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Fueron furor en los 80 y 90 y ahora vuelven a pedir pista

Algunas cosas se vuelven tesoros, por eso los usuarios procuran preservarlas o al menos mantenerlas vivas en la memoria. Esa intención de, justamente, atesorarlas, va más allá del valor económi...

Fueron furor en los 80 y 90 y ahora vuelven a pedir pista

Algunas cosas se vuelven tesoros, por eso los usuarios procuran preservarlas o al menos mantenerlas vivas en la memoria. Esa intención de, justamente, atesorarlas, va más allá del valor económi...

Algunas cosas se vuelven tesoros, por eso los usuarios procuran preservarlas o al menos mantenerlas vivas en la memoria. Esa intención de, justamente, atesorarlas, va más allá del valor económico y en la mayoría de los casos se explica en torno a un apego en particular o por aquello que representaron en la historia de un país, el devenir de una familia o en un momento determinado de la vida de una persona.

Pueden ser piezas de vestir, calzado y accesorios que se guardan o al menos se tienen presentes a través de un recuerdo sostenido en el tiempo. Ese gesto –de traerlas al aquí y ahora– se hace tangible en el regreso de tres firmas nacionales. Una de indumentaria, otra de prendas desarrolladas en denim y una tercera de zapatillas.

Se trata de Hendy, marca adorada por las adolescentes hace más de tres décadas, Tarlowski –antes Gatopardo, ultra conocida por la campaña que hizo Susana Giménez– y Flecha, la zapatilla argentina por antonomasia desde mediados del siglo XX.

Dice Fernando Moiguer, CEO de Moiguer Consultora de Estrategia, que este fenómeno, el del relanzamiento de este tipo de empresas, es algo que se está dando en el mundo, generalmente en contextos locales. ¿A qué se debe? El experto reconoce dos vertientes: por un lado, porque tiene más peso la profusión de productos que de marcas, entonces los que tienen firmas que quedaron en el imaginario social y cultural activan ese recuerdo. “El segundo tema es que lo llenan con contenidos nuevos, no son marcas ‘nostalgia’”, indica. “Y no son productos que me hagan sentir que me visto como hace cincuenta años –explica–, sino que veo y percibo valores centrales de mi territorio, y con ellos quiero ir al mundo”, profundiza.

Eternos retornos

“Queremos que se reconecten con sus sentimientos”, dice Andrea “Andy” Cordovero, continuadora de la firma Hendy. Y esa expresión de deseo responde a la decisión de volver a lanzar la marca que cautivó a las jóvenes, sobre todo entre las décadas del 80 y 90. ¿Cómo? Con la edición de agendas en papel, cuadernos para dibujar y gorras con visera, entre otros artículos. “Que los Carolos vuelvan a estar en sus vidas”, añade en referencia al dueto de personajes pintados en los colores primarios que fueron y siguen siendo la insignia de la firma.

Dice Fernando Moiguer, CEO de Moiguer Consultora de Estrategia, que este fenómeno, el del relanzamiento de este tipo de empresas, es algo que se está dando en el mundo, generalmente en contextos locales

Fundada en 1969 por su papá Horacio Cordovero y su tío Enrique, Andy rememora que era chica y los visitaba en el local de la calle Rodríguez Peña, a metros de Arenales, donde ahora, y desde hace años, funciona un bar irlandés. Ahí, estaba la tienda de ropa, al lado la de niños y en la otra esquina, la de marroquinería. Después se mudaron a un edificio de siete pisos donde cada uno estaba asignado para un sector de la empresa.

Su padre, que es arquitecto, se ocupaba de la parte administrativa además de ser el encargado de armar todos los locales, mientras que su tío apuntalaba el área creativa junto a un grupo de diseñadoras. “Me acuerdo de esa época que fue furor la marca y de nosotras, con mi hermana y mi prima, que participábamos de los espectaculares desfiles que se hacían”, subraya. “Éramos chiquitas y estábamos rodeadas de grandes modelos de ese tiempo, como por ejemplo Elizabeth Márquez”, agrega.

Andy se formó en la carrera de Diseño de Indumentaria en la UBA y aunque llegó a pergeñar algunas prendas (remeras, conjuntos de jogging y bikinis), la marca cerró definitivamente en 2018.

Después trabajó en otras casas del rubro hasta que este año decidió retornar junto a su hijo Felipe. ¿Por qué volvieron? Si bien ella siempre tuvo ganas de darle una nueva vida, la motivación surgió porque Felipe no había nacido en la era de esplendor y quería ver de qué se trataba. Eso sumado a la ayuda de su tío y a cómo las redes sociales facilitaron ese regreso. “La devolución de la gente fue impresionante”, admite. “Nos impactó y cada día recibimos mensajes de agradecimiento por la vuelta e historias que nos hacen creer y seguir adelante”, señala. ¿El propósito? “La idea es que nuestras clientas puedan sentirse parte de toda esa generación que fue una revolución, y que, a la vez, se sumen otras nuevas que puedan sentir lo que fue Hendy y sus amados Carolitos”, finaliza.

“¿Relanzamos?”, le consultó Sebastián Tarlowski a su hermana Sol, a quien esa propuesta le pareció lo más natural del mundo. “Era volver a nuestra casa, a nuestro oficio, a lo que sabemos hacer”, reflexiona Sol. Es que los hermanos pasaron la infancia entre mesas de corte y máquinas de coser en la fábrica de Gatopardo, la firma de ropa en denim (popularmente conocido como “jean”) fundada por Carlos Tarlowski, su papá. “Es un orgullo, un enorme legado”, expresa, y todavía lo recuerda recorriendo las distintas divisiones de la empresa, visitando a cada uno en su puesto de trabajo, fuesen los cortadores o las operarias de costura.

Aunque la historia se remonta aún más atrás en el tiempo; comenzó con Julio, su abuelo paterno, inmigrante polaco, quien empezó fabricando boinas y pantalones de vestir. Después se unió su padre, quien –cuenta Sol– siendo muy joven quedó atraído por el denim. “En los años 80, con la ayuda de nuestra madre, lanzó Gatopardo”, rememora. ¿Cómo surgió el nombre? Se inspiraron en El Gatopardo, la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa y en la transposición al cine de Luchino Visconti. “Tenía 11 años cuando Buenos Aires estaba empapelada con las publicidades de Susana Giménez con sus jeans Gatopardo ‘ferozmente elastizados’”, recuerda sobre la emblemática gráfica que tuvo a la blonda como protagonista.

“De él aprendimos y heredamos la obsesión por el calce perfecto, la buena moldería y la calidad del denim”, enumera. Hoy retornaron con otro nombre, o mejor dicho con su mismo apellido; Tarlowski es la marca cuya tienda está en el barrio de Palermo, donde antes funcionó un reconocido restaurante.

En la versión actual, continúan trabajando con algunas de las mismas personas con las que lo hicieron hace cinco décadas, y ya van por la tercera generación, o más bien la cuarta, al contar a Juan, el hijo de Sol, también parte del equipo.

Siguen realizando terminaciones a mano y cuidando los detalles de cada prenda. Incluso, hace poco, cuando diseñaron el modelo Oxford Tequila, se inspiraron en uno de los que hacía en la época de su padre. “¿De dónde salieron ustedes?”, comenta Sol que le preguntan los que no los conocen, quienes llegan al local por el boca a boca, y se sorprenden con la diversidad que ofrecen. “Cuando les contamos nuestra historia, entienden todo”, reconoce y explica que la decisión de ponerle Tarlowski a la marca es en honor a la historia familiar, pero también es una firma de autor. “Confiamos tanto en nuestro producto que lo certificamos con nuestro apellido”, enfatiza.

Creada por la empresa Alpargatas en 1962, Flecha es sin dudas sinónimo de calzado argentino. De hecho, es la primera marca de zapatillas de lona diseñadas en el territorio nacional y si bien en sus comienzos eran fabricadas mediante el método de inyección directa de PVC, hoy los productos se desarrollan con el proceso de vulcanizado de suela de caucho. Detrás de esa innovación está Gustavo Samuelian, histórico emprendedor del rubro textil, factótum de la firma Bolivia que revolucionó la indumentaria masculina a mediados de los 2000. Tras dejar esa marca, fue que Samuelian se metió de lleno en la aventura de volver a poner en escena las emblemáticas zapatillas.

Para lograrlo aprovechó el vínculo que ya tenía con la empresa Alpargatas, con quienes antes había hecho el típico calzado con suela de yute. Luego, hizo una prueba con Flecha hasta que adquirió la marca y en 2019 lanzaron una producción de cuatrocientos pares en lona y cuero, con muy buena aceptación del público.

Dos cuestiones históricas atraviesan las Flecha. Una es que al principio el logo de la firma, justamente una flecha roja, estaba orientada a la izquierda y en 1976 giró a la derecha. Huelgan las palabras si tiene en cuenta la coincidencia con el inicio de la última dictadura militar.

A su vez, las Flecha son las zapatillas usadas por el Ejército Argentino. Samuelian rememora que fueron las que llevaron los soldados en la Guerra de Malvinas, algo que además fue explorado en el libro Zapatillas. Historias de moda, deporte y consumo, por el periodista Leonardo Ferri, como también en la muestra Del cielo a casa, que se hizo en el Malba hace dos años. Allí, entre otras referencias, se mostró una fotografía de la serie Fósil, de autoría de Gonzalo Mainoldi, con una zapatilla Flecha encontrada en el campo de batalla del corredor Monte Longdon.

¿Qué le interesó de la marca? “Es la zapatilla argentina, un ícono”, enuncia el fabricante. “Hay fotos de Diego y Charly usando Flecha, es como el mate o el dulce de leche”, sintetiza. A eso se suma que le gusta el diseño y además advierte que tiene buena recepción de parte de los más jóvenes, como los de entre 18 y 25 años que las compran. Pasa algo más: las llevan a la casa y advierten que sus padres también las conocen. Él mismo se enteró que su abuelo las había vendido en un local en el barrio del Once cuando ni siquiera había nacido.

A su vez, al inicio, Samuelian salió al mercado con una propuesta atractiva donde les decía a los consumidores que si las compraban y no se sentían conformes con el producto se les devolvía el dinero. Hoy se venden en las tiendas multimarca en la Ciudad de Buenos Aires y en otros distritos del país, además del comercio en línea que están por abrir en la provincia de San Juan y Uruguay.

Al modelo clásico le sumaron la colección Lona Primavera Cero que incluye diseños en verde, celeste y rosa, también otras más modernas, como las denominadas Flecha Astronauta, que tienen una plataforma máxima de cuatro centímetros y medio, desarrollada en goma EVA estampada con tres franjas de colores. Y si bien son unisex, al menos el sesenta por ciento de las clientes son mujeres. ¿El próximo desafío? Diseñar una línea indumentaria para la temporada estival. “Gran parte de hacer las Flecha es querer vender en todo el mundo, estar al nivel de cualquier zapatilla y poder competir”, concluye.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/la-moda-tambien-es-memoria-emocional-nid14092025/

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