En Nueva York. Bárbara Diez nos comparte el álbum de su último viaje y revela cómo se siente con 56 años recién estrenados
“Estoy contenta, muy activa. Me fui el fin de semana pasado a Nueva York, al cumpleaños del marido de una amiga, y a ver vestidos para unas novias que estoy acompañando. ¡Qué lindas son las c...
“Estoy contenta, muy activa. Me fui el fin de semana pasado a Nueva York, al cumpleaños del marido de una amiga, y a ver vestidos para unas novias que estoy acompañando. ¡Qué lindas son las celebraciones!, arranca Bárbara Diez, que el sábado 15 cumplió 56 años rodeada por sus afectos más cercanos. El entusiasmo con que cuenta su paso por Manhattan mientras le comparte a ¡HOLA! el álbum de viaje deja claro que esa llama interna con la que se consagró como planner con reconocimiento internacional sigue intacta.
–¿De dónde viene esa fascinación por celebrar?
–De mamá, le encantaba que con mis hermanos invitáramos amigos a casa. Ella tenía una forma particular de poner la mesa, el mantel, las servilletas y yo fui mamando eso. También tengo recuerdos en Venado Tuerto. Los viernes salíamos del colegio y nos íbamos para allá porque papá trabajaba en el campo. Se armaban lindos tés y almuerzos con amigos de los campos vecinos.
–Y hoy, de manera especial, lo compartís con tu hija mayor, Manuela, que en un año se casa.
–Trabajar juntas es divino. Todo empezó porque empecé a recurrir a ella porque tiene mucha idea de lo que sucede en cuanto a tendencia. Los preparativos de su casamiento los estoy viviendo con mucha alegría, me sumo a las reuniones y aporto desde la experiencia, pero ellos saben bien lo que quieren, incluso han elegido algún proveedor que no conocía y estoy contenta de sumar y conocer gente nueva.
–¿Discuten?
–Para nada, cuando tienen tan claro lo que les gusta y lo que no, es un placer, además, es su día, yo ya organicé en su momento mi casamiento, y después el de por lo menos mil parejas más. Manuela, además, me acompaña en algunos viajes, como cuando voy a Nueva York a hacer dress hunting.
–¿Qué es eso?
–Es salir en busca del vestido perfecto para una novia, madrina o quinceañera, algo que hacía como parte de la organización de eventos y ahora tomó vuelo propio y lo hago más allá de si estoy organizando el casamiento o no. También busco en Madrid, en Portugal y en Canadá, hay diseñadores muy interesantes. Sé qué hace cada uno, saco los appointments con mucha anticipación porque allá todo es muy estructurado, aviso qué vestidos buscamos de la colección o de la colección anterior, ellos los separan y suman otros que tengan que ver con lo que les pediste. Hay que tener muy claro cómo es la novia para saber con quién se puede sentir más cómoda. Y poner en la balanza: si buscás algo personalizado, eso lo encontramos en Argentina, por eso trabajo mucho con Gino, con Gabriel Lage, con Benito… No es que todo se encuentra afuera.
–¿Te gusta la moda?
–Sí. Y eso que tengo tricromacia anómala, que es una alteración de los bastoncitos del ojo que influyen en la forma de ver los colores, se me mezclan. Si tenés abuelos daltónicos en los dos lados de la familia, hay una posibilidad en cien de que una mujer nazca con esto. En mi caso se dio. Pero lo que podría haber sido mi talón de Aquiles lo convertí en una ventaja porque desarrollé otras cosas. Y en las fiestas siempre trabajo con un ambientador, un diseñador.
EL CORAZÓN DE BAR
Sincera a la hora de hablar de sus sentimientos, se ríe cuando se le pregunta si hay algún amor dando vueltas. “Salgo, me divierto, te conté que me fui a Nueva York a una fiesta, la pasé bomba. Me invitan a salir, me encanta ir a comer afuera, arreglarme, pero hoy elijo estar sola”, dice Bárbara. Y sigue: “Si en algún momento llega alguien que me desarme, lo voy a decir. Pero no tengo esa exigencia social de que hay que estar con alguien sí o sí. Para poder estar realmente bien con otro tenés que estar muy bien con vos misma”.
–¿Y vos cómo estás?
–Me costó mucho estar bien, por eso hoy disfruto enormemente sentirme así, de ver a mis hijas sanas, de tener el trabajo que me gusta, o de poder tomarme un avión mañana porque una clienta me llama y me pide que la acompañe. Si yo estuviera con alguien, no sé si podría irme así nomás. Disfruto un montón esta libertad, que me viene bien en este momento de mi carrera. Antes no hubiera podido tomarme un avión así nomás porque estaba acompañando a alguien, más allá de mi propia carrera, estaba la carrera de otro. Para mí es toda una novedad poder decidir: “Sí, te acompaño a Madrid. Nos vamos la semana que viene”. Y lo organizo en tres minutos porque Manu y Paloma ya están grandes, y además son hermanas mayores responsables. La menor, además, tiene un padre que se ocupa, muy presente.
–¿El tiempo logra que uno se pueda llevar bien con su ex , que se calmen las aguas?
–Nosotros nunca nos peleamos, tampoco discutimos. Tenemos una relación como padres de dos hijas en común. Estamos separados como pareja, no como padres. Tenemos un diálogo casi diario porque priorizamos a nuestras hijas. Entonces, formamos un escudo protector de parte de los dos hacia ellas. Yo quiero que sean felices, jamás les hablaría mal de su papá, como sé que él tampoco les hablaría mal de mí. Obviamente que es lo más lindo del mundo compartir la vida con alguien, pero el otro no es el que te completa, sino una misma.