos para los habitantes de ambos bloques.

Existen claras complementariedades entre ambas regiones para el desarrollo de plataformas y esquemas de integración hacia una economía más biológica, que permita una transición eficiente y competitiva desde la economía fósil que caracteriza el actual sistema productivo global.

Para alcanzar resultados positivos, será imprescindible profundizar el diálogo público-privado de los dos bloques y abordar los temas pendientes, especialmente en la agenda en materia productiva y ambiental.

El propio acuerdo podría transformarse en un instrumento clave para intensificar la cooperación y fomentar un mejor entendimiento entre ambas regiones sobre sus sistemas productivos y sus implicancias. Esto incluye la colaboración entre científicos, productores y reguladores, como una estrategia más efectiva que la imposición de barreras comerciales unilaterales no sustentadas en evidencia científica. A través del diálogo birregional, el acuerdo tiene el potencial de incorporar perspectivas y realidades externas en las normativas europeas, fomentando un comercio más equilibrado y sostenible.

El autor es coordinador General del Grupo de Países Productores del Sur

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/acuerdo-mercosur-ue-un-cierre-necesario-para-una-nueva-estrategia-de-insercion-internacional-de-la-nid17122024/

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