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Buscó escapar de la tristeza de una relación fallida sin pensarlo mucho y se llevó una sorpresa: “Era el chico de mis sueños”

Laura (23) estaba de novia hace cuatro años con quien fue su primera pareja, cuando se enteró de que él la engañaba con una compañera del trabajo. No lo dudó y dio por finalizada la relación...

Buscó escapar de la tristeza de una relación fallida sin pensarlo mucho y se llevó una sorpresa: “Era el chico de mis sueños”

Laura (23) estaba de novia hace cuatro años con quien fue su primera pareja, cuando se enteró de que él la engañaba con una compañera del trabajo. No lo dudó y dio por finalizada la relación...

Laura (23) estaba de novia hace cuatro años con quien fue su primera pareja, cuando se enteró de que él la engañaba con una compañera del trabajo. No lo dudó y dio por finalizada la relación, y aunque fue firme en su decisión, lo hizo con el corazón roto. Necesitaba escapar de lo que estaba viviendo, y así lo hizo, pero ese escape no resultó en lo que ella imaginaba.

“Estaba enojadísima y dolida”

Se aproximaba el fin de semana largo de octubre y también la fecha de cumpleaños de quien ahora era su ex novio. Laura se conocía y sabía que tenía que irse lejos, en lo posible a un sitio sin acceso al celular para no tentarse de llamarlo y saludarlo. “Estaba enojadísima y dolida, de golpe todos los planes que teníamos se desmoronaron y me dejaron ver entre los escombros que ya no teníamos planes”, recuerda Laura.

Esa semana no podía conciliar el sueño, pero tenía que seguir yendo a trabajar al jardín de infantes donde daba clases de música y donde trabajaba su ex.

En este contexto de sentimientos volvió una tarde del trabajo a su casa y la hermana le contó que había discutido con su novio porque él se quería ir de campamento con el grupo de la facultad. Laura no lo dudó, ¿cuánto sale? ¿hay lugar? Era el escape perfecto, ese mismo día confirmó su asistencia sin saber a donde iba, cualquier destino que la alejara de su teléfono era perfecto.

“Creo que soy más vieja”

El destino era Quebrada de los Condoritos en Córdoba, un viernes 13 de octubre se embarcó en la aventura. Su hermana la acompañó hasta Puente Pacífico, que era desde donde salía el ómnibus. Mientras estaban esperando, entre el caos de gente que suele nuclearse en la zona previa al micro para un fin de semana largo, vieron entre la multitud que se acercaban dos chicos con mochilas enormes. Su hermana para levantarle el ánimo le dijo: “¿Y ese morochito?”. Cuando Laura lo vio le pareció hermoso, pero respondió con indiferencia: “Debe tener 20 años”.

Laura subió al ómnibus, se sentó con un grupo de chicas y enseguida subió “el morochito” con su amigo “el colorado” y cijo algo gracioso que aunque ella no escuchó bien, hizo reír a los otros. Empezó el viaje y el coordinador entregó unas fichas que todos debían completar con sus datos personales. En ese momento, “el morochito” que se llamaba Pablo, dejó pasar a su amigo para ir al baño y durante la espera de su regreso se sentó junto a Laura.

"Me quiero casar con vos", se lo dijo en la primera conversación de su vida

De reojo vio que Laura completaba su ficha con su fecha de nacimiento el 29 de enero, “Yo cumplo el 30 de enero”, le dijo. Laura se dio cuenta de que era el momento ideal para saber su edad, “¿De qué año? Creo que soy más vieja”, arriesgó. Pero Pablo le contestó “Yo soy del 69” y Laura con mucha alegría le contó que ella es del 72.

Bajo la noche estrellada

A la mañana temprano llegaron a la Quebrada, caminaron varias horas desde la ruta hasta el lugar donde iban a armar el campamento. Durante esa caminata Laura y Pablo se fueron conociendo. Ella le contó que había cortado con su novio hacía una semana, él que había cortado hacía dos meses. Charlaron de la facultad, de la familia de cada uno, de sus trabajos. Entre charla y charla llegaron al campamento, armaron sus carpas y prepararon el fogón.

Al día siguiente, durante el desayuno, Pablo le contó que a la noche había salido a caminar y vio un cielo estrellado como jamás había visto, la invitó a caminar juntos esa noche para ver estrellas fugaces.

Esa noche, luego de la cena, se fueron juntos a caminar iluminados solo por la luz de la luna y no se cansaron de mirar al cielo y contar estrellas fugaces. “Era el chico de mis sueños, lindo, simpático, divertido y me hacía reír mucho. Esa noche nos abrazamos porque hacía frío en medio del monte. Yo por esos preceptos de la juventud que uno trae consigo no quise besarlo, ¡cómo iba a besarlo! ¡iba a pensar que era fácil si hacía solo una semana que me había peleado con mi novio!”, aclara Laura. Se despidieron con un abrazo y se fueron cada uno a su carpa a dormir.

Al día siguiente fueron a una excursión a un lago donde se tomaron su primera foto juntos, mientras caminaban él le cantaba “Vamos negrita, hacelo por mí. Vamos negrita, bailá hasta el fin”.

Fin del viaje

Llegó el momento de volver a Buenos Aires. Se sentaron juntos en el ómnibus, Laura sabía que eran sus últimas horas con él y no se iba a animar a pedirle su número de teléfono, pero ¿y si él tampoco se lo pedía?

Dejó de lado sus prejuicios y se rindió a sus besos, aunque sea si aquella era la última vez que se veían sería con ese lindo recuerdo.

A la altura de San Isidro, el coordinador preguntó si alguno se bajaba en zona norte. Laura levantó la mano, le quedaba mejor bajar allí y tomar un remis. Pablo se sumó, desde ahí podía tomar el colectivo hasta Olivos. Fueron los únicos que se bajaron, Pablo la acompañó hasta la remisería, Laura sentía que todo se terminaba ahí, pero al despedirse él le pidió su número de teléfono e intercambiaron contactos.

Al llegar a su casa Laura no tardó en llevar a revelar la cámara de fotos para ver cómo habían salido. Esa misma tarde se fue a visitar a su hermana y sonó el teléfono, era Pablo que al llamar a la casa de Laura su mamá le dijo que llamara a lo de la hermana, que allí la iba a encontrar a Laura.

“¡Me olvidé de decirte!”

Empezaron a verse seguido y se pusieron de novios. Se llevaban bien pero a los seis meses se distanciaron. Era una relación con idas y venidas, en esos momentos separados él tuvo alguna novia y ella otro novio.

Hacía nueve meses que no sabían de la vida uno del otro, hasta que una mañana en la que Laura tomaba mates con su mamá le contó de un chico con el que estaba saliendo pero que no le parecía el indicado. “Yo enamorada estuve de Pablo”, le confesó Laura a su mamá. Al decir el nombre se activó en su madre el recuerdo: “¡Me olvidé de decirte Lau! Pablo te llamó, no me acuerdo cuando, hace unos días”.

Desde ese momento la cabeza de Laura no dejó de pensar en Pablo y esa noche, al volver de la facultad, lo llamó. Hablaron durante dos horas y quedaron en verse en los próximos días.

Dijeron que lo mejor sería ir de a poco, “en Octubre se cumplen 30 años, siento que seguimos despacito porque nos seguimos descubriendo y eligiendo todos los días. Nos decimos te amo sin esperar a que sea un 14 de febrero, me sigue gustando y le sigo gustando, nuestros encuentros son cada vez más puros y sinceros. Hoy casi 30 años después nuestro mejor plan es estar juntos, me sigue haciendo reír como el primer día, mi casa es mi lugar feliz. Trabajamos juntos y él es mi mejor socio, compañero de trabajo, empleado, jefe, amante, novio y marido, ¡y lo más lindo es que es recíproco!”, asegura Laura.

Después de cuatro años de buscarlo llegó su hijo Felipe para completar la familia.

“Nos reímos del dicho que recomienda que el 13 no te cases ni te embarques… ese viernes 13 fue lo mejor que nos pasó en la vida”, concluye Laura.

Si querés contarle tu historia a la Señorita Heart, escribile a corazones@lanacion.com.ar

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/busco-escapar-de-la-tristeza-de-una-relacion-fallida-sin-pensarlo-mucho-y-se-llevo-una-sorpresa-era-nid11072025/

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