De la bronca en Diputados a la euforia una semana después: el ajuste en la estrategia del Gobierno para aprobar el Presupuesto
El Gobierno consiguió este viernes por la noche la aprobación del Presupuesto 2026 y cerró el año con un importante triunfo legislativo. El oficialismo logró la aprobación con holgura: 46 vot...
El Gobierno consiguió este viernes por la noche la aprobación del Presupuesto 2026 y cerró el año con un importante triunfo legislativo. El oficialismo logró la aprobación con holgura: 46 votos a favor, 25 en contra y una abstención. Lo que superó sus propias expectativas y para lo que fue clave el apoyo de la oposición dialoguista.
Para llegar hasta allí mediaron una serie de cambios y decisiones en apenas ocho días, tras el paso del proyecto por Diputados, donde se dio un duro traspié, en la madrugada del jueves 18. En la que no se consiguió la aprobación del capítulo 11, que contenía la derogación de las leyes de emergencia en discapacidad y financiamiento educativo. Lo que el Gobierno sostenía que atentaba contra el déficit cero.
No insistir con ese capítulo fue en gran parte el hecho que finalmente permitió que se apruebe el proyecto tal como estaba, admitieron fuentes del oficialismo. Se entendió que se trataba de dos puntos lo suficientemente ásperos como para que la oposición dialoguista los apoyara y corriera con el costo de hacerlo.
Por eso, para conseguir la aprobación, desde el jueves 18, el Gobierno desplegó una dinámica contrarreloj. El presidente, Javier Milei bajó directivas a través del jefe de Gabinete, Manuel Adorni, para el resto de los miembros del oficialismo que participaban de la mesa política y de las negociaciones para conseguir apoyos.
Pasada las primeras horas tras lo sucedido en Diputados, en el corazón libertario estuvo en evaluación apuntar a una derogación si no había aprobación tal y como estaba delineado el Presupuesto. Así lo reconstruyeron ante LA NACION importantes de voces de Balcarce 50 que agregaron que rápidamente entendieron que tener la ley de leyes aprobada era “una bomba de buena noticia para tener” y que “no había por qué salir a batallar”. Algo que eventualmente podría hacer en otros frentes más adelante.
Milei hizo pública esa posición de buscar la aprobación el domingo por la noche en una entrevista con LN+. Allí dijo sin vueltas que no habría veto y completó: “Lo que sí vamos a hacer es acomodar las partidas, lo vamos a corregir por la vía de la reasignación de gastos en el resto del presupuesto o de la reformulación de los recursos en las propias áreas”. Para entonces Milei ya había bajado la directiva a Adorni, que a su vez la bajó a la mesa política, de que el Presupuesto tenía que aprobarse y para eso se trabajó a lo largo de los últimos ocho días.
Hubo una nueva ronda de conversaciones con la oposición aliada y ya sin el capítulo 11 todo funcionó mejor de lo esperado. De hecho durante la tarde del propio viernes la estimación de votos a favor por parte de Balcarce 50 estaba en 41 y terminó siendo de 46. Lo mismo con el espinoso artículo 30, que terminó teniendo más votos de lo esperado.
Este viernes por la noche, tras la aprobación con holgura en la Cámara Alta, la euforia era total en el corazón libertario, donde entendían que, más allá de no insistir por la vía parlamentaria con el capitulo 11, también se había logrado conjugar dos cosas. Por un lado, tener presupuesto después de mucho tiempo “durante el cual la vieja política no quiso tener uno. Luego de décadas de no tener un Presupuesto serio como este, con déficit cero y con números acordes a la ley de leyes”.
La “Ley de inocencia fiscal” probablemente sea una de las leyes que quede en la historia grande de nuestro país: aún no se toma la real dimensión de todo lo que implica.
Dios bendiga a la República Argentina.
Fin.
Por el otro, entendían que el esquema delineado para lograrlo “funcionó perfecto”. Con "Patricia (Bullrich) en el Senado pidiendo ayuda cuando la necesita, Martín (Menem) igual en Diputados. Y Manuel (Adorni) coordinando y bajando martillo cuando hay que tomar alguna definición”.
Adorni fue quien recibió todos los mensajes del mandatario y los bajó a la mesa política, en la que también estaba el ministro del Interior, Diego Santilli, a quien anoche se le resaltaba el haber hablado con los gobernadores y recibido los pedidos de cada provincia, y al asesor, Santiago Caputo, “opinando sobre estrategia”. En tanto que la figura de la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, estuvo “supervisando todo”.
Felices por el logro de un Presupuesto histórico.
Y muy contentos con los Senadores que votaron a favor de Argentina y con el equipo que trabajó para lograr el objetivo. pic.twitter.com/HvgBphxYlF
El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, era definido en el cierre de este viernes como el “validador” del dinero” desde que empezaron las negociaciones, en noviembre pasado cuando Adorni y Santilli reemplazaron a Guillermo Francos y Lisandro Catalán, y abrieron el diálogo con los gobernadores que firmaron el Pacto de Mayo.
“Los gobernadores pedían, y Toto decía si sí o no. Y en tal caso hasta dónde podían ceder”, detalló una fuente al tanto de las negociaciones. “Era como ”validador" del temas. Para que no hubiera chispazos entre lo que pedían y lo que se les podía dar. Un poco ese era el concepto”, completaron.
Durante todo el viernes, Martín Menem, su primo y subsecretario de Gestión Institucionales e interlocutor con varios gobernadores, Eduardo “Lule” Menem, y Santilli, estuvieron apostados en el Senado, con los últimos retoques y “poroteo” de votos. En tanto que mientras que Bullrich estuvo en el recinto, Adorni se quedó en Casa Rosada, y su hombre allí fue Ignacio Devitt, secretario de Asuntos Estratégicos.
La calle Déficit?
Discúlpame, no la conocemos. pic.twitter.com/IsC3zCA5BR
Estuvieron allí hasta que se terminó la votación y entre el alivio y la euforia, con la aprobación adentro del balance 2025, en el que el oficialismo mejoró sus números en el Congreso. Y en menos de una semana, resignando en la negociación el capítulo 11 en el tratamiento parlamentario, se anotaron el primer triunfo de la nueva composición.
En febrero tendrán, durante la segunda parte de extraordinarias, el difícil desafío de obtener una reforma laboral. La primeras de las de segunda generación que se propone el Gobierno.