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Guerra de Malvinas: la espía anglouruguaya que vigiló submarinos escondida en un edificio en ruinas de Mar del Plata

El Oro del Rhin fue el escenario de la entrevista. ¿Qué mejor lugar que el tradicional café del centro de Montevideo para hablar de espionaje? Durante los años de la Segunda Guerra Mundial se r...

Guerra de Malvinas: la espía anglouruguaya que vigiló submarinos escondida en un edificio en ruinas de Mar del Plata

El Oro del Rhin fue el escenario de la entrevista. ¿Qué mejor lugar que el tradicional café del centro de Montevideo para hablar de espionaje? Durante los años de la Segunda Guerra Mundial se r...

El Oro del Rhin fue el escenario de la entrevista. ¿Qué mejor lugar que el tradicional café del centro de Montevideo para hablar de espionaje? Durante los años de la Segunda Guerra Mundial se reunían allí los espías de distintos países a tomar algo y mirarse fijo por encima de los platos de strudel.

“Mi papá solía traernos aquí cuando éramos chicas”, dice Ruth Morton, la entrevistada. Tiene sentido. Su papá y sus hermanas mayores, asegura, también fueron espías. Como ella.

Ruth tiene 97 años y decidió hablar por primera vez sobre cómo fue reclutada por los servicios de inteligencia británicos en 1982, para la guerra de Malvinas. De cómo ella, una mujer de entonces 53 años, operó en Mar del Plata, escondida entre los tablones de un piso roto en un edificio abandonado frente a la base naval de la ciudad.

Eligió para hablar a un malvinense, Graham Bound, fundador del Penguin News, el periódico impreso de las islas, a quien conocía porque había sido compañero de su hija Patty en el colegio británico de Montevideo. En los ‘70 era habitual que los malvinenses estudiaran en Argentina o Uruguay. La entrevista fue emitida en el programa radial Outlook, de la BBC y está disponible en el sitio web sólo en audio.

Ruth Morton nació en Uruguay en 1928 y proviene de una familia de ascendencia escocesa e inglesa. Sus padres, Eddie y Margaret, estaban orgullosos de su herencia británica, al punto de que su madre prefería que Ruth no se relacionara mucho con los chicos vecinos, uruguayos.

La influencia británica era muy importante en Uruguay, al igual que en la Argentina, donde había escuelas, hospitales, empresas ferroviarias y bancos en manos de compañías inglesas.

La familia Morton ya tenía un antecedente de espionaje, según cuenta Ruth. Durante la Segunda Guerra Mundial, la compañía ferroviaria de propiedad británica en Uruguay se convirtió en una fachada para la inteligencia de ese país. El padre de Ruth, Eddie, que era empleado de los ferrocarriles, se unió a lo que su hija llamó eufemísticamente “trabajo de guerra” y reclutó a su vez a sus dos hijas mayores, Babs y Minna. Aparentemente, el trabajo consistía en interceptar, traducir y transcribir mensajes.

-¿Había alguna razón lógica para involucrar a tus hermanas?

-Él conocía el deseo de ellas de servir a la causa y sabía que lo harían bien. Hablar los dos idiomas era una gran ventaja.

Los Morton no eran los únicos espías británicos. Uruguay fue neutral durante la guerra y se había convertido en el principal proveedor de carne, cereales, cuero y lácteos de Gran Bretaña. Además, su puerto era más conveniente (técnica y políticamente) que el de Buenos Aires. También había espías de los países europeos y de Estados Unidos que pululaban por todas partes. Que coincidieran en el Oro del Rhin era un secreto muy mal guardado.

Ruth, que entonces tenía 11 años, estaba al tanto del trabajo de sus hermanas. A veces, ella atendía el teléfono de la casa y tenía que transcribir mensajes codificados destinados a su padre o a las chicas.

-¿Te divertía? ¿Lo tomabas como un juego?

-No, para nada. Era una cosa seria. Tenía que ser cuidadosa y escribir palabra por palabra.

La nota de la BBC asegura que esta familia jugó un papel decisivo en el destino del acorazado alemán Graf Spee, en diciembre de 1939, ya que realizó llamadas que sabían que podían ser detectadas por los alemanes para hacerles creer que se acercaba una gran flota británica. Desde la costa uruguaya, junto a miles de personas, vieron el resultado de su operación: la explosión del barco cuando su capitán, al creerse acorralado, decidió hundirlo antes que dejarse capturar.

Cuarenta y tres años después de ese episodio, la guerra regresó al Atlántico Sur en 1982, y alguien en Londres recordó el apellido Morton. Minna, la hermana de Ruth (quien para esa época era contadora de la embajada británica en Montevideo y presumiblemente seguía en inteligencia), fue convocada. Ella, a su vez, reclutó a Ruth, que tenía entonces 53 años. Las dos fueron enviadas a la Argentina.

La misión de Ruth consistió en trasladarse a Mar del Plata con el objetivo de espiar los movimientos de la base de submarinos de esa ciudad. Para eso, alquiló un piso lejos del mar y diariamente tomaba el ómnibus para ir a la terminal, que quedaba cerca de la base. Finalmente, encontró un edificio abandonado en un terreno sobreelevado. Según cuenta, se metía debajo de las tablas del suelo del edificio, desde donde podía ver perfectamente la base sin ser vista. Para llegar allí tenía que arrastrarse por la tierra y pasaba horas vigilando, tirada boca abajo, de día y de noche.

De su relato se deduce que el edificio puede haber estado sobre la calle Alem, detrás de la cancha del Golf Club de Mar del Plata, o quizás sobre la avenida Peralta Ramos. El Golf fue creado en enero de 1900, mientras que la Base Naval fue fundada en 1926, justo enfrente. A pesar de que hay por lo menos 500 metros desde donde se puede suponer que estaba el edificio hasta el espigón donde amarraban los submarinos, es muy posible que tuviera buena visión de los movimientos de las naves, aun sin binoculares. Sin embargo, es difícil que la base haya estado tan cercana como para poder arrojar algo, tal como dice en una parte de la nota.

Para informar sobre los movimientos de los submarinos sin ser rastreada debía tomar al menos dos ómnibus hacia un lugar fuera de la ciudad y usar un teléfono público para llamar a un contacto angloargentino. Este le solía dar otro número de teléfono, siempre diferente, para llamar a otra persona. Esta última tenía acento británico.

Solo una vez vio un movimiento importante para informar: una noche que salieron los tres submarinos al mismo tiempo y no los vio volver.

En realidad, sólo dos de los tres sumergibles actuaron en la Guerra de Malvinas. Uno fue el ARA Santa Fe, que llevó a parte de las tropas que desembarcaron en las islas el 2 de abril. Luego de un breve regreso a la Base Naval, fue enviado a las islas Georgias donde resultó capturado. El otro fue el ARA San Luis, que realizó 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión a pesar de sus graves fallas de equipamiento. La nave logró disparar tres misiles y sorteó varios ataques.

El tercero, el ARA Santiago del Estero, había sido desactivado en 1981 y no participó en la guerra. Sin embargo, cuando Ruth Morton indica que vio salir a los tres submarinos juntos, puede referirse a un episodio relatado por Jorge Bóveda, publicado en el boletín 816 del Centro Naval. Allí se explica que el 22 de abril de 1982 ese submarino fue sacado junto a los otros dos, navegando en superficie, pero sin poder sumergirse, para dar la idea de que los tres estaban operativos. En realidad, el ARA Santiago del Estero iba a Puerto Belgrano, donde fue ocultado.

Espiar y tejer gorritos de lana

La misión de Morton, iniciada en abril, se extendió hasta principios de junio, en pleno invierno austral. En un momento su contacto angloargentino (en quien no confiaba) desapareció. La espía se quedó sin fondos para la comida y para conseguir dinero se puso a tejer gorros con la frase “Mar del Plata” en la parte delantera. Esa ocupación rompía todos los protocolos del espionaje, pero asegura que fue un éxito. Los vendió a través del portero de un hotel.

En todo ese tiempo, su única compañía, asegura, fue un carpincho que iba y venía. “Era un animal viejo y amistoso, pero olía horrible, pobrecito”, recuerda. Los carpinchos no son animales de mar, sino de ríos o lagunas. Los marplatenses recuerdan que al sur de la zona del puerto, a la altura de Punta Mogotes, había carpinchos en unas lagunas agrestes, tal como ocurre actualmente en Laguna de los Padres.

El desenlace de la historia llama la atención. Ruth afirma que una noche de junio un barco en el mar disparó directamente a su punto de observación, y mató al carpincho. Dice que está convencida de que desde el barco detectaron sus movimientos y el animal le salvó la vida, ya que los disparos cesaron después de que lo alcanzaron. Haya sido así o no, ese fue también el final de su misión. Sus superiores consideraron que la situación se había vuelto demasiado riesgosa y le ordenaron que regresara a Montevideo. Eran los primeros días de junio de 1982; también se acercaba el final del conflicto.

A sus 97 años, Ruth considera que no tuvo otra opción más que actuar, que nunca esperó ningún reconocimiento y que lo haría de nuevo si fuera necesario.

Hay otro aspecto de la historia que sigue siendo un misterio. Ruth dice que tanto ella como Minna fueron destinadas a la Argentina, pero no aclara cuál fue la misión de su hermana mayor.

“Si simplemente apoyaba a Ruth, ¿por qué se quedó después de que esta regresara a casa?”, se pregunta Bound. Sabe que Minna viajó a Londres en 1992. “Un archivo de documentos encontrado en la casa familiar muestra que fue recibida en la Cámara de los Comunes y en los prestigiosos clubes Carlton y Reform. A la mayoría de nosotros no nos darían ni la hora en el servicio de inteligencia británico, pero allí estaba Minna recibiendo un trato VIP. Incluso pasó un día en el número 3 de Carlton Gardens, un conocido edificio del MI6 en el barrio Mayfair de Londres, donde su programa incluía un discurso sobre “Buenos Aires en 1982”. ¿Se refería a la misión de los submarinos o a una tarea desconocida en otro lugar de la Argentina?”

Minna murió en 2012. Ruth sigue viviendo en Montevideo, donde de vez en cuando va a tomar el té al Oro del Rhin. Desde una de las paredes del café, una foto de Graf Spee es testigo de sus visitas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/guerra-de-malvinas-la-espia-anglouruguaya-que-vigilo-submarinos-escondida-en-un-edificio-en-ruinas-nid22122025/

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