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Amanda Anisimova, de la oscuridad tras la muerte de su padre a ser finalista de Wimbledon

“Se ha vuelto insoportable estar en los torneos de tenis”. Amanda Anisimova, tenista prodigio estadounidense nacida en agosto de 2001, número 2 del mundo junior (en 2016) y semifinalist...

Amanda Anisimova, de la oscuridad tras la muerte de su padre a ser finalista de Wimbledon

“Se ha vuelto insoportable estar en los torneos de tenis”. Amanda Anisimova, tenista prodigio estadounidense nacida en agosto de 2001, número 2 del mundo junior (en 2016) y semifinalist...

“Se ha vuelto insoportable estar en los torneos de tenis”.

Amanda Anisimova, tenista prodigio estadounidense nacida en agosto de 2001, número 2 del mundo junior (en 2016) y semifinalista de Roland Garros 2019 (como adulta y profesional), utilizó esas palabras hace poco más de dos años, el 5 de mayo de 2023, para anunciar su alejamiento del mundo de las raquetas.

Se sentía verdaderamente abrumada, confundida. No quería jugar más. No hallaba respuestas a su angustia. Las presiones del circuito y los comentarios maliciosos en las redes sociales por su aspecto físico la afectaron. Aunque nada la sacudió más que el fallecimiento repentino de su papá, Konstantin (de nacionalidad rusa), de un ataque al corazón, en agosto de 2019. La tenista se retiró inmediatamente del Abierto de los Estados Unidos de ese año.

“Fue lo peor que me pasó en la vida”, confesó Anisimova en el diario New York Post, en 2020. A la jugadora, campeona junior del US Open 2017, la envolvió el dolor y declaró que estaba tan afectada que hasta le costaba salir de la casa. Nacida en Nueva Jersey, su familia se mudó a la Florida cuando ella tenía tres años. Su papá, que también tenía experiencia financiera en Moscú antes de emigrar a EE.UU., fue su primer entrenador de tenis. Cuando Amanda alcanzó niveles más altos, empezó a perfeccionarse con entrenadores externos y Konstantin siguió dando clases en Aventura para ganarse la vida, aunque nunca dejó de ser un motor para su hija menor (la mayor, Maria Anisimova-Egee, también jugó al tenis, aunque compitió en la liga universitaria).

“Realmente he estado luchando con mi salud mental desde el verano de 2022. En este punto mi prioridad es mi bienestar mental y tomarme un descanso por un tiempo. He trabajado tan duro como pude para superarlo”, reveló en ese mismo posteo, en Instagram, luego de cinco meses sin encontrarle sentido al tenis. Se ausentó del circuito entre marzo de 2023 y enero de 2024. Perdió terreno y posiciones en el ranking (cayó al 373°). El retiro profesional fue una opción concreta que hizo ruido en su mente durante un tiempo.

Hoy, con 23 años, a Anisimova se le vuelven a humedecer los ojos, pero de la alegría y emoción. Actual número 12 del ranking de la WTA, derrotó -por primera vez- a una número 1 del mundo (6-4, 4-6 y 6-4 a la bielorrusa Aryna Sabalenka) y se ganó un lugar en la final de Wimbledon, el Grand Slam más prestigioso del tour; este sábado se medirá con la polaca Iga Swiatek, número 4.

Poco a poco, ayudada por sus familiares (por su hermana y su mamá, Olga, sobre todo) y confiando en la terapia, Anisimova fue recuperando las ganas de retornar al circuito. También la pintura entró en su vida con un efecto sanador y el Museo d’Orsay, en París, se convirtió en uno de sus lugares favoritos: “Comencé a interesarme por el arte cuando no me encontraba bien mentalmente. Los pinceles fueron una vía de escape para liberar la mente”. La temporada pasada había mostrado signos de recuperación deportiva, llegando a la final del WTA 1000 canadiense en Toronto. Este año, ganó el WTA 1000 de Doha, llegó a las semifinales de Charleston y cayó en la final de Queen’s.

“Puedes volver a la cima si te priorizas”, fue el mensaje de Anisimova tras despedir a Sabalenka del All England Club y encumbrarse como la tercera mujer estadounidense en alcanzar una final de Grand Slam en la temporada, tras los títulos de Madison Keys en Australia y Coco Gauff en Roland Garros.

Vaya paradoja, el año pasado, por esta época del calendario, la norteamericana estaba en la búsqueda de rehabilitarse, pero en el puesto número 189, una clasificación demasiado baja como para entrar en el cuadro principal de Wimbledon: jugó la clasificación y cayó en la tercera ronda. Ahora, tras llegar al último día de Wimbledon, tiene garantizado su debut en el top 10 el próximo lunes. Además, es la segunda jugadora de la Era Abierta en alcanzar una final de un Grand Slam luego de perder en la qualy del año anterior, tras la canadiense Bianca Andreescu en el US Open 2019.

“Creo que esto demuestra que todo es posible. Creo que es un mensaje muy especial que he podido transmitir, porque cuando me tomé mi descanso, mucha gente me dijo que nunca volvería a la cima si me alejaba tanto del tenis. Fue un poco difícil de digerir, porque quería volver y ganar un Grand Slam algún día. Poder demostrar que se puede volver a la cima es especial y gratificante”, describió Anisimova, que la vida la dio una nueva oportunidad y miró al cielo tras vencer a Sabalenka. Si el sábado tuviera la fortuna de ganar el trofeo en el Centre Court de Wimbledon ya se sabe para quién será la máxima dedicatoria.

El triunfo de Anisimova ante Sabalenka

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/tenis/amanda-anisimova-de-la-oscuridad-tras-la-muerte-de-su-padre-a-ser-finalista-de-wimbledon-nid10072025/

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