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“Es el primer trabajo digno que tengo”: durante años ejerció la prostitución y hoy trabaja como cuidadora en un hogar de adultos

Volvió a salir el sol después de varios días de lluvia y las personas mayores que viven en el hogar Santa Ana aprovechan para salir al enorme jardín que lo rodea. Adentro, los ventanales con ma...

“Es el primer trabajo digno que tengo”: durante años ejerció la prostitución y hoy trabaja como cuidadora en un hogar de adultos

Volvió a salir el sol después de varios días de lluvia y las personas mayores que viven en el hogar Santa Ana aprovechan para salir al enorme jardín que lo rodea. Adentro, los ventanales con ma...

Volvió a salir el sol después de varios días de lluvia y las personas mayores que viven en el hogar Santa Ana aprovechan para salir al enorme jardín que lo rodea. Adentro, los ventanales con marcos de madera ocupan casi toda la pared y dejan pasar los rayos de luz, que iluminan los ambientes amplios. Los pisos de esta casona antigua, ubicada en la localidad bonaerense de San Martín, son de madera y hay tantas salas, puertas y pasillos que parece fácil perderse.

Vicky, de 92 años, contempla el parque desde su habitación. Tiene el pelo ondulado y rubio, aunque sobresalen algunas mechas de color rosa, turquesa y violeta. Sus uñas también llevan un color diferente cada una y sus labios están pintados de rojo fuerte. Viste un conjunto rosa con estampado de leopardo y zapatillas del mismo color, pero con brillos.

“Tomate el último y salimos”, le dice Yenifer Pereira, mientras apoya el mate recién cebado en la mesita que Vicky tiene delante de ella. La mujer trans de 35 años trabaja como cuidadora en el hogar hace tres años y mientras empuja la silla de Vicky hacia la salida, los demás adultos mayores que viven en el hogar y los empleados que se cruza frenan a saludarla, le hacen algún chiste y hasta le chocan los cinco.

—La gente la quiere mucho. Siempre buscan que los atienda ella porque es muy dulce, muy cálida y muy buena. Y muy inteligente también —asegura Vicky, que vive en el hogar hace 21 años. Es psicóloga social pero gran parte de su vida se dedicó a dar clases de folklore.

Cuando termina de hablar, Vicky toma otro mate, está vez con el sol pegándole en la cara. De nuevo, quien ceba es Yenifer, que ya para las 10 de la mañana se encargó de levantar, higienizar y cambiar a varios de 33 adultos mayores alojados en el hogar. También, de ordenar sus habitaciones.

—Lo que más me gusta de mi trabajo es que me hace sentir útil. Y después de tantos años de ejercer un trabajo que no me hacía bien, era algo que necesitaba. Es mi primer trabajo digno —cuenta Yenifer, que viste un ambo verde. Tiene el pelo teñido de rojo y le llega casi hasta la cintura.

“Pasé las mil y unas”

Yenifer nació en un pueblo rural de Paraguay al que define como “conservador”. Vivía con sus padres y seis hermanos. La mayoría trabajaba en el campo. “Mi infancia fue muy difícil, pasé las mil y unas. A los ocho años, dejé la escuela porque mis compañeros y sus padres me molestaban y discriminaban por mi forma de ser, por la ropa que vestía y por los juguetes con los que jugaba. Además, en mi casa había necesidades y teníamos que trabajar”, cuenta Yenifer.

Cuando cumplió los 18, hizo cursos de peluquería e intentó conseguir un trabajo formal. No tuvo éxito. “Cuando se me complicó vivir en el pueblo por la discriminación y porque no había trabajo, viajé a otras ciudades y pueblos en busca de alguno. Pero me fue imposible conseguir uno siendo una chica trans. No me quedó otra que empezar con el trabajo sexual”, relata la cuidadora.

Como le ocurrió a ella, son muy pocas las mujeres trans o travestis que consiguen un trabajo formal: apenas el 13%, según un estudio hecho por el Ministerio Público de la Defensa portelo y la Mocha Celis, una ONG que busca promover la igualdad social de las personas travestis, trans y no binarias. En la misma línea que Yenifer, el 56% de las personas entrevistadas para la investigación dijo vivir del trabajo sexual o prostitución.

Hace 10 años, Yenifer se instaló en Buenos Aires. Pero esta vez era diferente: no era la gran cosa, pero tenía un trabajo. Había arreglado hacer tareas de limpieza en la casa de una pareja que vivía en el microcentro. “Estuve dos semanas ahí pero el matrimonio se peleó y la echaron”, recuersa. Así fue como volvió al trabajo sexual.

“En ese momento, mi peor pesadilla era nunca poder conseguir otra cosa. Más allá de lo mucho que me afectaba ese trabajo psicológicamente, no ser capaz de proyectar un futuro fue algo traumático. No tenía aportes y no quería ni iba a poder hacer ese trabajo toda la vida. Vivía preocupada”, explica Yenifer.

En 2020, durante la cuarentena por la pandemia, Yenifer conoció a Mocha Celis. Como no tenía manera de generar ingresos, la ayudaron con comida. Además, la alentaron a que terminara la escuela y le ofrecieron inscribirse en un curso para convertirse en cuidadora auxiliar gerontológica.

“Me anoté porque pensaba que así podría conseguir el trabajo diferente, digno, con el que tanto fantaseaba de chica. Sabía que otras mujeres trans que lo habían terminado después consiguieron trabajo y esperaba poder hacer lo mismo. Era una manera de incluirme a mí misma en la sociedad como una persona normal, como cualquier otra”, explica Yenifer.

No solo consiguió ese trabajo, sino que también se volvió una de las protagonistas de “Cuidadoras”, un documental dirigido por Martina Matzkin y Gabriela Uassouf que retrata su labor y la de otras dos mujeres trans empleadas en el hogar.

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“Adivina”

En su primer día de trabajo en el hogar, Yenifer no sentía otra cosa que nervios. Sabía que iba a hacer bien su trabajo, se había preparado para eso. Lo que la hacía dudar era otra cosa.

—Tenía miedo de llegar y que los adultos mayores del hogar reaccionaran mal, me miraran raro, que me discriminaran. Pensé que como es gente grande iba a tener la mentalidad más cerrada, como en mi pueblo. Pero resultó ser todo lo contrario. Me recibieron con mucho cariño —cuenta emocionada.

“Adivina” es la palabra que, según Vicky, usan en el hogar para describir a Yenifer. “Está en todo, en cada detalle. Y es muy perceptiva, se da cuenta de todo, incluso de cosas que nadie más se da cuenta”, señala la señora de 92 años, mientras Yenifer le alcanza los lentes de sol que guardó en el bolsillo de su ambo antes de salir porque sabía que iba a necesitarlos. “También es muy inteligente y educada. Sabe tratar muy bien a la gente. Solo tengo buenas cosas para decir de ella”, agrega.

Los días de Yenifer arrancan a las 4 de la mañana. Su turno empieza a las 7, pero como vive en Barracas y va en bicicleta, se levanta con mucha anticipación. “Voy en bici porque es mucho más barato que viajar en colectivo esos 22 kilómetros”, dice.

Su sueldo, que no llega a los 500 mil pesos, apenas le alcanza para el alquiler de su pieza y para comprar su comida. “Es bajo, pero mi equipo y espacio de trabajo es muy lindo, me siento muy cómoda. Además, me permite empezar a soñar con otro futuro”, señala.

Cuando llega al hogar, Yenifer hace un recorrido por las habitaciones y se encarga de despertar y levantar a los residentes del hogar. Después, los ayuda a ir al baño, bañarse, y cambiarse. También los ayuda a acomodar el cuarto. Cuando se hace la hora de desayunar o almorzar los acompaña hasta el comedor y los asiste para comer. En caso de que tengan algún turno médico, va con ellos. Además, colabora con las tareas de recreación que se hacen en el hogar, como festejos de cumpleaños u obras de teatro.

Su jornada termina a las 14. A esa hora, emprende, en bicicleta, el regreso a su casa. Asegura que entre ida y vuelta tiene cuatro horas de viaje.

Cuando llega del trabajo Yenifer se baña, se cambia y sale de vuelta. Regresa recién a la medianoche. Es que, después de terminar la primaria, decidió hacer lo mismo con el secundario y ya está cursando el último año. Es una deuda pendiente que tiene con ella misma y sabe que será fundamental para cumplir su próxima meta: estudiar enfermería.

“Después de tantos años de hacer un trabajo que no me hacía bien, que me contrataran como cuidadora fue algo muy positivo y que me hace sentir muy bien. Ahora estoy tranquila y contenta. Este es el comienzo”, dice esperanzada, justo antes de agarrar la silla de ruedas de Vicky para llevarla hasta el comedor.

Más informaciónEl documental “Cuidadoras” está disponible para ver gratis todos los sábados de septiembre en el Centro Cultural San Martín a las 19 horas (ingreso por Paraná 310). Además, el 10 y 11 de Septiembre a las 19 horas se proyectará en Cine Arte Córdoba, en la ciudad de Córdoba. Para más información, visitá su página de Instagram.Mocha Celis es una organización que trabaja por la igualdad de derechos para las personas Travestis, Trans y No Binarias. Podés conocer más sobre lo que hacen en su página web.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/comunidad/es-el-primer-trabajo-digno-que-tengo-durante-muchos-anos-ejercio-la-prostitucion-y-hoy-trabaja-como-nid02092025/

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