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Hay un costo oculto en la erosión del suelo

Uno de los desafíos más significativos que afronta la humanidad es la degradación de los recursos naturales y principalmente la degradación de los suelos cultivados. La erosión del suelo const...

Hay un costo oculto en la erosión del suelo

Uno de los desafíos más significativos que afronta la humanidad es la degradación de los recursos naturales y principalmente la degradación de los suelos cultivados. La erosión del suelo const...

Uno de los desafíos más significativos que afronta la humanidad es la degradación de los recursos naturales y principalmente la degradación de los suelos cultivados. La erosión del suelo constituye una de las principales amenazas identificadas en el Informe 2015 de la FAO sobre el Estado de los Recursos del Suelo en el Mundo. Se estima que el 33% de los suelos del planeta están ya degradados, y que de continuar la tendencia actual, más del 90% podrían estarlo para el 2050. Alrededor de 2000 millones de hectáreas están deterioradas en forma irreversible y de los 1700 millones restantes, un 60 % (1000 millones de hectáreas) poseen procesos degradatorios de moderados a graves, que afectan anualmente entre 5 y 7 millones de hectáreas de tierra productiva. No se termina de comprender en su verdadera dimensión que la vida sobre la tierra depende en gran medida de las diferentes funciones cumplidas por la delgada capa de suelos, que asegura la provisión de alimentos, el uso sustentable del agua, la conservación de la biodiversidad y el control del clima global.

Si bien la erosión del suelo se produce en forma natural en todas las condiciones climáticas y en todos los continentes, se ve incrementada y acelerada entre 100 y 1000 veces por la actividad humana a través de la agricultura con prácticas inadecuadas, la deforestación, el sobrepastoreo y los cambios inadecuados en el uso de la tierra. El suelo es un recurso finito, es decir que su pérdida y degradación no es recuperable a escala humana.

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La erosión del suelo se origina en el predio del productor, pero también tiene efectos externos que se manifiestan mediante la sedimentación de las partículas removidas. El primer efecto disminuye la productividad del suelo, mientras que el segundo afecta a las poblaciones urbanas, rurales y la infraestructura, a través de la sedimentación en rutas, caminos, embalses, centrales hidroeléctricas, plantas de potabilización de agua, puentes, alcantarillas y la necesidad continua del dragado de canales de navegación.

En Estados Unidos, los costos de la erosión del suelo se estiman en US$44.000 millones anuales, mientras que en la Unión Europea se destinan US$45.400 millones anuales para compensar los efectos de la pérdida de fertilidad del suelo y la sedimentación en los recursos hídricos. En nuestro país, se estima que alrededor de 100 millones de hectáreas están afectadas por erosión hídrica y eólica, lo cual genera en las zonas afectadas de la Región Pampeana, una pérdida anual de alrededor del 22% de la producción, estimada en unos US$1500 millones, considerando solamente los cultivos de trigo, soja y maíz. Esta pérdida se estima tomando un predominio de los grados de erosión ligero y moderado sobre la mayor parte de la superficie afectada de la región. Pero hay que considerar que el proceso de erosión del suelo es dinámico y tiende a incrementarse en la medida que no se adopten las prácticas que puedan resolver el problema. Si la erosión se incrementara, pasando a los grados moderado y severo, las pérdidas se elevarían al 31% de la producción, lo cual representaría unos US$4200 millones. Si bien no se tiene una evaluación exacta, se estima que el costo total de la erosión al menos triplica las cifras anteriores, si se consideran los daños provocados a la infraestructura, ya mencionados.

Cálculos

La situación relativa al deterioro silencioso del “capital suelo” conduce a plantearnos si los cálculos de rentabilidad de los sistemas de producción son correctos. Existen costos ocultos de producción, representados por ejemplo por la disminución de la materia orgánica, la dotación de nutrientes y la estructura del suelo, que en general no son considerados a la hora de calcular la rentabilidad de un cultivo o sistema de producción, y que se suman al proceso de erosión que destruye paulatinamente el capital suelo. Esta situación, conduce a que gran parte de las exportaciones agroindustriales del país se realicen a expensas de la integridad y salud del recurso suelo, sin que estos costos se incluyan tanto en las cuentas empresariales, como en las nacionales.

Debe considerarse que la Argentina ha pasado a constituirse en un país relevante para la seguridad alimentaria mundial, en un contexto de una demanda creciente de alimentos en las próximas décadas. Esta situación constituye una gran oportunidad, pero exige evitar el continuo deterioro que sufren los suelos y demás recursos naturales. En este camino y como ejemplos a imitar, las Provincias de Entre Ríos y Córdoba con la colaboración del INTA y Universidades, aplican exitosamente leyes provinciales de conservación de suelos, que impulsan prácticas y mecanismos de trabajo para el cuidado del recurso y el combate de la erosión hídrica y eólica. La vigencia de estas leyes, sintetiza la importancia de las políticas públicas puestas al servicio de la conservación del recurso suelo.

El cuidado de los suelos y la gestión del ambiente serán estratégicos para la Argentina en los próximos años, por lo cual se deberá incorporar la conservación del suelo como tema de agenda nacional. Ello permitirá velar por su integridad y salud, contribuyendo de esta manera a que nuestra agricultura retome plenamente la senda de una producción sustentable, base del bienestar de la nación.

El autor es director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (Prosa–Fecic) y Académico de Número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/hay-un-costo-oculto-en-la-erosion-del-suelo-nid18102025/

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