Benjamin Lacombe: “Oscar Wilde hoy sería un escritor cancelado”
A 125 años de la muerte de Oscar Wilde, el autor e ilustrador francés Benjamin Lacombe (París,1982) inauguró la colección Mariposa Negra del sello español Edelvives con la edición original d...
A 125 años de la muerte de Oscar Wilde, el autor e ilustrador francés Benjamin Lacombe (París,1982) inauguró la colección Mariposa Negra del sello español Edelvives con la edición original de El retrato de Dorian Gray, la célebre novela del autor irlandés. En una edición de lujo, con los veinte capítulos completos (incluidos los fragmentos censurados de la primera edición por su connotación homosexual), el volumen incluye un prefacio de Xavier Giudicelli, especialista en Wilde; un posfacio escrito por Merlin Holland, nieto del autor; una biografía y una selección de fragmentos ilustrados estilo cómic de De profundis, que Wilde escribió en la cárcel entre enero y marzo de 1897, dos meses antes de cumplir su sentencia de dos años acusado de “grave indecencia”.
El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde, en versión original ilustrada por Benjamin LacombeIlustrador de delicadas ediciones de clásicos literarios como La sirenita, de Hans Christian Andersen, y Carmen, de Prosper Mérimée, Lacombe, que dirige la colección Mariposa Negra, eligió esta vez la novela gótica de Wilde protagonizada por un hombre que vende su alma al diablo para mantenerse joven porque “es un libro que convoca la belleza y que trata sobre la belleza”. En diálogo con LA NACION, en el Espacio Edelvives, durante su visita a Buenos Aires para presentar este trabajo en la última Feria del Libro, donde firmó ejemplares durante tres horas, explicó: “Desde su primera edición, en 1890, fue una historia ilustrada. Pasaron treinta años desde que leí la novela por primera vez porque formaba parte del programa escolar de literatura fantástica de la escuela. Así que Dorian siempre estuvo en mi vida. Fue un libro que se destacó por todos los demás que leímos ese año porque había algo especial, algo transgresor en la historia que no encontraba en las demás lecturas y que, por supuesto, me generó un shock interno”.
-¿Por qué lo elegiste ahora entre todos los clásicos universales?
-Porque vivimos en la época de Dorian Gray, en la era de la imagen: hay una obsesión con las selfies, los filtros, las máscaras sociales y las cirugías estéticas. Incluso, alguna gente altera su cuerpo con cirugías para coincidir con una imagen que quiere proyectar. Hoy la imagen está en todas partes: las personas se comunican a través de historias de Instagram, videos de TikTok, emojis: tienen conversaciones a través de imágenes. Dorian es un personaje híper actual si lo miramos desde la cuestión del peso de la imagen.
-También por la lucha contra el envejecimiento.
-Sí, claro. Es un personaje extremadamente actual. Esa obsesión la vimos, por ejemplo, en la película La sustancia, con Demi Moore, que recibió todos los honores en Cannes y en los Oscar. De hecho, es una versión moderna de Dorian Gray, con un personaje femenino que quiere proyectar una imagen perfecta de eterna juventud que la termina destruyendo. Eso es exactamente Dorian Gray: creo que La sustancia es una reelaboración moderna y un poco trash de Dorian Gray.
-Hay también una especie de pacto fáustico, en ese caso con la ciencia.
-Sí, hay gente que se pasa la vida intentando ganarle al tiempo y toma pastillas y se opera para rejuvenecer. Incluso algunos multimillonarios se hacen recambio de sangre y se inyectan plasma y minerales para mantener la juventud. Así, a través de la ciencia, intenta convertirse en la imagen de Dorian Gray. Claro que el espejo de Dorian hoy es la pantalla.
-Wilde fue encarcelado por “grave indecencia”. ¿Crees que hoy sería un autor cancelado?
-Sin duda. Es muy preocupante que la cultura de la cancelación sea una manifestación del deseo de perfección que exigimos a los artistas. Wilde era profundamente humano, estaba lleno de defectos. Cuando uno lee las actas de su juicio, se da cuenta de hasta qué punto no era consciente de la necesidad de mantener un perfil bajo en aquel momento. Al contrario, le gustaba generar una discusión profunda, transgresora de las normas. Tendría dificultad en entender y vivir en nuestra sociedad actual que es extremadamente binaria. Creo que las redes sociales no fomentan la discusión, fomentan la confrontación. Y eso es la negación de la creatividad. Así que creo que sí, habría sido complicado para Wilde. Pero, en general, es complicado para todos los artistas. Este libro, El retrato de Dorian Gray, es también una reflexión sobre el arte.
-¿Pensás que estamos viviendo una época regresiva en cuanto a la moral?
-La cancelación de artistas y ciertas políticas restrictivas derivan, en definitiva, en una pérdida de la libertad. Pero esta represión viene de los dos extremos: de una derecha extrema asociada a la religión, pero también viene de una izquierda extrema que, de alguna manera, también encuentra un vínculo con alguna creencia. En ambos casos, quieren poner un bozal a los artistas. Pero lo que más me preocupa es la autocensura que los artistas se infligen para evitar la cancelación. Y junto con la discusión sobre la cancelación, aparece el debate sobre si es censura o autocensura. Hay una pregunta que volvió tiene que ver con la diferencia entre el autor y su obra. Algunos dicen: “Lo que yo expreso a través de mi obra es lo que yo creo de la vida, de la religión, de la sexualidad” y otros que dicen que no. Yo puedo crear una obra alrededor de la monstruosidad, pero no quiere decir que yo sea un monstruo. Exactamente eso propone Dorian Gray.
-En esta cuestión de la separación (o no) entre el autor y su obra, El retrato de Dorian Gray es parte de esa “confusión”, ya que la historia fue usada como prueba en el juicio por indecencia contra Wilde.
-Exactamente, la obra se usó como prueba para demostrar la inmoralidad de Wilde y terminó llevándolo a la cárcel y destruyéndolo como persona. Dorian Gray nos tiene que enseñar, justamente, que la obra no puede ser usada como prueba en contra del artista. Obra y artista, en principio, tendrían que estar separados. Claro que eso tampoco le da al artista un free pass, un vale todo, porque si comete delitos tiene que ser juzgado. Entonces, la idea sería nunca juzgar autor y obra como una misma cosa, salvo, y este para mí es el límite, en el caso de un pedófilo que con su obra promocione la pedofilia.
-En la mayoría de tus trabajos anteriores (Carmen, Frida, Alicia en el país de las maravillas) elegiste ilustrar historias con protagonistas femeninas fuertes. ¿Qué te atrae de esas mujeres?
-Es cierto. Carmen, por ejemplo, es una femme fatal que ejerce el poder con su atractivo, su sexualidad. Eso es lo atractivo de esos personajes. Son mujeres fuertes, con voluntad, determinadas, que no son pasivas y son un poco creadoras de su propio destino. Y Dorian Gray es también fatal, pero en versión masculina. Es que yo vengo de una familia matriarcal, con una fuerte presencia de mi madre y mis abuelas.
-En el texto introductorio del otro libro que salió recientemente en la Argentina (y que es un best seller en España), Historias de mujeres samuráis, firmado en coautoría con tu socio creativo Sébastien Perez, hablás de una obsesión con las guerreras japonesas.
-Para Sébastien no es una obsesión, pero es cierto que para mí siempre lo fue. Es un tema fascinante que siempre me atrajo a lo largo de la vida. Queríamos hacer otro libro juntos sobre nuestra serie dedicada a Japón, como Espíritus y criaturas e Historias de fantasmas. Entonces, le propuse investigar sobre las mujeres samuráis. Como no encontramos muchos textos que hablaran de ellas, decidimos escribir nosotros las historias. El interés era tratar de encontrar no tanto su lado guerrero, sino su sustancia, su fuerza, su voluntad, verlas inmersas en esa violencia que tuvieron que enfrentar, pero sin mostrar tanto esa violencia. Si ves las imágenes hay muy pocas escenas de guerra, de ellas batallando y se las muestra, en cambio, en otros contextos. Y, además, teníamos reinscribirlas en la historia, de donde habían sido completamente borradas.