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El inesperado auge de la Iglesia Ortodoxa entre jóvenes en EE.UU.: tradición, disciplina y una nueva idea de “masculinidad”

NUEVA YORK.- Algo está cambiando en el usualmente tranquilo rincón de la Iglesia Ortodoxa en Estados Unidos, un rincón que se enorgullece de lo poco que ha cambiado a lo largo del tiempo. Los sa...

El inesperado auge de la Iglesia Ortodoxa entre jóvenes en EE.UU.: tradición, disciplina y una nueva idea de “masculinidad”

NUEVA YORK.- Algo está cambiando en el usualmente tranquilo rincón de la Iglesia Ortodoxa en Estados Unidos, un rincón que se enorgullece de lo poco que ha cambiado a lo largo del tiempo. Los sa...

NUEVA YORK.- Algo está cambiando en el usualmente tranquilo rincón de la Iglesia Ortodoxa en Estados Unidos, un rincón que se enorgullece de lo poco que ha cambiado a lo largo del tiempo. Los sacerdotes intercambian anécdotas del récord de asistencia en sus iglesias, los feligreses de la primera hora se están adaptando —o no— al flujo de nuevos fieles, y las parroquias elaboran estrategias que les permitan atender a una eventual ola de conversos con el limitado clero que tienen.

Lo cierto es que en todo Estados Unidos la antigua tradición del cristianismo ortodoxo atrae a nuevos adherentes, especialmente entre los varones jóvenes conservadores, atraídos por lo que describen como una práctica más exigente y hasta más difícil que el cristianismo tradicional. Y se hacen eco de parte de la retórica de la así llamada “esfera masculina” (“manosphere”), la ola de nuevos jóvenes conversos dicen que la ortodoxia les ofrece respuestas duras y reafirma su masculinidad.

“Esto es algo nunca visto en toda la historia de la Iglesia Ortodoxa en Estados Unidos”, dice el reverendo Andrew Damick, arzobispo de Iglesia Ortodoxa de Antioquía en el este de Pensilvania, en relación con el enorme grupo de jóvenes que se presenta por primera vez en las parroquias. “Para todos nosotros esto es terreno desconocido”.

En Estados Unidos, el cristianismo ortodoxo es por lejos la más minoritaria de las tres grandes ramas de la cristiandad y representan a alrededor del 1% de la población, en comparación con el 40% de protestantes y el 20% de católicos. Históricamente, los bancos de las iglesias ortodoxas eran ocupados por inmigrantes de Ucrania, Grecia, y otros países con grandes comunidades ortodoxas. De hecho, sus hijos nacidos en Estados Unidos suelen migrar hacia otras iglesias.

Pero ahora hay una sorprendente auge de cristianismo ortodoxo de origen doméstico. Muchos de los jóvenes norteamericanos que hoy llegan a esos templos han sido introducidos en la ortodoxia por influencias de línea dura extrema de YouTube y otras plataformas de redes sociales.

Una noche de hace un par de meses, los jóvenes de la Iglesia Ortodoxa de Todos los Santos en Raleigh, Carolina del Norte, se reunieron en una librería-bar al norte de la ciudad. En el momento álgido del evento había apenas un puñado de mujeres y más de cuarenta hombres. Los hombres lo notaron y creyeron saber el porqué.

La ortodoxia “atrae al alma masculina”, dice Elkins, estudiante de 20 años de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, mientras conversa en el bar con otros jóvenes.

“La Iglesia Ortodoxa es la única que realmente instruye a los hombres y les dice: ‘Lo que tienen que hacer es esto’”, agrega Elkins y cita como al pasar a un mártir del siglo II, insertando términos como “episcopado monárquico” en la conversación. Habla muy entusiasmado del servicio religioso semanal conocido como la Divina Liturgia, una ceremonia de varias horas en la que los asistentes suelen estar de pie todo el tiempo, en vez de sentarse en bancos o arrodillarse.

La Divina Liturgia es solo uno de los aspectos de la práctica y la fe ortodoxas que la gran mayoría de los norteamericanos desconoce, incluso otros cristianos. Los servicios ortodoxos incluyen cánticos, incienso y genuflexiones profundas ante iconos pintados, y gran parte de la liturgia se celebra aparte, fuera de la vista de los fieles. La iglesia también mantiene un estricto y complejo calendario de ayunos.

“Es mucho más difícil de lo que pensaba”, dice Matthew Herman Hudson, de 29 años, que se convirtió a principios de la veintena y trabaja en una librería en Raleigh. “Pero es algo me llega como nada antes”.

Matthew recuerda que cuando se convirtió tuvo que explicarles a sus amigos qué era la ortodoxia. Ahora, los clientes de la librería suelen identificar la cruz ortodoxa que lleva al cuello, con sus tres distintivas barras.

La Generación Z está desafiando lo que esperaban muchos académicos y líderes religiosos, quienes durante décadas señalaron la progresiva secularización del país, donde cada generación era menos religiosa que la anterior. Algunas encuestas recientes sugieren que los hombres jóvenes adultos están contradiciendo esa tendencia.

La Iglesia Ortodoxa remonta su linaje eclesiástico a Jesucristo y los primeros apóstoles. En el primer milenio, con la expansión del cristianismo, se abrió una división teológica y política entre la Iglesia Oriental y la Iglesia Occidental, o Católica Romana, y un cisma por cuestiones de autoridad papal del siglo XI dividió definitivamente a ambas confesiones, y la ortodoxia oriental floreció en Medio Oriente, Rusia y Europa Oriental.

Los cristianos ortodoxos en Estados Unidos son más jóvenes y predominantemente masculinos que muchos otros grupos cristianos del país. Más del 60% son hombres, en comparación con el 46% de los protestantes, según el Centro de Investigaciones Pew. Y también son mucho más jóvenes: el 24% de sus fieles adultos son menores de 30 años, frente al 14% de los protestantes. Entre ortodoxos y católicos las diferencias son similares.

Algunos nuevos conversos afirman con satisfacción que la ortodoxia tiene un carácter más masculino que otras tradiciones. Los sacerdotes, que deben ser varones y pueden casarse, suelen tener barbas largas y familias numerosas. Y a sus fieles, la ortodoxia les exige sacrificios, como el ayuno, y no emotiva música contemporánea y sermones terapéuticos, según ellos, la típica experiencia de las megaiglesias evangélicas.

“No hay guerras en las que morir... bueno, sí las hay, pero no son guerras honorables”, dice Laric Copes Jr., de 28 años, feligrés de la iglesia de Todos los Santos, y agrega que para exprotestantes como él, la ortodoxia representa “una especie de frontera por explorar”.

“Los jóvenes necesitan un propósito, sea cual sea”, apunta Jerod Stine, de 26 años. “A los jóvenes les cuesta encontrar trabajo, entrar en la universidad, y la sociedad les dice: ‘No te necesitamos’”.

Laric y Jerod solían asistir a la misma megaiglesia evangélica, pero perdieron contacto cuando la iglesia se hundió en el escándalo. Años después se reencontraron en la reunión ortodoxa en la librería.

Versión más radicalizada

La revitalización de muchas parroquias ortodoxas coincide con una tendencia más amplia entre los jóvenes a adoptar versiones más radicalizadas e intensas de diversas tradiciones cristianas. En la Iglesia Católica, por ejemplo, hay una minoría significativa de jóvenes que prefiere la Misa Tradicional en Latín, anterior al Concilio Vaticano II, y que asiste a parroquias donde durante la misa las mujeres usan velo.

Los influencers a quienes muchos jóvenes atribuyen su acercamiento a la ortodoxia hablan abiertamente sobre política y cultura -temas que los párrocos suelen evitar- y suelen compartir un conservadurismo social inflexible, con un interés particular en la “familia tradicional” y en lo que describen como las amenazas del feminismo, la homosexualidad y las identidades transgénero. Generalmente también se oponen al Estado de Israel.

Pero ciertos sectores de la comunidad ortodoxa en internet no solo son conservadores o tradicionalistas, sino abiertamente racistas y antisemitas, y varias personalidades de la extrema derecha que en los últimos años se han convertido a la ortodoxia cristiana. En el sur de Estados Unidos existe una corriente de ortodoxia neoconfederada que combina el supremacismo blanco con la práctica ortodoxa.

El escritor cristiano ortodoxo Rod Dreher advirtió recientemente que “el antisemitismo se está propagando como un virus entre los conservadores religiosos de la generación Z”, incluso entre los ortodoxos.

Los párrocos entrevistados dicen que consideran que parte de su labor como pastores es integrar a los “ortodoxos” extremistas a la vida parroquial, la cual, insistieron, está muy alejada de la retórica violenta que se vive en las redes sociales. Sin embargo, los críticos afirman que los altos líderes de la iglesia ortodoxa rara vez condenan siquiera la retórica más nociva de los cristianos ortodoxos más prominentes.

“Desde una perspectiva institucional, lo entiendo: les entusiasma el crecimiento”, apunta Sarah Riccardi-Swartz, profesora adjunta de religión y antropología en la Universidad Northeastern, quien ha escrito sobre los norteamericanos que se convierten a la ortodoxia rusa. “Pero cuando ese crecimiento viene acompañado de tendencias políticas violentas, no es bueno y hay que controlarlo”.

(Traducción de Jaime Arrambide)

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/el-inesperado-auge-de-la-iglesia-ortodoxa-entre-jovenes-en-eeuu-tradicion-disciplina-y-una-nueva-nid20112025/

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