Generales Escuchar artículo

Celebrarás las fiestas

Accidentalmente caigo en una página de la Unesco detrás de la búsqueda de una información que no viene al caso. Y leo: “Las celebraciones estructuran la vida de comunidades y grupos. Su impor...

Celebrarás las fiestas

Accidentalmente caigo en una página de la Unesco detrás de la búsqueda de una información que no viene al caso. Y leo: “Las celebraciones estructuran la vida de comunidades y grupos. Su impor...

Accidentalmente caigo en una página de la Unesco detrás de la búsqueda de una información que no viene al caso. Y leo: “Las celebraciones estructuran la vida de comunidades y grupos. Su importancia estriba en que reafirman la identidad de quienes participan y, tanto si se practican en público como en privado, están estrechamente vinculadas con acontecimientos significativos. Sus manifestaciones pueden ir desde pequeñas reuniones hasta conmemoraciones sociales de grandes proporciones”. La notificación de un nuevo mensaje en el celular, con una foto, me distrae. Dice: “Te pasamos un boceto con unos globos transparentes y algo de confetti, para que tengas una idea de cómo se verá”. Va siendo hora de creer en las casualidades. O reirse de ellas.

La fiesta del trabajo, la del club, un egreso muy especial, el gran cumpleaños familiar, el premio al mérito. Al cabo de una semana, lo más sorprendente no será que todo esto quepa en una misma agenda sino en un mismo cuerpo. Y por supuesto, después habrá que prepararse para todo lo demás: el cierre de año, las Fiestas con mayúsculas (¿mesa fría o parrilla? Vos traé el pan dulce, yo llevo turrón). Comer, beber, bailar: como en el comienzo de la Historia, lo que definía a los humanos, la necesidad de expresarse, desinhibidos en colectividad. Y un deseo, obvio, “¡Felicidades!”, que durante el año pronunciamos en ocasiones determinadas, pero este mes lo hacemos estadísticamente hasta quince veces más. No es porque seamos una máquina de felicitar (nadie quiere que un bot lo abrace, como esos mensajes automáticos que llegan con un mismo cumplido hasta cientos de mails). Tenemos sentimientos y una luz roja prendida en el tablero, que está indicando: Agárrese fuerte, llegó diciembre.

Con todo, bendito sea Dionisio aunque la imposición de las fiestas ponga de mal humor a unos cuantos (gruñones hay en todos lados) y estimule a otros una cierta alegría que a veces funciona bien y efectivamente contagia. “Expectativas flexibles generan niveles más altos de satisfacción”, compro esa máxima, suena lógica, aunque desconozca su asidero. Pienso por un momento: si las primeras celebraciones de cumpleaños tuvieron lugar alrededor de 3.000 a.C. (más que el nacimiento, los faraones celebraban la fecha de su coronación), ¿quién puede pretender en el siglo XXI vivirlos como una novedad? Con ese marco histórico se sobrevive a todo, al Excel para el DJ, al chat con el salón y los mails con el catering, también si es tu hija la que baila el vals de los quince un cinco de diciembre de luna llena y 34 grados. El desborde es más emocional que de tareas. Antes de que nos demos cuenta, la fiesta habrá terminado y lo que primará en el recuerdo será una emoción.

En ese plano se riñen el júbilo y la felicidad. Hay una buena explicación de la diferencia entre ambas en el Atlas de las emociones humanas. Ubica al júbilo en el plano de la sorpresa, lo relacionaba con lo accidental, lo imprevisto, mientras que la felicidad es algo en lo que uno trabaja por conseguir a conciencia. Se siente “como si de repente te hubieras tragado un pedazo del radiante sol de la tarde, que queda en el pecho y envía una pequeña lluvia de chispas a cada partícula de tu cuerpo, a cada dedo de las manos y de los pies”, escribió Katherine Mansfield, para la protagonista de su cuento “Felicidad” (una naturaleza desbordante, casi maníaca).

Sería original desear en estos días de fiestas que el júbilo te sorprenda, aunque la frase podría sonar demasiado extravagante para soltar así, sin más. Seguramente se imponga esa forma de imperativo llena de buenas intenciones, que seas muy feliz. Al fin y al cabo, hemos visto, todo lo que el júbilo tiene de virtud lo tiene de defecto: se desvanece con la rapidez de un brindis.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/celebraras-las-fiestas-nid05122025/

Volver arriba