Caracoles y babosas: por qué ya no conviene combatirlos como antes
Los caracoles y las babosas pertenecen al mundo de los moluscos, la misma gran familia que incluye a las ostras, almejas, vieiras y calamares. Se trata del segundo grupo de invertebrados más grand...
Los caracoles y las babosas pertenecen al mundo de los moluscos, la misma gran familia que incluye a las ostras, almejas, vieiras y calamares. Se trata del segundo grupo de invertebrados más grande del planeta, solo superado por los artrópodos, y uno de los más diversos y mejor adaptados.
Dentro de este universo hay especies que, cuando llegan al jardín, pueden convertirse en plagas voraces: son capaces de comer entre el 30% y el 50% de su propio peso en una sola noche, dejando hojas perforadas y brotes arrasados.
Durante muchos años su control se basó en métodos caseros —trampas, recolección manual y cebos envenenados—, pero hoy sabemos que existen alternativas más seguras y sin agroquímicos, que abren el camino a un manejo mucho más sustentable y efectivo.
Radiografía de los caracoles y babosasEl cuerpo de los moluscos está dividido en cabeza, pie, masa visceral y manto. Se desplazan reptando (arrastrándose), por medio de contracciones y detracciones musculares del pie, que empujan al animal hacia adelante.
Para avanzar sobre superficies ásperas, sin fricción, una glándula pedal segrega mucus. Así, el molusco se desliza sobre la alfombra viscosa resultante que, al secarse, permanece como una brillante huella que contribuye a evidenciar su presencia.
Es muy fácil distinguir un caracol de una babosa: los caracoles obtienen una concha calcárea en espiral desde su nacimiento; en cambio, las babosas no poseen este apéndice rico en calcio (al menos no visible).
Ambos grupos de animales tienen tentáculos: el par superior tiene los ojos y el inferior, otros propósitos sensoriales.
Ambas especies son de hábitos nocturnos: su actividad comienza al anochecer y se extiende hasta las horas tempranas de la mañana
Como su cuerpo está compuesto por entre 85 y 90% de agua, los caracoles y babosas son vehiculizadores, capaces de portar diferentes virus, bacterias y hongos, los que transmiten a las plantas a través del mucus y de su aparato bucal masticador.
Estos individuos emplean como sustratos de reposo o alimentario gran variedad de especies vegetales, por lo cual son considerados generalmente herbívoros: consumen hojas, tallos, raíces y bulbos y se convierten en plagas de hortalizas, ornamentales y frutales.
Si en el jardín también hay una huerta, se ha observado que no atacan algunas hortalizas, pero las usan de plantas de refugio (ajo, puerro, cebolla de verdeo, zanahoria, apio, perejil).
También permiten la proliferación de estos moluscos ciertas condiciones de suelos, con contenidos entre medios y altos de materia orgánica, buena estructura y alta capacidad de retención de humedad.
Por otra parte, la presencia de caracoles y babosas en el jardín perjudica a los humanos, ya que son hospederos intermediarios de parásitos intestinales, como son los trematodos de los géneros Schistosoma, Fasciola y Fasciolopsis, y nematodos como Angiostrongylus. Estos organismos nocivos pueden quedar presentes en las hortalizas y, de manera indirecta, infestar a los humanos.
Cómo controlar la plagaLos moluscos son muy difíciles de controlar con productos molusquicidas, ya que además de adquirir resistencia a ellos, tienen ciertas características que dificultan un manejo eficiente, principalmente las siguientes:
• Estructura calcárea provista de carbonato de calcio (caracoles).
• Capacidad de enterrarse (caracoles cónicos y babosas).
• Proceso de diapausa o estivación en espera de clima húmedo para realizar una correcta locomoción y colocación de huevos.
• Liberación de mucus capaz de impedir la entrada de productos a través del manto.
Por ello, el manejo agroecológico ofrece las mayores perspectivas, debido a que se integran diferentes prácticas de control ecológico con el saneamiento del área y el manejo del hábitat, entre otras.
El saneamiento constituye una práctica muy efectiva, ya que precisamente estos organismos son favorecidos por ambientes húmedos y sombríos, así como por la presencia de escondrijos y sitios donde se acumulan residuos de todo tipo. De tal modo, es importante que el jardín y sus estructuras se mantengan en orden, por ejemplo, los residuos de poda o limpieza no deben amontonarse durante mucho tiempo.
El método de recolección parece tedioso pero es efectivo: consiste en recoger los caracoles y las babosas en la mañana, preferentemente. Este método requiere del conocimiento de su hábitat (lugares húmedos y sombríos).
Otro método para controlarlos es el de las cáscaras de cítricos. Consiste en colocar cáscaras de naranja, pomelo o limón cortadas al medio en áreas húmedas y oscuras del jardín. El aroma del cítrico atrae a los moluscos y las cáscaras constituyen un refugio para babosas y caracoles. Revisar todas las mañanas y destruir los individuos que allí se encuentran.
El aserrín es otro aliado para combatirlos porque se pega al mucus exudado por los moluscos, les impide la locomoción y mueren por inanición.
Otro método natural consiste en proteger a las plantas con láminas de cobre, colocándolo en bandas o en espiral en forma cónica en un área de cinco centímetros. Esto provoca una descarga eléctrica que hace que los moluscos no avancen más allá.
Las cáscaras de huevo son otra receta clásica: hay que dejar secar las cáscaras vacías, triturarlas haciendo trocitos pequeños y colocarlas alrededor de la planta afectada. Estas se pegan a los caracoles, los inmovilizan y después mueren.
Entre los plaguicidas botánicos, existen varias alternativas, como el ají picante (Capsicum frutescens, Capsicum baccatum) que posee propiedades molusquicidas, debido a la capsaicina y a otras sustancias presentes en menor cantidad en el fruto. Es una amida fenólica con propiedades anestésicas que no tiene sabor ni olor y que se destaca por ser muy irritante.
Se hierven por 15 minutos 5 o 6 frutos machacados en un litro de agua y luego se añaden 25 gramos de ajo (Allium sativum) y se hierve nuevamente por otros cinco minutos. Para su uso se diluye un litro de este preparado en 15 litros de agua y se aplica a la base de la planta.
El árbol del neem (Azadirachta indica) también es un plaguicida botánico, el elemento con efecto biocida es la azadiractina. Para el control de moluscos, se emplean las semillas y el aceite formulado. Para ello se utiliza con una concentración del 1%.
Aunque con una moderada efectividad, el aceite formulado de los frutos del árbol de paraíso (Melia azedarach) al 1% tiene efecto molusquicida.
Productos minerales anticaracolesLa cal de uso industrial se utiliza para realizar barreras por las áreas de desplazamiento. También pueden pintarse (lechada) los bordes de los canteros. Este producto mineral produce un efecto de deshidratación en el molusco.
Otros métodos basados en subproductos vegetales son, por ejemplo, la ceniza vegetal. La ceniza se debe espolvorear alrededor de las plantas afectadas para impedir el paso de los caracoles. En caso de riegos o lluvias fuertes hay que repetir el tratamiento.
Otro método es el uso de cafeína mediante la aspersión sobre el suelo de una solución de café al 2%.
No cabe duda de que los caracoles y babosas son una plaga capaz de sobrevivir en condiciones adversas. El actual manejo indica, como método efectivo, la sumatoria de varias acciones. Solo de este modo se puede garantizar la prevención y el control de los moluscos prescindiendo de molusquicidas químicos.