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Cindy Lilen, la argentina que se luce en Londres con piezas que honran los textiles ancestrales

Tradición, textura y arte. La impronta grácil y amorosa de la mano sobre la obra. Fue en ese equilibro donde encontró Cindy Lilen una mezcla armoniosa entre la calma de su Patagonia natal y la a...

Cindy Lilen, la argentina que se luce en Londres con piezas que honran los textiles ancestrales

Tradición, textura y arte. La impronta grácil y amorosa de la mano sobre la obra. Fue en ese equilibro donde encontró Cindy Lilen una mezcla armoniosa entre la calma de su Patagonia natal y la a...

Tradición, textura y arte. La impronta grácil y amorosa de la mano sobre la obra. Fue en ese equilibro donde encontró Cindy Lilen una mezcla armoniosa entre la calma de su Patagonia natal y la agitada vida de Londres.

Allí fundó su propio estudio, donde crea piezas lumínicas a medida y ahora también propone una línea de joyas. Nacida en Cervantes, un pueblo del alto valle de Rio Negro, de niña pasaba mucho tiempo en lo de su abuela, que vivía enfrente de su casa. Ella tejía, cosía, hacía bordado chino, crochet... “Siempre creaba cosas y yo iba a su casa a mirarla y aprender –relata hoy–. Tenía una vieja máquina de coser Singer que aprendí a usar de niña y donde intervenía mi ropa y creaba con retazos. También intentaba aprender a tejer”. Estudió diseño textil en Buenos Aires y se ganó una beca para un master en textiles con un enfoque más artístico en la Universidad de Artes de Londres (Chelsea College of Arts). “Siempre admire a diseñadores y artistas textiles –continúa–; hay una frase de William Morris que siempre me gustó: “nunca tengas nada en tu casa que no sepas que es útil o que no consideres bello”. Para mí la vida tiene que ser hermosa y funcional”.

–¿Por qué los textiles ancestrales como eje?

–Porque condensan una sabiduría que trasciende el tiempo. No son solo técnicas: son lenguajes, formas de entender el mundo, de habitar el territorio y de tejer comunidad. Me interesa especialmente cómo esas prácticas, muchas veces invisibilizadas o relegadas al ámbito doméstico, contienen respuestas muy vigentes a preguntas contemporáneas: cómo cuidamos el entorno, cómo nos conectamos con lo espiritual, cómo encontramos bienestar en lo cotidiano.

–¿Qué diferencial aportan en términos estéticos y como esqueleto de tus ideas?

–Estéticamente, hay algo profundamente táctil y meditativo en estos textiles. Trabajo con fibras naturales y procesos manuales porque me permiten construir piezas que invitan a la pausa, a la contemplación. Cada nudo, cada trenza, cada urdimbre habla de tiempo, de memoria y de una forma de hacer que no es urgente, pero sí esencial. Como esqueleto de mis ideas, los textiles me permiten construir narrativas que son al mismo tiempo íntimas y colectivas. Son una herramienta para traer al presente saberes olvidados, resignificarlos y transformarlos en propuestas contemporáneas que dialogan con el diseño, el arte y la experiencia sensorial. En definitiva, son mi forma de pensar con las manos.

–¿Cómo es el proceso de la creación de una de tus piezas?

–Normalmente comienzo con una idea que voy puliendo en bocetos. A veces parto de un concepto, otras de la forma o el material. Hay algo que disfruto mucho de trabajar con fibras y es que muchas veces el material propone, así que cuando empiezo la realización siempre hay un porcentaje destinado a que el material hable por sí mismo y sugiera formas. A veces creo una pieza y la observo repetidas veces hasta que me parece que está visualmente coherente y atractiva. Me gusta mucho investigar las posibilidades del material. Todas mis obras que incorporan luz las termino con lo que ellas sugieren, sus sombras y texturas. Me gusta que mis piezas parezcan diferentes con o sin luz porque hablan de que se pueden adaptar al entorno

–Tus obras proponen una lectura pormenorizada para encontrarles todos sus vericuetos. La creatividad y la funcionalidad se trenzan como en una trama que pone en jaque la interpretación del que mira…

–Me siento muy identificada con esa lectura, porque mis piezas no buscan ser comprendidas de un solo golpe de vista. Al contrario, invitan a detenerse, a observar con otros ritmos, a dejarse tocar por la materia y por las historias que están tejidas en ella. Trabajo desde un lugar donde la forma y el fondo son inseparables: lo estético, lo simbólico y lo funcional conviven en tensión, como capas que se superponen. Me interesa que el objeto no sea solo eso, sino una experiencia. Que quien lo mire o lo habite pueda descubrir algo más allá de lo evidente: un gesto, un ritmo, una memoria, una vibración. Tal vez por eso mis obras no buscan imponer una interpretación, sino abrir espacio a lo sensible y a lo subjetivo.

–Trenzar tiene una interpretación más allá del hecho físico, ¿verdad?

–Trenzar creatividad y funcionalidad es, para mí, una manera de reivindicar que lo útil también puede ser poético, y que lo bello no tiene por qué ser superficial. Creo profundamente en la potencia del detalle, en las microhistorias que se revelan con el tiempo. Y si eso pone en jaque al espectador, bienvenida sea la pregunta antes que la respuesta. Disfruto mucho que sean piezas que tienen muchos niveles de lectura y que, quien quiera, puede encontrar mucho más que una pieza física.

–¿Cómo es tu experiencia sensorial al vincularte creativamente con una pieza?

–Hay un instante muy íntimo, casi ritual, cuando me vinculo desde el tacto. Antes de pensar en la forma, antes incluso de que aparezca la idea concreta, hay una necesidad de tocar, de sentir la fibra entre los dedos. El tacto me guía. Me habla del origen del material, de su temperatura, de su resistencia, de su historia. A veces es apenas un gesto: acariciar una hebra de lana cruda o presionar el nudo de una trama. Pero en ese gesto ya hay una conversación. Es como si la materia sugiriera un camino, una dirección. No pienso tanto con la cabeza en esos momentos, sino con las manos. Las manos entienden antes que yo lo que la pieza necesita.

–Imagino otra dimensión temporal en este proceso…

–El tiempo cambia cuando trabajo así. Se vuelve más lento, más presente. Es un tiempo que no está regido por la productividad, sino por la conexión. Me concentro en la repetición, en la respiración que acompaña cada nudo, cada punto. Y en ese ritmo empiezo a entrar en un estado casi meditativo, donde la creatividad no es un esfuerzo, sino una consecuencia natural de estar en sintonía con lo que toco. Ese vínculo sensorial me permite descubrir cosas que no podría pensar racionalmente. Me sorprendo. Y es ahí, creo, donde nace lo más auténtico de mi trabajo: en ese cruce entre intuición, cuerpo y materia. Crear desde el tacto es hacerlo desde lo profundo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/cindy-lilen-la-argentina-que-se-luce-en-londres-con-piezas-que-honran-los-textiles-ancestrales-nid14092025/

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