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Desmitificación de un “villano”. Cuál es la amenaza letal que enfrenta una especie indispensable del Mar Argentino

Un tercio de los condrictios, que incluyen tiburones, rayas y quimeras, están en peligro de extinción, según el último informe del Grupo Especialista de Tiburones de la Unión Internacional par...

Desmitificación de un “villano”. Cuál es la amenaza letal que enfrenta una especie indispensable del Mar Argentino

Un tercio de los condrictios, que incluyen tiburones, rayas y quimeras, están en peligro de extinción, según el último informe del Grupo Especialista de Tiburones de la Unión Internacional par...

Un tercio de los condrictios, que incluyen tiburones, rayas y quimeras, están en peligro de extinción, según el último informe del Grupo Especialista de Tiburones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El estudio publicado a fines de 2024, señala que la sobrepesca es la principal amenaza que enfrentan a nivel mundial. Esta realidad puede parecer lejana, pero en la Argentina hay condrictios y están en peligro.

En el Mar Argentino existen alrededor de 105 especies de estos peces que se caracterizan por tener esqueleto de cartílago en lugar de hueso. Cincuenta y cinco son tiburones, 48 son batoideos (rayas, chuchos y afines) y dos, quimeras. “Es alarmante que el 71% de los condrictios que habitan nuestras aguas están en alguna categoría de riesgo de extinción de acuerdo con los criterios de la UICN”, advierte Juan Martín Cuevas, coordinador de conservación de rayas y tiburones de Wildlife Conservation Society (WCS) Argentina. A su vez, sostiene que persiste la falta de información para determinar el estado de conservación de una de cada cinco especies presentes en el Mar Patagónico y Áreas de Influencia.

Los humanos matan alrededor de 100 millones de tiburones por año, 274.000 por día, más de 11.000 por hora y tres por segundo.

Fondo Internacional para el Bienestar Animal

Su peligro de desaparición resulta aún más preocupante si se considera lo indispensables que son a nivel ambiental. “Los tiburones son predadores tope, es decir que se encuentran al final de la cadena alimentaria, y desde ese rol desempeñan un papel crucial en los océanos: mantener el equilibrio regulando otras especies inferiores en la cadena”, señala Cuevas.

Aún así, el patrón más observado en la opinión pública acerca de los tiburones es el miedo. Desde el lanzamiento de la película Tiburón, en 1975, se construyó el arquetipo de ese ejemplar como villano y eso repercutió directamente en el vínculo con la especie: aumentó su caza y creció la presión pública para implementar políticas restrictivas y anticonservacionistas. Sin embargo, mientras que el Archivo Internacional de Ataques de Tiburones reportó siete fatalidades en 2024 por mordidas de tiburón, el Fondo Internacional para el Bienestar Animal señala que los humanos matan alrededor de 100 millones de tiburones por año, 274.000 por día, más de 11.000 por hora y tres por segundo.

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A pesar de amenazas emergentes —como la degradación de hábitats, el cambio climático, la contaminación y el incremento del turismo—, el 99,6% de las especies de condrictios evaluadas por la UICN son vulnerables a la captura en pesquerías.

Son pescadas intencionalmente 355 especies de las 391 amenazadas, pero la mayoría de los condrictios son víctimas de la captura incidental o bycatch. Es decir que son atrapados por mecanismos de pesca, como la pesquería de arrastre, palangre y redes de enmalle, utilizados para cazar otro tipo de especies. El 99% de las veces los ejemplares pescados no intencionalmente son retenidos.

Dentro de la pesca intencional, un tercio de los tiburones de aguas profundas amenazados son pescados por su carne y por el escualeno de su hígado, que es utilizado para la producción de cosméticos, nutracéuticos y farmacéuticos. La carne es fuente de subsistencia o es utilizada en platos locales y tradicionales. La piel de raya, por ejemplo, es utilizada como papel de lija y los dientes y mandíbulas de tiburón, en la fabricación de joyas. Además, persiste la amenaza de la pesca recreativa o deportiva y la pesca negativa, es decir, la matanza por el temor a las especies.

El comercio de aletas, que observó un crecimiento exponencial en la década de los 90, actualmente se encuentra en declive debido a la creciente regulación del aleteo o finning. Esta práctica consiste en la pesca de ejemplares para cortar sus aletas y luego tirar el cuerpo al océano, donde el animal muere ahogado por no poder nadar.

La sobrepesca en la Argentina

“La Argentina se destaca por tener una de las mayores tasas de captura y desembarco de condrictios, ocupando el sexto lugar a nivel mundial durante el período 2007-2017 y el primero en rayas en la actualidad”, destaca Cuevas. Aún así, Gustavo Chiaramonte −investigador del Conicet en la Estación Hidrobiológica de Puerto Quequén que depende del Museo Argentino de Ciencias Naturales “B. Rivadavia”, y miembro del Grupo de Especialistas en Tiburones de la UICN— sostiene que el número de desembarcos ha caído en los últimos años, tanto por la disminución de las poblaciones, como por cambios en las flotas pesqueras.

La situación a nivel nacional de estas especies repercute directamente en su supervivencia global. El Océano Atlántico Sudoccidental es uno de los sitios clave para la conservación de tiburones en el mundo. La presencia de especies endémicas hace que su degradación resulte aún más preocupante, debido a la pérdida de riqueza genética. Hay más de 20 Áreas Importantes para Tiburones y Rayas (ISRA) en la Argentina, sitios cruciales para su conservación, definidos en base a criterios biológicos y ecológicos.

“El principal problema es el sobredimensionamiento de la flota pesquera. La cantidad de toneladas de carga que tiene la flota es infinitamente mayor que lo que puede producir el Mar Argentino”, señala Chiaramonte. “Esto repercute no en el mismo año, sino en 20 años, en el escenario que tenemos hoy, donde en vez de tener 6000 toneladas anuales de gatuzo, tenemos 2000. Y seguimos bajando”, advierte.

Además de los tiburones, otros condrictios vulnerables a la sobrepesca y la pesca incidental en el Mar Argentino son la quimera pez gallo o pez elefante américano (Callorhinchus callorynchus) clasificada como Vulnerable (VU) y las rayas guitarra grande (Pseudobatos horkelii) en Peligro Crítico (CR), la raya a lunares (Atlantoraja castelnaui) también en CR y el Chucho (Myliobatis goodei), VU.

“Hay pocas especies de condrictios que puedan soportar pesquerías. El gatuzo sería una, si se manejara bien, pero como no se manejó bien estamos en esta situación”, argumenta el biólogo. “Manejarlo bien implica parar la pesca cuando llegas a un límite. En este país cuando se llega a un límite, se sigue pescando. Parece que les da miedo bajar la presión pesquera o directamente frenar la pesca”, explica Chiaramonte. “Los intereses económicos son mucho más fuertes que cualquier otra cosa”, lamenta.

En su mayoría, los desembarques de tiburones, rayas y quimeras son exportados. El consumo nacional de pescado es muy bajo y los condrictios representan menos del 5%. Las principales especies consumidas son el tiburón ángel, el gatuzo y el pez elefante americano o pez gallo.

Los productos de tiburón exportados incluyen ejemplares enteros, troncos descabezados y destripados, filetes y aletas frescas, congeladas o secas. “Las rayas son el principal grupo pescado y desembarcado en gran volumen”, sostiene Cuevas. El producto más demandado es la carne congelada, destinada a Corea del Sur, seguida por ejemplares enteros congelados, a China, y despojos comestibles como hígado y esperma, también mayormente dirigidos a la República de Corea.

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La regulación nacional de la pesca de condrictios

La normativa nacional prohíbe la pesca objetivo de condrictios y establece que solo cinco especies de tiburón pueden ser desembarcadas y comercializadas si son capturadas incidentalmente: cazón, gatuzo, pez ángel, tiburón espinoso y pintarroja. “El resto de las especies capturadas deben ser devueltas al mar de la forma menos traumática posible, para maximizar su supervivencia, o bien si llegan muertos a cubierta deben ser preservados y transportados a un instituto de investigación para su estudio”, explica Jorge Colonello, jefe del programa de pesquerías de condrictios del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep). Además, se permite el desembarco del pez gallo y se establece un límite máximo equivalente al 30% del total de especies de rayas capturadas por marea.

“La Argentina es referente en cuanto a la diversidad de medidas adoptadas, tendientes al manejo sostenible y conservación de peces cartilaginosos”, destaca Colonello. Entre ellas, existen medidas específicas (como las Capturas Totales Permisibles anuales), de grupo (como los límites de desembarque por marea), buenas prácticas de pesca y devolución, la prohibición del aleteo, y el establecimiento de áreas de veda para el arrastre de fondo en zonas de concentraciones reproductivas y de juveniles de estas especies. “Su cumplimiento se monitorea a partir de inspectores de muelle y a bordo de embarcaciones comerciales, como así también del monitoreo satelital”, explica.

Sin embargo, Chiaramonte argumenta: “Todo lo que son vedas y ese tipo de cosas no tiene sentido. Son una mini mejora, pero nadie sabe si funcionan o no porque no hay proyectos de evaluación”. El investigador sostiene que solo se logra un manejo sostenible cuando se involucra a la comunidad pesquera. Ejemplifica que el Plan de Acción Nacional de Tiburones fue “pura y exclusivamente científico” debido a que el sector productivo pesquero y el sector marinero no fueron incluidos en las conversaciones. “Eso llevó a que el plan fuera un estado de situación y punto”, indica Chiaramonte. “Falta darse cuenta que uno es biólogo y sabe de biología, y que de pesca sabe el pescador”, resume.

Además del miedo, a nivel nacional, persiste la desinformación sobre la presencia y la vulnerabilidad de estas especies. Chiaramonte señala que se ha trabajado mucho en el último tiempo y destaca que un grupo que hoy está muy involucrado en su conservación es el de los pescadores recreativos. En gran medida, esto se debe al trabajo realizado por la iniciativa Conservar Tiburones en Argentina.

La colaboración con más de 240 pescadores deportivos —propuesta por WCS, el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata y el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia— logró que cuando estos capturan un tiburón, lo liberen con una marca debajo de la aleta dorsal con los datos necesarios para su identificación.

La información recolectada por pescadores en algunos casos resulta inédita. “Alentamos un cambio de paradigma en su actividad: por un lado, pasar de la pesca con sacrificio a la pesca con marcado y devolución al mar; y por el otro, los sumamos a que contribuyan al relevamiento de información clave para la conservación”, explica Cuevas.

“Las medidas más efectivas siempre son convencer a los usuarios, que la gente que usa el recurso sea consciente. Eso es lo que a la larga va a dar mayor resultado que cualquier ordenanza pesquera”, insiste Chiaramonte. “Se necesita generar confianza y que en algún momento se sienten todos en la mesa para decir ‘¿cómo cambiamos de rumbo?’”, concluye.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/desmitificacion-de-un-villano-cual-es-la-amenaza-letal-que-enfrenta-una-especie-indispensable-del-nid12122025/

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