Bienal de San Pablo: reflexionar sobre la humanidad justo cuando parece estar perdiendo el suelo bajo sus pies
SAN PABLO.- Abre este sábado al público la 36ª Bienal de San Pablo, una exposición reflexiva y crítica, que hace una enérgica invitación a experimentar la humanidad como acción, como una nu...
SAN PABLO.- Abre este sábado al público la 36ª Bienal de San Pablo, una exposición reflexiva y crítica, que hace una enérgica invitación a experimentar la humanidad como acción, como una nueva práctica. Tan filosófica como poética, durante los próximo cinco meses, la bienal más importante de la región confluye armoniosa en el Pabellón Ciccillo Matarazzo. Habitan el luminoso e histórico edificio diseñado por Oscar Niemeyer 125 propuestas artísticas individuales y colectivas, procedentes de los más diversos orígenes, que dialogan desde múltiples soportes.
Esta edición converge tras un intenso intercambio de ideas y planteos de problemáticas globales en encuentros previos, que se iniciaron hace un año y medio, en las llamadas “Invocaciones”, convocadas en Marruecos, Guadalupe, Zanzíbar y Tokio, con la dirección del camerunés Bonaventure Soh Bejeng Ndikung (Yaundé, 1977). El curador y biotecnólogo elegido para liderar esta edición es actualmente la cabeza de la multidisciplinaria Casa de la Cultura del Mundo (HKW) de Berlín e incorporó a su equipo para trabajar en forma conjunta a las cocuradoras Alya Sebti, Anna Roberta Goetz, Thiago de Paula Souza y Keyna Eleison.
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Con el título No todos los viajeros recorren los caminos. De la humanidad como práctica, esta Bienal de San Pablo se inspira en el poema “De calma y silencio”, de la escritora afrobrasileña Conceição Evaristo (Belo Horizonte, 1946). La megaexposición se organiza en seis capítulos, que guían y estructuran conceptualmente el recorrido desde las columnas del propio edificio que la contiene. Se suceden obras que, a partir de su diversidad, activan todos los sentidos y la reflexión, por supuesto.
“En una época en que los seres humanos parecen haber perdido nuevamente el contacto con lo que significa ser humano, en una época en que la humanidad parece estar perdiendo el suelo bajo sus pies, en una época de agravamiento de las crisis sociopolíticas, económicas y ambientales en todo el mundo, nos parece urgente invitar a artistas, académicos, activistas y otros profesionales de la cultura, provenientes de una amplia gama de disciplinas, a unirse a nosotros en la reformulación de lo que la humanidad podría significar y en su conjugación”, considera Bonaventure Soh Bejeng Ndikung.
Y manifiesta: “A pesar de, o debido a, todas estas crisis y urgencias del pasado-presente-futuro, debemos darnos el privilegio de imaginar otro mundo a través de otro concepto y práctica de la humanidad. Por lo tanto, esta es una invitación a pensar y manifestar la humanidad como verbo y práctica, a pensar en la humanidad como encuentros y negociaciones sobre la convergencia de mundos diversos. Es una invitación a deliberar sobre el desmantelamiento de las asimetrías como un requisito previo para la humanidad como práctica, así como esta Bienal nos ofrece una invitación a colocar la alegría, la belleza y sus poéticas en el centro de las fuerzas gravitacionales que mantienen nuestros mundos en sus ejes... porque la alegría y la belleza son políticas. Esta es una invitación a imaginar un mundo en el que demos énfasis a nuestras humanidades en un momento en que la humanidad literalmente nos está fallando”.
En la presentación para la prensa, el curador jefe finalizó sus palabras dedicando esta gran cita mundial a la artista conocida como Madame Zo, Zoarinivo Razakaratrimo (1956-2020), referente de la escena artística de Madagascar, cuyas obras diluyen los límites entre las artes y la artesanía, dotadas de una carga política para cuestionar las cuestiones ambientales y sociopolíticas de su país. La selección de obras reunidas en la Bienal, abarcan cinco décadas de su práctica y funcionan como una concisa retrospectiva que constela desde el inicio de la experiencia expositiva, al mismo tiempo que marca una postura sostenida a través de distintas obras y artistas.
La artista nigeriano-estadounidense Precious Okoyomon (Londres, 1923) despliega y reconfigura el espacio, el adentro y el afuera, con Sun of Consciousness. God Blow Thru Me–Love Break Me (2025), una instalación que fusiona el sonido con materiales vivos y en descomposición como rocas, plantas, arbustos, musgo. Entre los múltiples sentidos que se activan, la pieza destaca el descanso y el refugio como un espacio productivo. Okoyomon desarrolla su práctica artística transitando distintas disciplinas, que es otra de las características que signa a los artistas seleccionados para esta Bienal.
Una figura destacada del arte contemporáneo chino forma parte de la exhibición: se trata de Song Dong (Pekín, 1966), que toma el concepto de préstamo para reflexionar sobre la existencia transitoria de la humanidad y las conexiones en un mundo globalizado. Dong presenta una instalación espacial participativa y sumerge al público en un universo infinito. Borrow Light (2025) juega con elementos fluidos como la luz, el reflejo y la ilusión. Las lámparas de la instalación, todas prestadas de viviendas particulares, actúan como lugares de descanso e iluminadores que facilitan momentos efímeros de contemplación.
Desde el primer piso, otro capítulo aparte, se presenta una sensible instalación de la experimentada Marlene Almeida (Bananeiras, 1942), en la intersección entre la materia y el territorio. Su obra combina arte, ciencia y filosofía, desafiando los límites convencionales de la práctica artística y proponiendo reparar sobre los ciclos de la naturaleza y las huellas del tiempo. Terra viva (2025) sintetiza décadas de investigación y creación, combina rigor técnico y fuerza poética. La dimensión técnica la plantea en un espacio de estudio que exhibe muestras de suelos brasileños, resinas vegetales, minerales, equipos de laboratorio y cuadernos de estudio de campo. La dimensión poética se traduce en una instalación compuesta por pinturas expandidas en témpera mate, aplicadas sobre tiras de algodón crudo. La obra de Almeida dialoga locuaz tanto con el interior del edificio y el parque del exterior como con los coloridos paneles ondulantes que van conteniendo el dispositivo expositivo de toda la Bienal.
A pesar de la diversidad de procedencias y de la afinidad geográfica, no hay trabajos de artistas argentinos entre los 125 proyectos seleccionados, aunque en estos días previos a la apertura general creadores, galeristas, coleccionistas y directores de museos argentinos hayas asistido al los previews.
Entre las novedades presentadas en el lanzamiento se destaca el programa público Conjugaciones, que consiste en una serie de debates, encuentros, performances y activaciones, algunas de las cuales se desarrollan en colaboración con instituciones culturales de diversas partes del mundo y en el Pabellón de la Bienal. También el programa Tributarios, que se celebra en la Casa do Povo, curado por Benjamin Seroussi y Daniel Blanga Gubbay. Y, el proyecto Apariciones que, mediante tecnología de realidad aumentada, fragmentos, extensiones y ecos de las obras de la bienal se activan en el Parque Ibirapuera y en lugares específicos del mundo, elegidos por los artistas, como las orillas del río Congo, la frontera entre México y Estados Unidos, parques urbanos de San Pablo o ciudades de África y Asia.
La exposición bienal se prolonga, con entrada gratuita, hasta el 11 de enero de 2026.