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Feria de intimidades a cielo abierto

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Feria de intimidades a cielo abierto

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Hacia la década de 1840 el anonimato y el recato se tomaban como síntoma de buen gusto, cuenta el sociólogo estadounidense Richard Sennett en su libro El declive del hombre público, un monumental análisis de la relación entre lo público y lo privado a través del tiempo. Pero eso ya fue. A medida que se afianzaba la noción de personalidad individual, junto con el nacimiento de la psicología como ciencia, se acentuaba también el temor a la revelación involuntaria de la propia personalidad, ya fuese a través del habla, de los gestos, del vestir. Esto provocaba conductas defensivas, pasividad social. Se empezó a tratar de detectar el carácter del otro (el vecino, el conocido, el amigo, el familiar) mientras se temía ser detectado. Luego, con el desarrollo geométrico del capitalismo desde fines del siglo diecinueve y comienzos del veinte, y con la aparición de medios como la radio, el cine y la televisión, más sus actuales derivados a partir de internet, y la necesidad de convertirlos, como a la vida misma, en negocios lucrativos, se impondría lo que el filósofo francés Guy Debord (1931-1994) llamaría La sociedad del espectáculo. Con ese título publicó en 1967 un libro visionario en el que describía con una lucidez, una penetración y una demoledora certeza lo que hoy es una realidad global. “El espectáculo constituye el modelo actual de la vida socialmente dominante”, advertía Debord en su obra. “Lo que antes se vivía directamente, como experiencia, ahora es una representación”.

Para tener la sensación de que uno existe, la propia vida debe ser exhibida, desplegada ante los ojos de los demás

Para tener la sensación de que uno existe, la propia vida debe ser exhibida, desplegada ante los ojos de los demás. Puesta en una vidriera para que se la consuma. Se multiplican las plataformas y escenarios en donde exponerla. Pero no es la vida verdadera lo que se desnuda allí, sino una representación fantasmagórica, burdamente idealizada. Y mientras se la pone en esa góndola virtual, se dedica tiempo y vida a espiar, hurgar, eviscerar existencias ajenas igualmente carentes de todo pudor. En esa feria de vanidades patéticas ganan los más ricos y famosos. Divorcios, disputas por motivos vergonzantes, denuncias de intimidades oscuras, tironeos por la tenencia de hijos que son descuartizados emocionalmente sin piedad, infidelidades, promiscuidades surtidas, insultos, sospechas, infundios y hasta secretos de Estado o revelaciones de las cloacas políticas pueden alimentar la maquinaria. Fotos, videos, grabaciones, audios, chismes, rumores, carpetas, archivos. Todo vale. El espectáculo debe continuar.

Lo íntimo y lo subjetivo, y el modo en que se manifiestan, muestran el tono de una época, acierta la psicoanalista y ensayista chilena Constanza Michelson en Capitalismo del yo, una mirada perspicaz sobre el aire de estos tiempos. Y señala una curiosa contradicción: hoy la intimidad no existe si no se exhibe. A pesar de esta necesidad adictiva de rapiñar en las intimidades ajenas expuestas a cielo abierto, y de mostrar las propias, hay un temor oculto. Que algo no controlado de lo propio se escape, se muestre y diga la verdad. Michelson lo llama temor al inconsciente. Porque, aunque se intente amordazarlo, negarlo, encerrarlo bajo siete llaves, el inconsciente existe, se escapa, habla. Lo que todos, ricos, famosos o simples ciudadanos de a pie, aportan a la obscenidad de la sociedad del espectáculo no es su verdad, sino su apariencia; no es su vida, sino un relato. El relato de un parecer, lo único que queda cuando no hay un ser. Por debajo de tal fachada respira el inconsciente, lo que ni la consciencia ni la apariencia pueden domar o domesticar.

“El espectáculo es la producción principal de la sociedad actual”, escribía Guy Debord, adelantándose medio siglo a hoy. La opción es transcurrir el tiempo como operarios de esa producción, o hacerse responsable de una vida real y propia.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/feria-de-intimidades-a-cielo-abierto-nid14092025/

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