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Bochornosa asunción de diputados nacionales

Los exabruptos y provocaciones que caracterizaron la ceremonia de asunción de los diputados nacionales elegidos en los comicios del 26 de octubre son una lamentable muestra del bajísimo nivel al ...

Bochornosa asunción de diputados nacionales

Los exabruptos y provocaciones que caracterizaron la ceremonia de asunción de los diputados nacionales elegidos en los comicios del 26 de octubre son una lamentable muestra del bajísimo nivel al ...

Los exabruptos y provocaciones que caracterizaron la ceremonia de asunción de los diputados nacionales elegidos en los comicios del 26 de octubre son una lamentable muestra del bajísimo nivel al que ha llegado la política en la Argentina.

Tanto las repetidas escenas de hostigamiento entre legisladores de distintas fuerzas políticas, que incluyeron gritos y gestos pendencieros y chabacanos, como los desubicados comentarios sobre los atributos físicos de tres diputadas por parte de quien ocasionalmente presidió la sesión, dieron cuenta de cómo uno de los más importantes actos republicanos se convirtió de pronto en un vergonzoso espectáculo. Pero, sin duda, el mayor bochorno se produjo a la hora de los juramentos de rigor de no pocos diputados.

La jura de un representante del pueblo no es un simple trámite. Constituye la expresión de un pacto público y solemne donde el legislador elegido por la ciudadanía se compromete a respetar la Constitución y las leyes de la República. Es, por lo tanto, un instante en el cual no deberían caber muestras de sectarismo ni consignas facciosas, y mucho menos proclamas para demonizar a otros Estados o para exaltar ideologías contrarias al espíritu de nuestra Constitución.

Sin embargo, no fueron pocos los diputados electos que, al asumir formalmente su responsabilidad como representantes del pueblo, desnaturalizaron ese ritual republicano con gestos inapropiados o con fórmulas de juramento que chocan con el respeto a la institucionalidad. Diputados de la izquierda, como Nicolás del Caño, eligieron jurar contra la intervención de los Estados Unidos en Venezuela y por “los niños masacrados en Gaza” o “por el socialismo”. Representantes del kirchnerismo también dieron la nota, jurando “por la libertad de Cristina (Kirchner)” y “los 30.000 desaparecidos”, en tanto que la diputada peronista María Elena Velázquez optó por jurar por el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno, también condenado por la Justicia.

La jura de un representante del pueblo no es un simple trámite. Es un instante en el cual no deberían caber muestras de sectarismo ni consignas facciosas, y mucho menos proclamas para demonizar a otros Estados

Tanto el kirchnerista Juan Grabois como Martín Lousteau, del bloque Provincias Unidas, se dirigieron, tras jurar, a los dirigentes libertarios presentes levantando tres dedos de la mano, en alusión al porcentaje que, según los audios de Diego Spagnuolo, se habría llevado de comisión la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. La diputada de La Libertad Avanza Lilia Lemoine, entretanto, no paraba de arremeter contra los opositores y, desde uno de los palcos del Congreso, hasta el presidente Javier Milei alentó los cánticos de sus seguidores al compás del estribillo “La casta tiene miedo”.

El bochorno siguió con la actitud del diputado Gerardo Cipolini, quien presidió la ceremonia por ser el legislador de mayor edad de la Cámara baja. Traicionado por el micrófono que había quedado abierto, se escucharon sus inapropiados comentarios sobre varias legisladoras, de quienes formuló expresiones tales como “¡Qué buena que está!“.

No menos condena merecen las consignas contra el Estado de Israel que emplearon otros legisladores, que transformaron un acto sagrado para las instituciones en un escenario para el odio.

En síntesis, asistimos a un acto en el que, lejos de honrarse las instituciones de la República, la dirigencia política exhibió una de sus peores caras.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/bochornosa-asuncion-de-diputados-nacionales-nid05122025/

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