British & Irish Lions, rival de los Pumas: Fin Smith y la grandeza de una tradición que excede al rugby
Una semana de nervios, ansiedad y pocas horas de sueño, mezcla de incertidumbre y esperanza –“la más horrible de mi vida”–, terminó con el anuncio de la convocatoria a los British & Iris...
Una semana de nervios, ansiedad y pocas horas de sueño, mezcla de incertidumbre y esperanza –“la más horrible de mi vida”–, terminó con el anuncio de la convocatoria a los British & Irish Lions. Cuando escuchó su nombre, estalló en lágrimas. “Nunca lloro, pero estaba destrozado, llorando a mares. Llamé a mis padres, ellos también lloraban. No dijimos ni una palabra; sólo nos miramos por videollamada y cortamos”. La emoción de Fin Smith no se explica únicamente por la liberación de las tensiones que acumuló en los días previos, sino también porque con el llamado de Andy Farrell prolonga un legado familiar ancestral. Tom Elliot, su abuelo materno, había formado parte del mítico equipo de los Lions que en 1955 deslumbró en Sudáfrica con su juego abierto y su espíritu caballeroso. Aquella gira en el corazón del apartheid y frente a multitudes récord consolidó el prestigio de los Lions más allá del deporte.
El chico que se disfrazaba con el blazer rojo y la gorra de su abuelo tendrá la oportunidad cumplir su sueño este viernes, cuando portará la camiseta 10 en su debut en British & Irish Lions en el duelo con los Pumas, a las 16 de Argentina en Dublín. Con sólo 23 años, y ante la ausencia del escocés Finn Russell, será el encargado de liderar el ataque del seleccionado estelar y empezará a escribir su propia historia.
Smith, apertura de Northampton Saints, emergió este año en el seleccionado de Inglaterra durante el Seis Naciones y se adueñó del puesto, relegando a George Ford y Marcus Smith, que también estará en el Aviva Stadium pero como fullback.
“Mi abuelo jugaba por Escocia y yo soy inglés, pero siempre quise seguir sus pasos e imitarlo. Crecí corriendo con su camiseta y su saco rojos”, contó luego de ser seleccionado. “Tener la chance de lograrlo y vestir la misma camiseta y el mismo escudo es increíblemente especial. Fue muy emocionante para mi mamá y esa parte de la familia. Todavía tengo el saco. Está lleno de polvo y tiene algunos agujeros, pero va a ser divertido tener dos ahora”.
Los Lions tendrán algunas ausencias el viernes, particularmente, los jugadores de Leinster, el equipo local. Habrá apenas cuatro irlandeses nativos en la formación, más dos nacionalizados, de un total de 13 convocados. Esa una de las razones, junto al alto precio de las entradas, que valen a partir de 150 euros, por las que todavía quedan localidades en venta.
Campeón de la Premiership el año pasado, finalista de la European Champions Cup en éste, Smith es una de las figuras emergentes del rugby inglés, y el segundo en juventud en el plantel, detrás de su compañero en Northampton Henry Pollock, que estará en el banco. Llegar a los Lions representa un nuevo hito en su promisoria carrera. “Es lo máximo a lo que uno puede aspirar, ¿no? Me emociona pensar en eso”, insiste Smith.
Entre las principales potencias del rugby mundial (las “Home Nations”, del Reino Unido, y las tres potencias del hemisferio Sur), la gira de los British & Irish Lions representa un fenómeno único. Cada cuatro años, un combinado de estrellas de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda viaja a Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica, alternadamente. Esta vez, el destino es la tierra de los Wallabies, donde sostendrá tres test matches y otros seis encuentros con seleccionados provinciales y combinados de distintas índoles. El origen del equipo se remonta a 1888, cuando el jugador de cricket Arthur Shrewsbury, resentido por una derrota sufrida en un viaje a Australia, organizó el primer combinado británico, que jugó 54 partidos entre Nueva Zelanda y Australia. Perdió dinero, pero inició una tradición que, incluidas tres visitas a la Argentina (1910, 1927 y 1936), se transformó en un espectáculo que trasciende el juego.
El caudal de gente que acompaña al equipo supera incluso al que viaja a los mundiales cuando estos no se desarrollan en Europa. Se estima que más de 30.000 británicos cruzarán el planeta para seguir a los Lions en Australia, en una peregrinación rugbística. Los tickets para los tres test matches de Oceanía se agotaron apenas salieron a la venta y quedan muy pocas entradas para los partidos de entresemana. Una marea roja que se convierte en una experiencia cultural total: camisetas, canciones, pubs llenos, merchandising y familias enteras viajando.
Una de las giras emblemáticas fue aquella de 1955 por Sudáfrica. Por entonces, el mundo estaba fraccionado por el colonialismo y las tensiones de posguerra, y en Sudáfrica regía el apartheid. Tom Elliot, aquel abuelo de Fin Smith, fue una figura emblemática del equipo: un forward duro, símbolo de ese espíritu de unidad y decoro que los Lions procuraban encarnar. La serie terminó 2-2, pero más que los resultados, lo que se recuerda fue la impactante respuesta del público. Unas 95.000 personas asistieron al primer test en Ellis Park, Johannesburgo, una ciudad que vivía bajo fuertes tensiones raciales.
Mucho más que un saco, Fin Smith hereda de su abuelo un sentido de pertenencia que trasciende generaciones. Ya tiene su propio saco rojo. Ahora le toca honrarlo en el terreno de juego, frente a nada menos que los Pumas.