Desde el 83. La elección del domingo podría perforar el piso histórico de participación
Este domingo, la Argentina volverá a votar. Esta vez, en el contexto inédito de mínimos históricos de participación en todos los comicios locales hasta la fecha. Se renovarán 127 bancas de di...
Este domingo, la Argentina volverá a votar. Esta vez, en el contexto inédito de mínimos históricos de participación en todos los comicios locales hasta la fecha. Se renovarán 127 bancas de diputados nacionales y 24 de senadores, que definirán el equilibrio político del Congreso para los próximos dos años.
Las elecciones desdobladas de este año, que comenzaron en marzo y se extendieron hasta octubre en varias provincias, ya dejaron un patrón difícil de ignorar.
En la mayoría de los distritos que adelantaron sus comicios, la participación se ubicó por debajo del 60%, muy lejos del promedio histórico de 77% que acompañó a las legislativas desde 1983.
El caso más reciente, el de la provincia de Buenos Aires, selló la tendencia. Con una concurrencia del 61,21%, el distrito más poblado del país registró uno de los niveles más bajos desde el retorno democrático. Aunque el número superó las expectativas previas — que preveían una asistencia incluso menor —, el dato marcó un nuevo escalón en un descenso que se plasmó todo el año.
En los ocho distritos que ya celebraron sus elecciones (Salta, Jujuy, Chaco, San Luis, la ciudad de Buenos Aires, Misiones, Santa Fe, Formosa y Corrientes), el promedio de participación fue del 58%, casi veinte puntos por debajo de la media histórica.
Formosa, con un 65,8%, fue la provincia más movilizada; Santa Fe, la menos, con apenas 46%.
En todos los casos, los números quedaron por debajo de los registros de 2021, lo que confirma que el voto voluntario dentro de un sistema obligatorio se ha vuelto cada vez más literal: millones de ciudadanos optan por no ir a las urnas, aún a riesgo de la multa o la sanción.
El fenómeno tiene un correlato histórico. Entre 1983 y 2001, la participación en legislativas nacionales rondaba el 80%. Tras la crisis de 2001, cayó al 74%, y desde entonces nunca volvió a recuperar su vigor.
Con la implementación de las PASO en 2011, el promedio se estabilizó alrededor del 79%, hasta que en 2021 la concurrencia bajó al 67,8%, el nivel más bajo en casi cuarenta años.
La baja participación no se explica por un solo factor. Analistas políticos coinciden en que se combinan el desencanto con la clase dirigente, la crisis económica persistente, y un clima de desapego político que atraviesa generaciones. A eso se suma el desgaste de la rutina electoral: la multiplicación de votaciones locales, provinciales y nacionales a lo largo del año terminó diluyendo el peso simbólico de cada elección.
“Si el domingo participa un 66% del padrón, respetaría esta tendencia decreciente. Si es más baja, hay una aceleración del ausentismo”, publicó la analista Ana Iparraguirre. “La movilización paga más. Si movilizás 500 mil personas con 80% de participación, podes mover el resultado 1.7 puntos. Pero si vota solo el 50%, esa misma movilización puede tener un impacto de 3 puntos”, expresó.
La provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas electorales, evidenció una mayor participación en algunos distritos, también con un patrón en el resultado. La octava sección (La Plata) fue la más participativa, con un 66,05%, seguida de la segunda y tercera secciones, ambas por encima del 63%. En cambio, las quinta y sexta, únicas donde La Libertad Avanza se impuso, fueron las de menor concurrencia, con alrededor del 60%.
“Creo que va a haber más presentismo que en las legislativas provinciales, pero probablemente menos que en las legislativas de otros años”, expresó Daniel Schteingart, consultor de Fundar. Según su opinión, la derrota del Gobierno en la provincia de Buenos Aires podría reactivar a parte del electorado oficialista que no fue a votar en septiembre. Algo similar ocurrió en 2019, cuando después de unas PASO, con un resultado muy negativo para Mauricio Macri, votantes desencantados volvieron a apoyarlo en la general, reduciendo la diferencia.
Sin embargo, advirtió que la situación actual es más incierta. La mayoría de los que se ausentaron esta vez no provienen del electorado de Patricia Bullrich, sino de quienes votaron a Milei en la primera vuelta de 2023. Ese grupo es más popular y menos antiperonista que el votante tradicional de Juntos por el Cambio. Por lo tanto, para Schteingart, no está claro si reaccionará por temor al kirchnerismo.
Por su parte, Mariel Fornoni, de Management & Fit, comentó que en las encuestas “el 97% te dice que está interiorizado en la elección y el 80% te dice que va a ir a votar”. Sin embargo, añadió: “Nosotros habíamos visto un aumento del compromiso justo cuando pasó lo de Espert, y después de ahí volvió a decaer. Yo creería que se va a acercar más al 70% que al 60%”.
Lucas Romero, de Synopsis, explicó que, según sus análisis, la participación electoral en la Provincia de Buenos Aires muestra una correlación negativa con el nivel socioeconómico: a menor ingreso, menor participación. Esto sugiere que la desafección electoral se debe a insatisfacción con el sistema y no beneficiaría al Gobierno. “Tengo la impresión de que podríamos estar rompiendo el piso de 70% de participación. Acá hay que distinguir lo que ocurrió en el 2001. En el 2001 votó muy poca gente afirmativamente, pero fue mucha gente a votar. Más del 70%. Lo que pasa es que un 25%, redondeando votó en blanco. El voto afirmativo estuvo en el 57%”, destacó.
En la tercera sección electoral, la más populosa y decisiva, concentró más de cinco millones de votantes y una participación del 63,5%. Pero el comportamiento no fue uniforme: mientras La Matanza — el distrito de mayor peso — tuvo una asistencia del 62%, Florencio Varela cayó al 59%, y Presidente Perón al 60,9%. En el otro extremo, Berisso, Berazategui y Ensenada superaron el 66%, y Dolores encabezó el ranking provincial con un notable 73,5%. El municipio con menor participación fue Patagones, con apenas 50,9%.