Generales Escuchar artículo

Frida Kahlo marca nuevos récords en subastas con “una muerte tierna”

“Nunca pinté sueños, pinté mi propia realidad”, solía afirmar ...

Frida Kahlo marca nuevos récords en subastas con “una muerte tierna”

“Nunca pinté sueños, pinté mi propia realidad”, solía afirmar ...

“Nunca pinté sueños, pinté mi propia realidad”, solía afirmar Frida Kahlo, artista mexicana que acaba de superar su propio récord en el primer puesto de las obras de arte latinoamericano más caras vendidas en subastas, y de sumar otro: al venderse El sueño (La cama) en Sotheby’s de Nueva York por 54.660.000 dólares, desplazó además del tope del podio de las artistas mujeres mejor cotizadas a Georgia O’Keeffe, cuya pintura Jimson Weed/White Flower No. 1 se había vendido por 44,4 millones en 2014.

La verdadera historia de una joya legendaria: el diamante florentino de 137 kilates que se creía perdido

Las obras de Frida conocen bien ese tipo de victorias. Hasta hoy, el récord para el arte de la región lo mantenía Diego y yo (1949), comprada en 2021 por Eduardo Costantini por 34,8 millones de dólares. Esa misma pintura, exhibida el año pasado en la Bienal de Venecia, ya había llegado a ese puesto en 1990, cuando se vendió en Sotheby’s por 1.4 millones. En 1995 se ubicó allí Autorretrato con chango y loro (1942), cuando Costantini pagó por ella 3,1 millones. El coleccionista argentino la donó luego al Malba, museo que fundó en 2001, donde se exhibe ahora junto con Diego y yo. Y a partir de diciembre las prestará para dos muestras que alojarán la flamante sede de Sotheby’s en Nueva York y el Museo de Bellas Artes de Houston.

Como si esto fuera poco, otras tres pinturas de Frida se ubicaron en el último cuarto de siglo al frente del ranking regional: Dos desnudos en el bosque (La Tierra misma), de 1939 (US$8 millones, Christie’s, 2016); Raíces (1943) (US$5,6 millones, Sotheby’s, 2006) y El autorretrato (1929) (US$5 millones, Sotheby’s, 2000).

“El sueño (La cama)” de Frida Khalo

Una escena muy distante de su éxito global es lo que representa la pintura vendida hoy a un ofertante anónimo. Fue creada en 1940, poco después de divorciarse de Diego Rivera, quien la engañó hasta con su propia hermana. Volvió a casarse con él fines de ese año, tras hacer un trato: dormirían en camas separadas y no se exigirían “más de lo que pudieran dar”. Por entonces también fue detenida y acusada de ser cómplice del asesinato del revolucionario ruso León Trotsky, que había sido su amante.

Pero esas son apenas un par de sus múltiples heridas. Cuando murió, en 1954 a los 47 años, se había sometido a unas 35 operaciones, tenía una pierna amputada y había abortado tres veces los hijos que soñaba tener con Rivera. De chica, los compañeros del colegio la llamaban “pata de palo” porque tenía una pierna más corta que la otra, como consecuencia de la poliomielitis que había sufrido a los seis años. A los 18, un camión en el que viajaba chocó contra un tranvía y una barra de hierro le atravesó el cuerpo por el costado del vientre. Se lastimó la pelvis, la columna, un hombro y varias costillas; se destrozó un fémur y sufrió once fracturas en la pierna derecha, que le cortaron en 1953. “Pies para qué los quiero -escribió en su diario íntimo-, si tengo alas pa’ volar”.

Con dificultades para moverse, transformó su dolor en arte. En la Casa Azul de Coyoacán, donde nació y murió, se exhibe la cama con un espejo en el dintel, que le permitía observarse para hacer sus autorretratos. En la pintura del récord, se representa durmiendo allí mismo en una situación inquietante: por encima suyo yace también un esqueleto, envuelto en ristras de dinamita, que sostiene un ramo de flores. A modo de memento mori (“recuerda que morirás”), la osamenta humana es la recreación de otra que pertenecía a su colección de arte popular y que evoca el Día de Muertos, festividad que celebra en México el ciclo natural de la vida y la muerte.

“El realismo de Kahlo no parte de la fantasía ni del inconsciente, sino del examen de la realidad, la ironía y el humor de la experiencia humana –observa Anna Di Stasi, directora de Arte Latinoamericano en Sotheby’s-. Artista profundamente curiosa y de gran precisión técnica, fusiona símbolos e ideas de la pintura de los grandes maestros del modernismo europeo con antiguos rituales mexicanos, convirtiendo la mortalidad en una compañera. Aquí, la muerte ya no es trágica. Es tierna. No un final, sino una presencia constante. Frida Kahlo redefine el surrealismo: incluso la muerte se convierte en parte de la vida”.

Las imágenes descarnadas de cuerpos abiertos, sangre, calaveras, mujeres muertas y la mirada penetrante de su propio rostro conviven en sus pinturas con símbolos de la fertilidad -flores, frutas, animales- que seducían a una mujer que devoró la vida. Nada es sombrío en el universo de Frida: en Coyoacán, donde sus cenizas descansan en una urna con forma de sapo, los muebles están pintados de colores vibrantes y el jardín de plantas autóctonas atrae mariposas y pájaros que cantan.

“Frida es un icono del feminismo. Queremos acercarle a la gente no solo su obra, sino también su vida”, dijeron a LA NACION desde Google México en 2018, al explicar por qué le dedicaron a la artista una retrospectiva online que incluye recorridos en 360º y realidad virtual. “Ella estaba inmovilizada pero no tenía límites. Fue siempre fiel a sí misma y eso es súper inspiracional; todas necesitamos un modelo a seguir”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/frida-kahlo-marca-nuevos-records-en-subastas-con-una-muerte-tierna-nid20112025/

Volver arriba