¿Aranceles para lograr acuerdos? Una jugada de Trump que puede salir mal
NUEVA YORK.- Incluso después de que ...
NUEVA YORK.- Incluso después de que el presidente norteamericano, Donald Trump, anunciara en abril aranceles globales de gran alcance, algunos inversores y simpatizantes se consolaron diciendo que el objetivo del presidente seguía siendo abrir mercados globales, y no cerrarlos.
La idea, promovida por el propio Trump, era que estaba utilizando los aranceles como una palanca para abrir oportunidades comerciales, y que su gobierno al poco tiempo alcanzaría decenas de acuerdos que aumentarían las exportaciones estadounidenses y ayudarían a las empresas norteamericanas a prosperar en el exterior.
Tres meses después, ese optimismo está siendo reemplazado por la desconfianza en que Trump no haya tenido nunca la intención de sellar acuerdos comerciales para abrir mercados.
En cambio, el presidente estadounidense está haciendo nuevos anuncios de aranceles que entrarán en vigor contra decenas de socios comerciales en las próximas semanas.
El sábado, Trump anunció en las redes sociales que a partir del 1º de agosto impondría un arancel del 30% a los bienes de México y de la Unión Europea. Eso ocurrió luego de una semana en la que emitió amenazas similares de aranceles para Canadá, Japón, Corea del Sur, Brasil y muchos otros países.
Los funcionarios del gobierno siguen describiendo las amenazas de aranceles del presidente como una jugada orientada a conseguir más concesiones de los países extranjeros durante las negociaciones comerciales. Pero, según los plazos establecidos por Trump, la ventana para alcanzar acuerdos y evitar aranceles punitorios cada vez es más pequeña. Hasta ahora, el gobierno sólo anunció dos acuerdos preliminares, con Gran Bretaña y Vietnam, pero ahora el acuerdo mismo con Vietnam está en cuestión.
Aunque pronto puedan anunciarse acuerdos de palabra con India, Taiwán y otros gobiernos, es probable que sean pactos limitados y dejen muchos aspectos pendientes por negociar. Y, hasta cuando anunció acuerdos, Trump estableció aranceles de dos cifras y prometió un aumento de las tasas para los productos extranjeros.
A menos de un mes de que empiecen a regir los aranceles estipulados para el 1º de agosto, el gobierno de Trump sólo podría tener la capacidad de llegar a un acuerdo con una pequeña parte de los países a los que amenaza con un aumento de los aranceles. Algunos gobiernos intentaron concertar reuniones con funcionarios norteamericanos, pero no lo lograron.
En abril, cuando Trump suspendió los aranceles globales por 90 días, dijo que el aplazamiento le daría tiempo a su gobierno para alcanzar acuerdos comerciales con los países de todo el mundo. El presidente estadounidense se jactó en los meses posteriores de que los países estaban haciendo fila para reunirse con Estados Unidos, y en un momento afirmó que había alcanzado 200 acuerdos.
Pero en las últimas semanas, ya sin nuevos acuerdos para anunciar, Trump parecía, sin embargo, imperturbable. Celebró, en cambio, el volumen acumulado de los aranceles para los socios comerciales de Estados Unidos, aseguró que están más que justificados y que están generando enormes sumas de dinero para su país.
“Todos tienen que pagar, y el incentivo es que tienen el derecho de hacer negocios en Estados Unidos. Si no quieren eso, no tienen que pagar”, dijo el martes en una reunión de gabinete.
También reconoció que su gobierno no tiene la capacidad de negociar acuerdos comerciales con cada país.
“Hicimos algunos acuerdos”, dijo Trump. “Podemos hacer muchos más. Sucede que nos consume mucho tiempo, y eso es una complicación. Tenemos 200 países, pero no podemos reunirnos con todos”, agregó.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo que, para el gobierno de Trump, los acuerdos y los aranceles no son mutuamente exclusivos. En muchos acuerdos, incluido el que se anunció con Gran Bretaña, el aumento de los aranceles integró el acuerdo general, junto con concesiones para abrir el mercado exterior.
Muchos simpatizantes de Trump están contentos con el aumento de los aranceles y aseguran que son necesarios para garantizar que el preciado mercado estadounidense quede en manos de las empresas norteamericanas.
Muchos importantes socios comerciales a los que Trump amenazó con aranceles esta semana ya habían negociado previamente acuerdos comerciales con Estados Unidos, o con el propio Trump, como Canadá y México, que firmaron un acuerdo comercial con Estados Unidos durante el primer mandato de Trump, lo mismo que Corea del Sur y Japón.
Muchos otros países que recibieron por carta el anuncio de los aranceles estaban en negociaciones activas con Estados Unidos. El viernes, funcionarios mexicanos estuvieron en Washington para negociar un pacto que incluía aspectos comerciales, migratorios y seguridad fronteriza. Pero eso no parece haber disuadido a Trump.
Las nuevas amenazas –y las guerras comerciales que podrían generar– plantean cuestionamientos acerca de si alguno de los partidarios del presidente podría romper con él debido a su estrategia agresiva.
Los republicanos que durante mucho tiempo apoyaron el libre comercio o que provienen de estados agrícolas que dependen de los mercados extranjeros intentaron muchas veces argumentar que, en manos de un consumado hacedor de acuerdos, los aranceles de Trump podrían ser una herramienta para generar más comercio, no menos. Pero algunos se consternaron con la posibilidad de un alza de los aranceles para aliados como Canadá, México y Europa, importantes mercados para los agricultores y exportadores estadounidenses.
Durante una audiencia en abril, poco después de que Trump anunciara los aranceles globales, senadores republicanos sostuvieron que las guerras comerciales golpearían a los exportadores estadounidenses e instaron a Jamieson Greer, el principal negociador comercial de Trump, a que no mantuviera los aranceles a largo plazo.
Steve Daines, senador republicano por Montana, dijo que tenía esperanzas de que “los aranceles sean un medio y no únicamente un fin”.
El senador Chuck Grassley, republicano por Iowa, dijo que había tomado la postura de “esperar a ver qué pasa” con respecto a los aranceles porque creía que Trump los estaba utilizando como una herramienta para lograr un comercio más justo. “Si no es así, dígame la verdad”, le dijo a Greer.
Los inversores de los mercados de valores también parecen apostar a que Trump no va a seguir adelante con muchos de sus aranceles, y los ven más como un medio de negociación que como una amenaza económica concreta.
Pero se acerca el plazo que se dio Trump, el 1º de agosto, y el mandatario estadounidense ya dijo que no atrasará más los aranceles globales.
Ernie Tedeschi, director de economía en el Laboratorio de Presupuesto de la Universidad de Yale, dijo que la tasa arancelaria efectiva promedio del país sobre los bienes importados había pasado de solo 2,5% a principios de año a 18,7%, incluyendo las cartas de aranceles que envió el presidente esta semana. Es el promedio de aranceles más alto de Estados Unidos desde 1933, a la par de la ley de aranceles Smoot-Hawley, que profundizó la Gran Depresión.
“Para mí, la evidencia es muy concluyente de que Trump es un proteccionista”, dice Tedeschi. “Creo que este es un gobierno al que le gustan los aranceles como política.”
Wendy Cutler, vicepresidenta del Instituto de Políticas de la Sociedad Asiática, dice que las políticas de Trump incluyen un grado de apertura de mercados, así como de proteccionismo. Los negociadores estadounidenses están trabajando para impulsar a otros países a abrir sus mercados, dice Cutler. “Es para que ganen mayor acceso los exportadores estadounidenses. Pero, para ser honesta, al mismo tiempo les aumentamos los aranceles.”
Cutler también dice que, aunque el gobierno de Trump no selle muchos acuerdos, podría cubrir una parte significativa del comercio estadounidense a través de un puñado de acuerdos con los principales socios comerciales. “Si en las próximas tres semanas se anuncian efectivamente acuerdos con India y la Unión Europea, eso tendría un peso muy significativo”, dice Cutler.
Jake Colvin, presidente del Consejo Nacional de Comercio Exterior, que promueve los intereses de las empresas internacionales, dice que “es increíble cómo se corrió el eje de discusión en la cuestión arancelaria”.
“Hace un año, cuando el presidente presentó la idea de un arancel universal base, todos estaban espantados”, dice Colvin. “Y ahora es como si las empresas sintieran alivio con un arancel base de 10%, porque es lo mejor que pueden obtener.”
(Traducción de Ignacio Mackinze)