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John Lydon, su encuentro con Miles Davis, los “Sex Pistols karaoke” y la cultura “woke” como enemigo

En la previa de su llegada a la Argentina (tres fechas en abril en Rosario, Buenos Aires y Mar del Plata) junto a PIL (Public Image Ltd.), John Lydon –eterno Johnny Rotten– despliega toda su lu...

John Lydon, su encuentro con Miles Davis, los “Sex Pistols karaoke” y la cultura “woke” como enemigo

En la previa de su llegada a la Argentina (tres fechas en abril en Rosario, Buenos Aires y Mar del Plata) junto a PIL (Public Image Ltd.), John Lydon –eterno Johnny Rotten– despliega toda su lu...

En la previa de su llegada a la Argentina (tres fechas en abril en Rosario, Buenos Aires y Mar del Plata) junto a PIL (Public Image Ltd.), John Lydon –eterno Johnny Rotten– despliega toda su lucidez, ferocidad y honestidad brutal. Reflexiona sobre la provocación, la cancelación, el wokismo, los Sex Pistols Karaoke, su vínculo con Miles Davis y Peter Hammill, y la vigencia de una rebeldía que se niega a ser domesticada.

Nunca fue cómodo. Nunca fue dócil. Nunca fue parte del decorado. John Lydon -ex Johnny Rotten, voz incendiaria de los Sex Pistols y arquitecto del universo sonoro de PIL- no es simplemente una figura clave del punk: es una anomalía cultural que desestabilizó las reglas del rock, la industria y la propia idea de celebridad. A casi cinco décadas del estallido que redefinió la rebeldía juvenil, Lydon regresa a la Argentina con PIL, su proyecto más personal y coherente, aquel que sembró la semilla del mejor postpunk, allí donde la furia se convirtió en experimentación y el caos en discurso artístico.

Ya no se trata del grito adolescente que escandalizó a la reina: se trata de un creador que, fiel a su naturaleza incómoda, continúa desafiando los límites de lo que significa envejecer sin domesticar el espíritu. En tiempos donde la provocación parece haberse vuelto un producto de consumo instantáneo, Lydon persiste como una voz refractaria, contradictoria, ferozmente libre. Idolatrado y cuestionado por igual, sigue siendo una figura que obliga a tomar posición. Su historia con los Sex Pistols -hoy reactivados sin su presencia- reabre debates sobre autenticidad, legado y memoria cultural, pero también sobre quién tiene derecho a apropiarse de un mito que nació para combatir precisamente cualquier forma de autoridad.

Lejos de la nostalgia nos encontramos en un diálogo con uno de los últimos grandes insumisos del siglo XX, un hombre que convirtió el desacato en arte y el descontento en bandera. Un personaje que, aun hoy, se resiste a ser domesticado por su propia leyenda.

-John, después de todo lo que has vivido y desafiado, ¿qué te impulsa hoy a volver a salir de gira con PIL?

-Nunca me voy a quedar sin ideas. Y mientras tenga ideas, debo propagarlas. Sea cual sea la fuerza que me impulsa, siempre me dije que no sea tímido con las buenas ideas nuevas. Tengo solo 69 años, que me parece ridículamente joven. En términos de creatividad estoy mejor que nunca y sigo mejorando. Mi voz continúa descubriendo nuevas formas de desarrollarse. No sé de dónde viene ese don, pero si proviene de un poder superior, le digo: ‘¿podés darme más voltaje, por favor?’.

-El año pasado reviviste en un video animado una canción de tu disco de 2015, What the World Needs Now, llamada “Shoom” que realmente es ideal para la actualidad, hay ahí una provocación muy directa. ¿Qué buscás hoy con ese mensaje?

-Cuando escribo quiero crear la ironía perfecta. La expresión ‘fuck off’ (NdA: algo así como ándate a la mierda) de esa canción suele tomarse como algo negativo, pero es exactamente como me hablaba mi padre. Así hablábamos en la clase trabajadora británica. Es una forma válida de comunicación, con valor cultural propio. Hay gente sin sentido del humor que lo interpreta como algo ofensivo, pero la canción es mucho más compleja de lo que el oyente promedio se molesta en descubrir. Parece caótica, pero está profundamente pensada, es referencial, irónica y punzante. No puedo evitar ser una molestia para los poderes establecidos. No pedí nacer pobre, de clase trabajadora, pero pareciera que algunos creen que eso debería invalidar mi derecho al pensamiento libre. Si existe un Dios, me ha dado un gran regalo: molestar al enemigo sin siquiera proponérmelo. Es como si Jesús me hubiera dado martillos de amor.

-¿Qué papel juega hoy la provocación? ¿Sigue siendo un arma política?

Me molesta la hipocresía del poder, su desprecio por la clase obrera, su pretensión de pensar por nosotros. No es algo que elijo. Es parte de mi naturaleza. Yo no voy a dejar de decir lo que pienso para hacer sentir cómodo a nadie.

-¿Cómo conecta el sonido actual de PIL con los trabajos más experimentales de tus primeros discos como Metal Box o Flowers of Romance?

-Hoy somos mucho más feroces. Mucho más duros. La tecnología llegó a un punto en el que se volvió aburrida, sobrecomplicó todo. Ahora tenemos un nuevo baterista, Mark, que es sensacional. Toca con la ferocidad de Ginger Baker. Eso es exactamente lo que PIL necesitaba. Es hardcore real, contundente, físico. El público argentino va a sentirlo: los vamos a empujar contra la pared.

-Mencionaste a Ginger Baker que fue uno de los grandes músicos (como Steve Vai, Tony Williams o Ryuichi Sakamoto entre otros) que colaboró con vos en el mítico disco Album de 1986. ¿Es verdad que durante esas sesiones Miles Davis apareció en el estudio porque quería participar? Miles siempre elogió tu forma de cantar y expresarte. ¿Qué recordás de ese episodio?

-Miles entró al estudio mientras yo cantaba “F.F.F.” y comenzó a tocar. Me di vuelta y le dije: ‘cerrá la puta boca!’ (’shut the fuck up’), porque estaba arruinando lo que yo hacía. Sé que quería aportar algo, pero cuando estoy listo para colaborar, lo estoy. No antes. A muchos músicos de jazz les gusta lo que hago, pero siempre desconfío de las colaboraciones. No quiero formar parte de una élite artística distante. Por eso hago tan pocas colaboraciones.

-En los 70, cuando grupos de rock progresivo eran mala palabra, vos mencionaste a Peter Hammill como una influencia importante…

-Admiro todo tipo de música. Lo que más me conmovía de Hammill era cuando atravesaba su divorcio y escribía canciones dolorosas, personales, sin filtros. (NdA: habla del disco Over de Hammill) Podía identificarme con ese sufrimiento, con esa honestidad brutal. Hoy casi nadie se permite mostrar ese nivel de vulnerabilidad.

-Después de décadas de exposición pública, ¿qué te mantiene con los pies en la tierra?

—Mi familia y mis amigos, que no me dejan pasar una. Y la honestidad. No miento, no hago música fraudulenta, no difundo cosas en las que no creo. Cuando era niño sufrí meningitis, perdí la memoria y tardé cuatro años en recuperarla. Dependí completamente de los adultos que me rodeaban y con el tiempo descubrí quién me había mentido y quién no. Comprendí el daño que provocan las mentiras. Nunca voy a hacerle eso a otro ser humano. Tengo secretos, sí, pero los revelo en mis canciones. No en entrevistas.

-Y cuando mirás para atrás y ves al joven Johnny Rotten, ¿qué sentís?

-Veo a un joven aterrado que aun así no retrocedió. Pero no podés vivir en la nostalgia, ni siquiera mirando hacia atrás con indulgencia. Mis principios siguen exactamente igual. No le debo nada al pasado, y tampoco lo romantizo.

-¿Cómo convivís con el afecto del público después de tantos años de confrontación?

-He sido odiado, ridiculizado y atacado durante 50 años. La idea de que alguien diga ‘oh, él está bien’ casi me aterra. Prefiero la animosidad, estoy acostumbrado a ella. Como decía Shakespeare: ‘hay que sonreír frente a la adversidad’.

-¿Creés que la sociedad actual es menos tolerante a la irreverencia que en los años 70?

-Es muy extraño, no?. En los 70 teníamos glam rock, Bowie, hombres vestidos de mujer, ambigüedad sexual, comunidad reggae, diversidad real, y no había juicio alguno. Ya éramos diversos. Hoy esa ideología llamada DEI (diversidad equidad inclusión) lo único que hace es clasificar, dividir y etiquetar. Lo woke es enemigo de un ser humano ilustrado. Es arrogante, presuntuoso y moralmente autoritario. Necesitamos volver a un lugar donde no nos odiemos, donde podamos reírnos de nosotros mismos. El gran problema es que si no estás de acuerdo con la izquierda automáticamente te tildan de fascista o nazi. Esa mentalidad es peligrosa y profundamente ignorante. No saben reírse de su propia estupidez. Por eso les escribí ‘Being Stupid Again’. Es una canción alegre, pero la odian porque se reconocen en ella. Si la escucharan con honestidad, quizá entenderían algo.

-El año próximo se cumplen 50 años de los Sex Pistols y como bien sabés hay giras bajo ese nombre sin tu presencia. ¿Cómo lo ves?

-Demuestra que la sociedad no aprendió nada en 50 años. Siempre ponen al creador en la guillotina y dejan que los mortales menores se apropien del crédito. Es una banda karaoke. Una copia cansada. Glenn Matlock dijo que el nuevo cantante no podía con mis letras ni con la velocidad con que las interpretaba y que querían cambiarlas porque “ya no son relevantes”. Eso es absurdo. Entonces que cambien también el bajo, la batería, todo. No pueden escribir canciones nuevas. Esa es la diferencia entre el original y una copia barata.

-Te sigues considerando un “Guerrero” (“Warrior”) como en la canción del mismo nombre que escribiste?

-No soy un guerrero, pero soy un guerrero. Pero no busco hacer daño a nadie. Amo a la raza humana. Pero sí: soy un guerrero de la verdad. Amo a mi raza humana, como decía Bob Marley, una raza, un mundo. Eso no significa que crea en la política mundial. La política mundial significa esclavitud para todos nosotros, creo que las diferencias son lo que nos hace excelentes. Sí, una sola raza: la humana. Un solo mundo, pero no un solo gobierno mundial. Eso sería esclavitud. Las diferencias son las que nos hacen interesantes, valiosos, extraordinarios.

-Para finalizar, en el tema “Rise” uno de tus más celebrados, cantás como un mantra que “Anger is an energy” (“la ira es una energía”). ¿Qué es el amor para vos?

-El amor es comprender completamente a otro ser humano, hasta encontrar tus propios defectos en él, y aun así perdonarte. Cuando juzgás, sos cruel con el mundo. Hay que tener el corazón abierto.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/john-lydon-su-encuentro-con-miles-davis-los-sex-pistols-karaoke-y-la-cultura-woke-como-enemigo-nid27112025/

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