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El camino a la normalidad que se le abre al país luego de las elecciones

El 10 de octubre, el Congreso de Perú declaró vacante el cargo de la presidencia del país, al decretar la incapacidad moral permanente de Dina Boluarte, que fue reemplazada por José Jerí, el n...

El camino a la normalidad que se le abre al país luego de las elecciones

El 10 de octubre, el Congreso de Perú declaró vacante el cargo de la presidencia del país, al decretar la incapacidad moral permanente de Dina Boluarte, que fue reemplazada por José Jerí, el n...

El 10 de octubre, el Congreso de Perú declaró vacante el cargo de la presidencia del país, al decretar la incapacidad moral permanente de Dina Boluarte, que fue reemplazada por José Jerí, el noveno presidente desde 2016. Ese día, el sol peruano se depreció solamente un 0,26% contra el dólar; las tasas de interés casi ni se movieron. La semana siguiente, Gabriel Oddone, ministro de economía del Frente Amplio, la coalición de izquierda que gobierna Uruguay, explicaba en distintas conferencias en Washington las reformas fiscales, monetarias y microeconómicas pro estabilidad y pro mercado que estaba emprendiendo su gobierno.

Estos dos hechos, aparentemente inconexos con la Argentina, nos permiten explicar, por oposición, mucho del tremendo stress financiero por el que atraviesa nuestro país estos días.

La política peruana es un circo, en el cual lo único seguro es que los presidentes terminan presos, pero la economía es una roca de estabilidad. La actividad tuvo un crecimiento promedio de 4,1% desde el 2000, más del doble que el de la Argentina, la inflación orilla el 2% anual, y el gobierno emite deuda en moneda local a 10 años a poco más del 6%. ¿Cómo logró Perú esta estabilidad económica en medio de permanentes tempestades políticas? Además de una Constitución que limita mucho la injerencia del sector público en la economía, tiene dos características que la Argentina carece: un banco central independiente y reservas internacionales por cerca del 30% del PBI (que comparan con el 1% del PBI en términos netos en la Argentina). Es decir, pase lo que pase con la política, el banco central puede manejar a gusto el mercado cambiario, y gracias a su independencia nadie sospecha que un cambio de gobierno significará prender la maquinita de imprimir billetes para financiar el despilfarro público.

El ejemplo de Uruguay expone, también por contraste, el pánico que muestran los argentinos ante cualquier elección. En el país vecino, como en el resto de la región, la izquierda y la derecha se pusieron de acuerdo en un mínimo conjunto de premisas sobre el manejo de la economía: el banco central tiene que ser independiente y no financiar al gobierno, tiene que haber una regla fiscal para atenuar los ciclos de gasto electorales, la economía tiene que estar medianamente abierta al mundo, y las deudas se pagan. Los argentinos, en cambio, sabemos que si el kirchnerismo retorna al poder volverá a tener déficit fiscal, financiado con emisión monetaria, lo cual derivará en una elevada inflación y en la reimposición del cepo cambiario. Como consecuencia, ante cualquier elección que pueda significar la vuelta del kirchnerismo, compramos dólares como si no hubiese un mañana.

Desde abril, cuando liberaron el cepo para individuos, hasta agosto, el último dato disponible, la compra de moneda extranjera fue de casi US$18.000 millones en términos netos, y la misma seguramente se aceleró en septiembre y octubre. Es decir, la compra de dólares de abril a octubre debe haber superado los US$25.000 millones, casi un 4,5% del PBI. La magnitud cuantitativa y cualitativa de este descalabro toma otra dimensión cuando se considera que en las últimas semanas la compra desesperada de dólares continuó a pesar del impresionante apoyo del gobierno de los Estados Unidos, que incluyó intervenciones en el mercado cambiario para sostener al peso por, según estimaciones privadas, más de US$1800 millones.

Una locura de este tamaño, inigualable en el mundo, solo puede entenderse a la luz del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) que vivimos los argentinos luego de los eventos de agosto de 2019. El día posterior al rotundo triunfo del binomio Fernández-Fernández en las PASO del 11 de agosto, el peso se depreció el 23% contra el dólar, los bonos se desplomaron entre un 25% y un 55%, haciendo saltar el riesgo país de 870 puntos a más de 1700 puntos, y la bolsa tuvo la segunda mayor caída del mundo desde 1950. Las acciones posteriores del cuarto gobierno kirchnerista le dieron la razón al mercado. El TEPT se extiende a los inversores internacionales. Incluso los que están optimistas con el país entran a la elección de hoy con posiciones muy livianas, por temor a quedar mal ante sus clientes si el Kirchnerismo triunfa hoy.

El gobierno de Javier Milei tiene, por suerte, formas de morigerar estas deficiencias de la economía argentina en la segunda parte de su mandato.

En primer lugar, luego de las elecciones tanto el Gobierno como el Banco Central (BCRA) tienen que abocarse a la compra de dólares, el primero para formar un colchón para los pagos de deudas en moneda extranjera, y el segundo para fortalecer las reservas internacionales. El programa con el FMI espera que estas aumenten, en términos netos, en US$31.700 millones hasta finales de 2027. Debido a la remonetización que experimentará la Argentina en un escenario poselectoral razonable, dichas compras pueden ser perfectamente administradas.

En segundo lugar, como parte de los acuerdos políticos poselectorales, además de la aprobación del Presupuesto 2026 y de un conjunto de reformas estructurales, el Gobierno debe poner en la mesa de negociación la aprobación una nueva Carta Orgánica del BCRA, que le otorgue independencia al organismo monetario. Esta ley fue un requisito del programa con el FMI de octubre de 2018, y existe ya un proyecto redactado a tal fin, que incorpora avances importantes comparado con la situación actual: le impide al BCRA financiar al Tesoro, se elimina la posibilidad de utilizar reservas para el pago de deuda, elimina la ley penal cambiaria e introduce cambios en los objetivos del BCRA y en la forma de nombramiento y remoción de sus directores.

Si bien las leyes valen menos en la Argentina que en otros países, porque cambian con demasiada frecuencia, una nueva Carta Orgánica, votada por una gran parte del arco político (quizás solo excluyendo el kirchnerismo y la izquierda dura) sería un gran espaldarazo para el esfuerzo antiinflacionario. También sería un reaseguro para nuestros acreedores, incluyendo bonistas, el FMI y el Tesoro de los Estados Unidos, de que el Gobierno no se gastará las reservas en intentar mantener un tipo de cambio artificialmente bajo con fines electorales; menos aún que se roben las reservas, como los US$64.000 millones que se apropiaron Néstor y Cristina Kirchner para pagar deuda al tiempo que decían a su feligresía que estaban desendeudando al país.

Evitar que en cada elección la Argentina tenga en pugna un modelo de atraso, cepo e hiperinflación es más difícil, pero no es imposible. La forma de convertir al kirchnerismo en una opción minoritaria es asegurar el crecimiento económico con baja inflación en los próximos años. Un resultado razonable para el Gobierno en la elección de hoy abre esta oportunidad.

Con un resultado razonable, el Gobierno no solo logrará junto a aliados cercanos el tercio para blindar los vetos presidenciales, sino que mostrará al establishment político y económico que sigue en juego a pesar de pagar los costos de un ajuste brutal (y de muchos errores propios). Puede así sentarse a negociar para expandir las bases de sustentabilidad con aliados cercanos. Más allá de los cambios de gabinete, lo más importante es lograr acuerdos para lograr aprobar las leyes clave, que permitan sostener el núcleo del programa de Milei: el superávit primario (sancionado en el Presupuesto) y un conjunto de reformas microeconómicas que permitan al sector privado ganar competitividad. Ojalá estos acuerdos incluyan rebajas de impuestos y la independencia del BCRA.

Con estos acuerdos, plasmados en leyes en la mano, con el BCRA y el Tesoro comprando reservas, y con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, las tasas de interés deberían desplomarse. Esto permitiría, con el tiempo, dos desarrollos. Por un lado, con un riesgo país cercano o inferior a los 500 puntos básicos (5% por encima de un bono del Tesoro de los Estados Unidos, comparado con más de 1100 hoy), el Gobierno podría salir nuevamente al mercado de deuda, para poder pagar los vencimientos con nuevas emisiones, como hacen todos los países normales. En segundo lugar, puede dar lugar a un nuevo ciclo de crédito interno, que dinamice el consumo y el mercado de la construcción.

En el mismo sentido, en un escenario así el BCRA podría levantar totalmente el cepo, abandonar el esquema de bandas cambiarias y dejar nuestra moneda flotar libremente, sin tener que sufrir una gran depreciación del peso. Los argentinos entran a la elección super dolarizados: a las compras de dólares se le suman los casi US$7000 millones que vendió el BCRA en el mercado de futuros y los casi US$10.000 millones dolar-linked que vendieron entre el Gobierno y el BCRA. En un escenario positivo, parte de esa dolarización se deshará, permitiendo, junto al apoyo del Tesoro de los EE.UU, evitar un salto cambiario importante.

En un contexto de tipo de cambio contenido, reducción de tasas de interés y mayor inversión, la economía puede volver a crecer, con la inflación convergiendo lentamente a un digito. Esperemos que el Gobierno tome este camino que se le abre. El éxito del programa permitiría aislar aún más al kirchnerismo del resto del peronismo, convirtiéndolo en una opción minoritaria de izquierda nacionalista, como era Alende en los 80. La Argentina podría así seguir debatiendo temas interesantes como el modelo de inserción al mundo, el sistema impositivo, la productividad, las deficiencias de nuestro sistema educativo y de nuestra infraestructura, y tantas otras discusiones que nos debemos, pero que sustituimos cada dos años por una lucha por saber si la rueda es redonda como en todo el mundo, o rectangular, como el balcón desde el que saludará Cristina hoy si el kirchnerismo sale victorioso.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/el-camino-a-la-normalidad-que-se-le-abre-al-pais-luego-de-las-elecciones-nid26102025/

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