Flavia Palmiero: a los 59, cuenta por qué es modelo de su marca y cómo vive el amor en esta etapa
Con sutileza, simpatía y la seguridad que le aportan sus 59 años confesados, Flavia Palmiero resume su pasado, contagia entusiasmo hablando del presente y no se preocupa por el futuro que intuye ...
Con sutileza, simpatía y la seguridad que le aportan sus 59 años confesados, Flavia Palmiero resume su pasado, contagia entusiasmo hablando del presente y no se preocupa por el futuro que intuye fabuloso, ya que confía en su instinto. “Nunca planeé nada y me fue muy bien. A veces me preguntan por algún sueño loco y la respuesta es obvia: ¿más loco que tener 20 años, ir a un casting y que te digan que serás la protagonista de la primera película sobre Evita del cine mundial? ¿O que tengas ganas de trabajar con chicos y de pronto hagas el programa infantil más exitoso de la historia? La vida fue muy generosa conmigo”, dice la ahora empresaria textil.
-Una vida generosa y sorpresiva. ¿Trabajo o destino?
-Uno nace con estrella, pero no alcanza solo con eso. Porque después es indispensable poder desarrollarse, encaminarse y esforzarse mucho. Nunca hay que aflojar. Es cierto que podés tener una tendencia a que te sucedan cosas excepcionales, pero para llegar a buen puerto es fundamental el trabajo, la disciplina, tener un horizonte claro. Yo, desde chica, siempre supe que no estaba eligiendo algo quieto. Sabía que mi carrera todo el tiempo me iba a desafiar, ponerme en riesgo, mostrarme precipicios. Enfrenté estadios con 20 mil personas en tiempos donde no todo el mundo lo hacía. Hoy es más común.
-¿Te ayudaron tus padres? ¿Era algo que se venía venir en la familia?
-Para nada. Si bien es cierto que yo jugaba a eso desde chica, nunca fue algo planeado ni empujado a nivel familiar. Me refiero a que no tuve padres que me formatearon para triunfar en el espectáculo. Mamá era administrativa y mi papá corría en lanchas, tenía una agencia de autos. De hecho mi nombre se lo debo a un Lancia Flavia, un coche divino que estaba de moda. Y lo agradezco porque también evoca a Roma, ciudad que amo. Lo que sucedió con mi carrera es que yo tenía esa llama interna.
-El fenómeno de La ola verde marcó a miles de niños en los 80. ¿Te sentías la rockstar de esa generación?
-Es fuerte, porque todo era genuino, casi inocente. Era una época sin redes, hacíamos tapas de revistas sin fotoshop. Salíamos como éramos: con nuestros rulos, nuestra boca natural, la misma sonrisa de casa. ¡Yo no tenía maquillador! Ni peluquero. Hacía las portadas de los discos así. Iba a los shows del interior con 20 años, recuerdo que me acomodaba las ondas con las manos, me ponía un poco de máscara de pestañas y chau, salía al escenario. La ropa era espectacular y yo me metía porque me encantaba: esos volados, tules, vinchas, volúmenes, colores... Era divino, pero estaba lejos de tener un séquito.
-Nada que ver con las conductoras infantiles de la actualidad.
- Y sí, también las épocas cambiaron mucho. No veo inteligente criticar los recursos que hoy tienen y que además están de moda en casi todos los rubros. Se usa así, qué se yo. Es parte de la nueva era. Yo respeto todo. Es un mundo muy competitivo, así que imagino los esfuerzos que hay que hacer para resaltar, estar arriba de la media.
-¿Tuviste muchos candidatos famosos cuando estaba en la cresta de la ola?
-Nunca registré nada porque me casé a los 21 y tuve a mis dos hijos siendo muy jovencita. Ellos se criaron con una mamá que después de los grandes despelotes, conciertos y notas, llegaba a casa y era una mamá más. Creo que hice un buen trabajo y tenemos una relación maravillosa. Gianmarco vive lejos pero fue quien me ayudó a decidir lanzar mi marca de trajes de baño. Era plena pandemia, sentía un vacío enorme, él se había ido. Pero me animaron a meterme de lleno, cosa que hoy agradezco porque me va bien y soy muy feliz con el proyecto. Giuliana, que es arquitecta, resultó mi gran aliada. Es una mujer muy sencilla, inteligente, brillante y de perfil bajo.
-Y sos tu propia modelo. ¡Se te ve siempre en la playa desfilando tus trajes de baño!
-Es gracioso porque la gente cree que vivo como La Sirenita, en el mar. Si bien hago mis viajes con mi actual pareja (el productor de cine Luis Scalella), lo de las fotos es algo obvio. Voy a Miami seguido, sí, y aprovecho. Hago muchas producciones y las voy poniendo de a poco. Llevo 42 años trabajando y sé bastante de marketing y estrategia.
-Las redes y tu marca te siguen uniendo a tu público, ¿no?
-Sí, es muy lindo. No recibo hate: todo es buena onda, consultas, ponderaciones. Hay gente que creció conmigo, son contemporáneos. Esto es muy agradable porque me permite seguir en contacto con la gente. Al no estar en los medios tradicionales, me sirve mucho como puente. Realmente soy feliz creando prendas lindas, pensando en mujeres de diferentes edades. Y todo lo que es elegir fotos, imaginar escenarios me divierte. Está emparentado con lo que hice toda la vida. ¡Yo soy industria argentina! Todos mis programas fueron ideas mías.
-¿Ya quedó atrás la actuación?
-No, para nada. Hice Madame Requin, interpretando a Jacqueline Requin, una viuda banquera experta en economía. Hice de mala y me encantó. Salió en la TV pública y estuvo en plataforma. Fue mi regreso a la ficción con un thriller político, realmente alucinante.
-Cuenta la leyenda que cuando fuiste pareja de Franco Macri no aceptaste irte a vivir con él, por tus hijos. Y que ese fue el fin.
-Fue hace siglos, ni me acuerdo. Solo puedo decir que nunca me subí a nada porque soy una persona que salió al mundo de una forma auténtica, con los límites que yo me marqué a mí misma. Ser auténtico es ser fiel a uno mismo. Y así siempre siguió mi vida. Todos saben que pertenezco a ese club: te encuentro en un restaurante, en una reunión, andando en bicicleta, tratando con clientas. Siempre soy igual.
-Antes, cuando no existían las redes, era mucho más difícil desmentir algo. ¿Te desesperabas?
-Bueno, obviamente era más difícil cambiarlo. Te clavaban una tapa con un título y chau. Andá a desmentir eso en el instante. Pero había otros códigos me parece. Hacías una novela y las cosas que pasaban quedaban en el equipo de trabajo.
-¿Viviste alguna situación desagradable alguna vez?
-Gracias a Dios nunca tuve que enfrentarme a nada feo, siempre tuve la suerte de cruzarme con gente seria. Y también tengo mi carácter, aunque por supuesto puede pasarte igual.
-¿Cómo es el amor a los casi 60?
-Tengo una relación hermosa que ya lleva 13 años. Empezamos con poca expectativa y hoy existe un vínculo profundo. Nos queremos y acompañamos todo el tiempo. Compartimos temas y gustos. Me encanta que él sea productor, lo admiro. Y es muy loco porque estando con un productor me dedico a lo textil. En cuanto a la edad, ¡no tengo ningún problema! Obviamente veo una foto mía de los 20 y digo ¡guau! Pero no deseo volver ahí.
-Ni a los 20 ni a los 30...
-No. Bueno, con 55 me conformo, firmo para quedarme ahí . Pero hablando en serio, no lo sufro. Jamás mentí con la edad, es algo que me parece horrible, ridículo. Yo estoy bien porque me siento bien. Nunca cirugías, nada de cambiarme la cara. Hago una vida sana, como rico, de todo un poco pero tranqui. Creo que es el camino. Bueno, el camino que me gusta a mí.