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El parque, único en el mundo, donde se ven los meteoritos más grandes

Hace cuatro mil años, los egipcios ya habían construido varias pirámides a orillas del Nilo. En las inmensas llanuras del ...

El parque, único en el mundo, donde se ven los meteoritos más grandes

Hace cuatro mil años, los egipcios ya habían construido varias pirámides a orillas del Nilo. En las inmensas llanuras del ...

Hace cuatro mil años, los egipcios ya habían construido varias pirámides a orillas del Nilo. En las inmensas llanuras del Chaco sudamericano, mientras tanto, algunos pueblos vivían todavía en los albores de la civilización. Su vida rutinaria, marcada por los ciclos de las lluvias y las sequías, se hizo añicos de repente, cuando una lluvia de grandes meteoritos desgarró el cielo y cayó en la Tierra, creando profundos cráteres y devastando todo.

Algunas leyendas sobre el tema sobrevivieron los milenios, como la del Mesón de Hierro, buscado por varias expediciones de exploradores a lo largo de décadas. A falta de oro, los conquistadores buscaron en vano ese gran bloque de metal, sin saber que venía del espacio. ¿Lo encontraron? La historia no guardó registro de la respuesta…

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Ningún lugar en el país merece tan bien su nombre como Campo del Cielo, ubicado en el extremo oeste de la provincia de Chaco, a pocos kilómetros del límite con Santiago del Estero. Allí se encontraron grandes masas de hierro, escondidas en lo más profundo del suelo. Dos de ellos figuran entre los tres meteoritos ferrosos más grandes conocidos hasta el momento. Se exponen en un predio en medio del monte, en las afueras del pueblito de Gancedo. Su nombre oficial es Reserva Natural Cultural Pigüen N’Onaxá.

Los meteoritos de Campo del Cielo son “hijos” de la gran bola de hierro que ingresó a la atmósfera terrestre a una velocidad supersónica, explotó y se fragmentó antes de caer con tanta fuerza que los pedazos se hundieron bajo el suelo, quemando todo. El meteorito “padre” original provenía del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Es uno de los muchos datos que uno va descubriendo a medida que visita el museo a cielo abierto y su centro de interpretación. Es un sitio desconocido para muchos argentinos, aunque su fama trascendió las fronteras y el libro de visitas registra Europa y Norteamérica.

Viviana Gatto, guía del Parque de Interpretación, lo confirma. La lejanía y la falta de difusión opacan este sitio único en el mundo. Y, sin embargo, se atesora allí algo único. En un predio cubierto por algarrobos y otros árboles nativos chaqueños se encuentran algunos de los fragmentos más grandes del meteorito, que los científicos y los baquianos lograron sacar de las entrañas de la tierra. El más chico pesa varias toneladas y, al igual que los demás, está constituido por más de un 90% de hierro.

Afuera, la visita es libre y uno solo tiene que seguir el camino para ir de un meteorito al otro. Adentro, las visitas se realizan en horarios prefijados. Los fines de semana, cuando algunos vecinos vienen a pasear en familia, se suele concentrar la guiada a las 14. Pero Vivana Gatto reconoce que muchos días no viene nadie. Campo del Cielo está a más 250 kilómetros de Santiago del Estero y a casi 400 de Resistencia. Además, muchas de las rutas no están en buen estado y los servicios son escasos a lo largo del camino.

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Relatos moqoit

“Los paneles nos presentan cómo fueron las primeras expediciones europeas y criollas, y también los conocimientos ancestrales de los pueblos originarios. Ellos han convivido con estos fragmentos estelares durante siglos. Los meteoritos son cuerpos celestes que llegan con poder, que vienen del cielo y que, según los relatos moqoit, aparecen en la superficie justo cuando alguien está destinado a encontrarlos”, cuenta. “Ellos los consideraban enviados de Dios y los usaban para hacer herramientas o para rituales”.

@juanmatraveller

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Los meteoritos de Campo del Cielo son sideritos, compuestos en un 92,7% por hierro y una pequeña proporción de níquel. El resto es escoria, o tierra que se quemó a temperaturas tan altas que se incrustó sobre la superficie del cuerpo celeste. “Todos los fragmentos que están en museos del mundo con esta composición metálica provienen de aquí. Hay en todos lados, incluso en la entrada del Planetario de Buenos Aires”, recuerda Viviana.

En el subsuelo se conserva una impresionante colección de pequeños fragmentos: “Se estima que cayeron alrededor de 300 toneladas de fragmentos, pero hasta ahora solo se ha recuperado cerca del 33%. El meteorito original pesaba unas 600 toneladas, el equivalente a 14 camiones con acoplado cargados de grano. Hasta la fecha, se han identificado 24 cráteres, aunque muchos más permanecen ocultos bajo tierra. Aquí tenemos el meteorito El Chaco, con 37 toneladas. Es el segundo más grande del mundo. Solo el meteorito Hoba, en Namibia, lo supera, con un peso de 66 toneladas”.

Campo del Cielo no es solo un sitio de interés geológico. También es un territorio de memorias, relatos y espiritualidades. Las crónicas coloniales del siglo XVIII, escritas por jesuitas como José Guevara, Florián Paucke y Martín Dobrizhoffer, ya recogían la relación de los pueblos originarios con el cielo y los fenómenos astronómicos. Hablaban de las Pléyades, de los eclipses y del rol de los pi’xonaq –los chamanes–, que realizaban viajes espirituales hacia las estrellas.

Los relatos orales moqoit coinciden en algo fundamental: los meteoritos eran parte de una red sagrada. “Según sus tradiciones, cuando caía un meteorito, los distintos pueblos chaqueños se reunían, celebraban ceremonias, consagraban líderes, visionarios, curanderos. Los meteoritos eran motivo de unión e identidad”, explican los paneles del museo. Cada mes, un guía moqoit participa en las visitas guiadas y completa las explicaciones con tradiciones orales ancestrales. Esas jornadas terminan con un fogón a la noche, con más cuentos y con la observación del cielo chaqueño.

Volviendo al museo, el subsuelo está dedicado al geólogo William Cassidy, del Lamont Geological Observatory, que lideró en los años 60 la primera campaña científica metódica en Campo del Cielo, acompañado por investigadores argentinos. “Estudiaron más de 15 cráteres y confirmaron que este fenómeno tiene más de 4000 años”, explica Viviana, mientras invita a los visitantes a sostener en las manos un verdadero fragmento del cosmos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/salud/el-parque-unico-en-el-mundo-donde-se-ven-los-meteoritos-mas-grandes-nid12062025/

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