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El cineasta que sorprendió en Milán con una instalación inmersiva que reflexiona sobre la espera

MILÁNEl vértigo urbano no se lleva nada bien con la paciencia, y menos que menos, con la espera. Situaciones que nos obligan a poner pausa, como hacer fila, clavar la mirada en la pantalli...

El cineasta que sorprendió en Milán con una instalación inmersiva que reflexiona sobre la espera

MILÁNEl vértigo urbano no se lleva nada bien con la paciencia, y menos que menos, con la espera. Situaciones que nos obligan a poner pausa, como hacer fila, clavar la mirada en la pantalli...

MILÁN

El vértigo urbano no se lleva nada bien con la paciencia, y menos que menos, con la espera. Situaciones que nos obligan a poner pausa, como hacer fila, clavar la mirada en la pantallita de los turnos médicos, o arrugar el ticket con el número que define cuánto tiempo más, o menos, debemos scrollear el celular para matar esos minutos eternos.

La ansiedad como brújula fue el punto de partida de Paolo Sorrentino (55), cineasta italiano ganador del Oscar por Mejor Película Extranjera en 2014 con La gran belleza, el film que retrata a Roma en clave fellinesca. Once años, dos series y ocho películas después, el director nacido en Nápoles desarrolló una instalación inmersiva para reflexionar acerca de la espera como tiempo vital.

La dolce attesa –La dulce espera– transcurrió durante la última edición del Salone del Mobile de Milán, en el marco de la Bienal Euroluce, de iluminación por donde pasaron más de 300 mil personas para conocer las últimas tendencias del futuro del habitar. Sorrentino detuvo su mirada irónica y clavó las agujas en un contexto singular, donde el ritmo fue frenético. El director de Fue la mano de Dios (2021) y Parthenope (2025), entre otras, transformó la espera en una experiencia íntima, poética y performática.

La aventura cinematográfica esta vez cruzó las fronteras de la lente de la cámara para interpelar la mirada de los visitantes, invitarlos a recostarse y observar el artefacto esmerilado que ocultaba los latidos del corazón

El dispositivo escenográfico se montó solo para la expo internacional que se desarrolló entre el 8 y el 13 de abril. Para acceder a la instalación era necesario subir a un ascensor de a dos personas por vez. Apenas 10 segundos después se abrían las puertas y dos asistentes con ambos monocromáticos guiaban a los participantes a una gran sala de espera del área de Cardiología. Recostados en cápsulas ergonómicas y deslizables –como vientres maternos–, los “pacientes” recorrían casi 20 metros hasta el destino. Las luces eran tenues, en tonos anaranjados. Un dispositivo esmerilado reflejaba destellos mínimos: representaba los latidos del corazón. En el tramo final, la típica ventana por la que un grupo de médicos observaba esta suerte de coreografía.

“Esperar no significa quedarse quieto. Esperar es desviar la mirada, tender hacia algo, perseguir sin correr”, dice el director de cine.

Los médicos de este “quirófano” inmersivo estuvieron interpretados por actores del Piccolo Teatro de Milán. Y la música fue tan protagonista como el guion: Max Casacci, guitarrista y fundador de la banda de rock Subsonica, desplegó paisajes acústicos que remitían a mares y bosques. “En La dolce attesa hablamos de la espera de una respuesta médica. Ese tipo de espera que se convierte en tiempo suspendido. Permanecemos suspendidos. Quietos, tensos, nerviosos. Y la sala de espera, tal como ha sido concebida hasta ahora, solo sirve para amplificar esa angustia”, explicó Sorrentino durante el ciclo de diálogos Drafting Futures, parte de la agenda cultural de esta edición 63ª del Salone del Mobile.

En la charla Trazando futuros: Conversaciones sobre nuevas perspectivas, Sorrentino se preguntó si esperar “es un vacío que llenar o una oportunidad que aprovechar”. Su propia respuesta fue contundente: “Esperar es agonizar. La dulce espera es un viaje. Un terreno intermedio donde todo sigue siendo posible, donde todo puede –o podría– ser más amable”. Y agregó que para montar esta “metáfora de la existencia” convocó a la prestigiosa escenógrafa y vestuarista Margherita Palli.

Entrenar la paciencia, apreciar la belleza y suspender el tiempo fueron los objetivos del director que transformó “una desgracia en un viaje tranquilizador: cuando aguardamos nuestro destino, en términos médicos, lo único que podemos hacer es esperar. En un estado de angustia. Quizás, entonces, deberíamos repensar la manera en que esperamos. Así, tal vez, la espera pueda volverse menos dolorosa. Porque se transforma en otra cosa. Esta sala se proyectó para ser otra cosa. No te obligaba a quedarte quieto, sino que te dejaba ir a un viaje corto, un paseo tranquilizador, como cuando éramos niños”, dijo Sorrentino.

El circuito sensorial fijó un contrapunto con una sala de espera tradicional de paredes blancas, sillas incómodas, monitores que parpadean números, empleados de mal humor. “En este marco uno solo se concentra compulsivamente en el smartphone. Quizás deberíamos engañar a esta situación, plantear una exploración para perdernos en ese viaje, como si fuera una hipnosis vaga que nos quite ese dolor. Por eso diseñamos la travesía a lo largo de un teatro íntimo que nos reconcilió con la idea de tranquilidad. Vivimos anestesiados por la inmediatez, olvidando que muchas de las experiencias más transformadoras ocurren precisamente cuando nada parece estar sucediendo”, completó.

La aventura cinematográfica esta vez cruzó las fronteras de la lente de la cámara para interpelar la mirada de los visitantes, invitarlos a recostarse y observar el artefacto esmerilado que ocultaba los latidos del corazón. “Semi invisible, misterioso y con una función clave, el corazón nos recuerda que aún no está todo perdido”, concluyó el cineasta, que cambió el sillón de director de un set por un espacio atemporal, suave y acolchado, en conexión directa con su propia reflexión sobre la ansiedad, la madre de todas sus batallas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-cineasta-que-sorprendio-en-milan-con-una-instalacion-inmersiva-que-reflexiona-sobre-la-espera-nid01062025/

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