Elio: un posible triunfo de Disney-Pixar, de cara a las vacaciones de invierno
Elio (Estados Unidos/2025). Dirección: Adrián Molina, Madeline Sharafian, Domee Shi. Guion: Adrián Molina, Madeline Sharafian, Domee Shi, Julia Cho, Mark Hammer, Mike Jones, Hannnah Friedman, Je...
Elio (Estados Unidos/2025). Dirección: Adrián Molina, Madeline Sharafian, Domee Shi. Guion: Adrián Molina, Madeline Sharafian, Domee Shi, Julia Cho, Mark Hammer, Mike Jones, Hannnah Friedman, Jesse Andrews. Fotografía: Jordan Rempel, Derek Williams. Edición: Steve Bloom, Anna Wolitzky. Música: Rob Simonsen. Calificación: Apta para todos público. Distribuidora: Disney. Duración: 98 minutos. Nuestra opinión: buena.
El tópico de la orfandad en el mundo de la animación adquiere en Elio una dimensión intergaláctica. En sintonía con la reelaboración de premisas clásicas que la usina Disney-Pixar ha intentado últimamente, la historia de Elio Solís evoca tanto el desamparo y la soledad de Dumbo, como el valor de la amistad presente en Lilo & Stich y Luca, pasando por la asunción de la responsabilidad de varias princesas adolescentes (Elsa de Frozen a la cabeza); en ese camino, el descubrimiento del espacio exterior lo introduce en un enigma recurrente para la especie humana: ¿estamos solos en el universo?
Con algo de la ciencia ficción spielberguiana, que combina la impronta existencial de Encuentros cercanos del tercer tipo (1977) y la lúdica de ET, el extraterrestre (1982), la nueva apuesta del estudio, esta vez co-dirigida por Adrian Molina (Coco), Madeline Sarafian (de la serie Somos Osos) y Domee Shi (Red) -y demorada más de un año por la huelga de actores del 2023-, consigue honrar aquellas tradiciones, arrancar algunas lágrimas y pintar un universo colorido de criaturas espaciales que bregan por la unión y el entendimiento entre planetas, hoy imaginado como una loca utopía.
“¡Aliens abdúzcanme!”, escribe Elio en la arena tras enterarse del viaje espacial del Voyager en los años 70, con el objetivo de hacer contacto con vida extraterrestre. Es que Elio no encuentra su lugar en la Tierra, ni en la vida militar de su tía y tutora Olga, ni en el club de radioaficionados que convoca para mejorar sus equipos y antenas, y menos en el internado para niños rebeldes donde termina perseguido por un grupo de enmascarados: Elio insiste en encontrar respuesta en ese infinito silencio que contempla cada noche sentado frente a las estrellas. Y finalmente un día sus plegarias serán escuchadas y un viaje a lo desconocido asomará como una aventura fantástica, con clones de gelatina, diplomáticos color rosa que leen la mente, un oráculo con forma de mazo de cartas y una inteligencia artificial que promete modelar el mejor futuro posible.
Como en todos los caminos de aprendizaje, las cosas tarde o temprano se complican. Las disputas intergalácticas entre el pacífico “Comuniverso” y el irascible Lord Grigon, un inmenso gusano con pequeñas patas y un traje bautizado como su “máquina de matar”, depositarán en Elio, el imprevisto embajador de la Tierra, los anhelos de negociación y concordancia. Envuelto en los vaivenes de la diplomacia, Elio descubre en Glordon, el tímido heredero de Lord Grigon, un amigo a la medida de su inmenso corazón.
Amigos y adversarios coronan el crecimiento de Elio en una peripecia que nunca abandona los límites de la fórmula, que cede a la emoción con honestidad, pero siempre ajustada a los temas previstos de antemano: el hallazgo del propio lugar en el mundo, la aceptación de las pérdidas y los renunciamientos que conlleva la vida adulta y el valor de la amistad, que requiere siempre reciprocidad. Y en esa serie de lecciones, Pixar esquiva el riesgo que asumiera en otra época (en películas que rompieron moldes como Up), se afirma en el legado de Spielberg como guiño a una generación de espectadores adultos, y opta por alimentar el sentimentalismo en su resolución.
La animación consigue sí un mundo inmersivo, con numerosas criaturas en movimiento -notable en la experiencia en 3D-, y con atronador vértigo en las secuencias de montaje, tales como la del mundo recién descubierto por un Elio embriagado, o en la más divertida que comparte con Glordon entre risas, vómitos y vivencias entrañables. Esta apuesta a lo seguro del dúo Disney-Pixar garantiza un posible triunfo en el inminente preámbulo de las vacaciones de invierno, una clara toma de posición entre los grandes estrenos de la animación.