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El “oro blanco” que equilibra la microbiota y mejora la salud digestiva

Originario de las montañas del Cáucaso, este fermento ancestral ha comenzado a ser objeto de análisis científicos rigurosos. ...

El “oro blanco” que equilibra la microbiota y mejora la salud digestiva

Originario de las montañas del Cáucaso, este fermento ancestral ha comenzado a ser objeto de análisis científicos rigurosos. ...

Originario de las montañas del Cáucaso, este fermento ancestral ha comenzado a ser objeto de análisis científicos rigurosos. Publicaciones en bases como PubMed y BMC lo describen como una matriz simbiótica viva, compuesta por una diversidad de entre 30 y 60 microorganismos que interactúan con distintas funciones del organismo. Aunque los estudios en humanos aún son acotados y variados, los primeros resultados sugieren un posible rol en la regulación digestiva, la modulación inmunitaria y la recuperación del equilibrio microbiano.

El kéfir se obtiene a partir de gránulos blancos, gelatinosos, que concentran una comunidad de bacterias lácticas y levaduras. Durante el proceso de fermentación de azúcares, estos gránulos producen compuestos como ácido láctico, dióxido de carbono, etanol y otros metabolitos activos que modifican la estructura del líquido original, generando una bebida rica en microorganismos vivos.

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“Es una simbiosis natural entre levaduras y bacterias que se potencia en ese entorno compartido”, explica César Casavola, presidente de la Sociedad Argentina de Médicos Nutricionistas (SAMENUT).

Su origen se remonta a prácticas tradicionales del Cáucaso, donde se dejaba fermentar leche en recipientes de piel de cabra sin lavar. Así se descubrió que la película blanca generaba una bebida nueva, ácida, de sabor particular y más duradera. La llamaron kéfir, del turco keyif, que alude a la sensación de bienestar.

Dos variedades principalesKéfir de leche: ácido y espumoso, similar al yogur. Casavola destaca su aporte de proteínas, vitaminas B y K2, además de calcio y fósforo.Kéfir de agua: elaborado con frutas y azúcar, contiene menos proteínas y calorías, pero conserva los probióticos y compuestos bioactivos.Qué beneficios se le atribuyen

La mayoría de los estudios realizados hasta hoy son in vitro o en modelos animales, pero sugieren que el consumo habitual de kéfir se asocia con mejoras en diversos indicadores:

mayor tolerancia a la lactosaactividad antibacterianadisminución del colesterolregulación de la glucemiaefecto antihipertensivo y antiinflamatorioacción antioxidante y antialérgicaposible actividad anticancerígenapropiedades cicatrizantes1. Promueve la diversidad microbiana

Bacterias como Lactobacillus kefiranofaciens, L. plantarum, L. acidophilus y levaduras como Saccharomyces cerevisiae o Kluyveromyces marxianus ayudan a generar ácidos orgánicos, enzimas y kefiran, un polisacárido clave. Estos elementos modifican el entorno intestinal, reduciendo el pH, desplazando bacterias oportunistas y actuando como sustrato prebiótico.

Ambas variantes, tanto de leche como de agua, pueden aumentar la diversidad bacteriana. Beneficiosa, especialmente tras tratamientos con antibióticos o situaciones de estrés.

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“Favorece el desarrollo de Lactobacillus y Bifidobacterium, mientras suprime microorganismos dañinos, lo cual colabora en restablecer un entorno intestinal saludable”, indica Casavola.

Además, una microbiota en equilibrio mejora la absorción de nutrientes como calcio y magnesio. “Eso potencia la biodisponibilidad de vitaminas y minerales esenciales”, suma la nutricionista Milagros Sympson (M.N. 12067).

Un estudio en BMC Medicine mostró que en pacientes críticos, el kéfir ayudó a disminuir la disbiosis intestinal, un desbalance común en contextos de salud comprometida.

2. Alivia síntomas digestivos

El kéfir mejora la digestión al normalizar el tránsito intestinal, y puede ser útil en casos de constipación, diarreas o colon irritable. “Su capacidad probiótica y la reducción del pH colónico favorecen estos efectos”, afirma Casavola.

También produce enzimas que degradan la lactosa, facilitando la digestión en personas con intolerancia. Los péptidos y ácidos que genera actúan a nivel local reduciendo la inflamación: “Eso fortalece la barrera intestinal, lo que impide el ingreso de toxinas o patógenos”, detalla Sympson.

3. Refuerza las defensas

“Sus efectos inmunomoduladores provienen tanto de las bacterias como de los compuestos que se sintetizan durante la fermentación”, comenta Casavola. Entre ellos, péptidos que activan respuestas inmunes específicas contra infecciones.

Sympson subraya que una parte clave del sistema inmune reside en el intestino, por lo que mantener su equilibrio favorece una mejor respuesta general.

Cómo prepararlo

El kéfir puede elaborarse de forma casera colocando los gránulos en un frasco con leche (animal o vegetal) o agua con azúcar. La fermentación dura entre 24 y 48 horas a temperatura ambiente. Luego se cuela, se reutilizan los gránulos y se conserva refrigerado. Casavola recomienda:

usar utensilios de vidrio o plástico esterilizadosevitar el contacto con metalesmantener una buena higiene de cocina y manosconsumir dentro de los 7 a 10 días

En cuanto a la cantidad, con 100 a 200 ml diarios es suficiente para obtener beneficios comprobados. “Lo más importante es la constancia, que el kéfir sea de buena calidad y esté acompañado de una alimentación equilibrada”, concluye Sympson.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/salud/nutricion/el-oro-blanco-que-equilibra-la-microbiota-y-mejora-la-salud-digestiva-nid17112025/

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