Jorge Maestro, el incansable autor que escribió desde sus ficciones una parte de la historia de la TV en la Argentina
La televisión de autor en la Argentina no sería la misma sin el invalorable aporte de Jorge Maestro, uno de los grandes creadores de ficción que tuvo nuestro país en el último medio siglo, que...
La televisión de autor en la Argentina no sería la misma sin el invalorable aporte de Jorge Maestro, uno de los grandes creadores de ficción que tuvo nuestro país en el último medio siglo, que falleció en la madrugada del lunes a los 73 años tras sobrellevar una prolongada enfermedad.
La influencia de Maestro, sobre todo a partir de la extraordinaria dupla que compartió con Sergio Vainman, fue enorme y decisiva en el desarrollo del modelo narrativo, representado a través de ficciones diarias o semanales, en clave de comedia o drama, que identificó a la pantalla chica local a partir de la década de 1980.
De Nosotros y los miedos a Clave de sol, de La banda del Golden Rocket a Los machos, y de Zona de riesgo a Amigovios y Montaña rusa, entre muchísimas otras, las aventuras televisivas escritas por Maestro y Vainman le dieron forma a un modelo de ficción genuinamente argentina que no tardó en encontrar la empatía del público y un reconocimiento pleno en el corazón del propio medio.
La valoración de su trabajo siempre fue mucho más allá de la creatividad inagotable que mostró a la hora de escribir historias que se convirtieron en éxitos instantáneos, adoptados y apreciados por audiencias enormes. En un mundo en el que a menudo suelen predominar las conductas egocéntricas y la competencia mal entendida, Maestro fue un ejemplo de generosidad, equilibrio y delicadeza.
Quería de verdad a la tele y se preocupaba por llevar desde el papel a la pantalla ideas que fuesen ante todo entretenidas y agradables de ver. Detrás de ellas siempre había rigor, exigencia, dedicación absoluta y buen gusto. Si de algo tomaba distancia para escribir era de la vulgaridad.
Maestro sabía escuchar, era excepcionalmente cordial en el trato y dejaba en sus interlocutores la sensación de que hasta en la conversación más circunstancial siempre se llevaba alguna enseñanza de ellos. A Maestro, persuasivo y cordial como pocos en el impiadoso mundo televisivo, le sobraban razones y argumentos para imponer criterios sobre el rumbo que debía tomar, por ejemplo, una ficción televisiva programada en el horario de mayor encendido. Pero tomaba las decisiones siempre desde la búsqueda del acuerdo, sin renunciar por supuesto a su manera de ver las cosas.
Había nacido como Jorge Eduardo Mordkovicz en Buenos Aires el 13 de septiembre de 1951. Debe haber adoptado su nombre artístico de su condición de egresado de la escuela normal en la que conoció a Vainman, amigo y compañero de aventuras televisivas de toda la vida a partir de ese momento.
La prolífica e incansable tarea de la dupla comenzó en los años 70 con la autoría de espectáculos infantiles interpretados, entre otros, por Rita Terranova, Raúl Rizzo, Daniel Marcove, Andrea Tenuta y Juan Leyrado. Una de esas futuras estrellas, Carlos Andrés Calvo, por entonces integrante del reparto de Equus, les propuso un día escribir un texto para ser interpretado en TV por el elenco de esa exitosa obra teatral encabezada por Duilio Marzio y Miguel Angel Solá.
Aquel proyecto nunca salió al aire. Los dos continuaron escribiendo obras infantiles y ejerciendo la docencia en el nivel primario mientras descubrían que el acceso a la TV era más complicado de lo que imaginaban. La primera oportunidad llegó cuando menos se esperaba y fue Entre la vereda y el cielo, ficción ambientada en el mundo del circo. Fue una frustración que luego recordarían con una frase de Abel Santa Cruz que les quedó marcada a fuego: “El fracaso es bueno porque el público no lo recuerda y a uno lo baja a la tierra. Y si ocurre, no hay cosa mejor que atravesarlo de a dos”.
La cita aparece en 36 años de la televisión que todos vimos, libro que Maestro y Vainman escribieron en 2016 uniendo la extensa trayectoria profesional que compartieron con reflexiones sobre la identidad, el presente y el futuro de la televisión vista y analizada desde sus ficciones. Sin soslayar, por supuesto, los dilemas a los que se enfrenta cualquier autor frente a la página en blanco.
Por fortuna, tuvieron ingenio y creatividad para escribir muchísimas páginas desde allí, sobre todo cuando empezó una seguidilla de posibilidades laborales que con el tiempo encontró la tan preciada continuidad. Primero con programas infantiles (El show de Tom y Jerry, El planeta de Berugo) y más tarde, a partir de un vuelco notable, sumándose de la mano de Diana Alvarez al gran equipo autoral de Nosotros y los miedos, la primera experiencia “adulta” de escritura para televisión, a partir de la cual aprendieron, según propia confesión, a “contar las historias con imágenes además de diálogos”.
Podríamos escribir a partir de ese momento la historia de la televisión solo de la mano de las tiras y unitarios de todos los géneros posibles (comedias juveniles o familiares, telenovelas, dramas con espíritu testimonial) escritos por Maestro y Vainman. Zona de riesgo, Montaña rusa, Clave de sol, Amigovios, La banda del Golden Rocket, Como pan caliente, Hombre de mar, Gerente de familia, Los machos, Son amores, El sodero de mi vida, Por amor a vos y muchos títulos más encontraron en Maestro a un autor sensible que supo traducir al lenguaje televisivo los usos y las costumbres del imaginario argentino de ese tiempo.
A partir de la destreza, el oficio y el conocimiento ganados a lo largo de tantos años en el medio, Maestro empezó en 1999 a producir historias de ficción (Mi ex, Mamitas) mientras seguía escribiendo, ahora en soledad.
De a poco, ya decidido a seguir un camino propio, inició en los albores de la primera década del siglo XXI un admirable compromiso con la docencia que mantuvo hasta el final de su vida: seminarios de guión y producción junto a Pablo Culell (Underground), talleres para estudiantes de comunicación y el diseño de la carrera de guión para cine y TV en el ISER. En 2004, por un año, ocupó la dirección de programación y ficción de América TV, y poco después se instaló dos años en Chile para dirigir el departamento de ficciones del Canal 13 trasandino.
El incansable Maestro escribió una veintena de obras teatrales y también guiones para cine, uno de ellos (Papá por un día) compartido con Federico, uno de sus cuatro hijos. Desde Argentores, donde presidió el Consejo Profesional de Televisión, y el Fondo Nacional de las Artes (del que fue director de Audiovisuales) trabajó para enaltecer y jerarquizar el muchas veces devaluado trabajo de los autores televisivos.
En 2006 condujo junto a Claudio Martínez el programa Maestros de TV (emitido por Canal (á) y la TV Pública) y su último aporte fue Nosotros y los medios, de nuevo junto a su entrañable amigo y colega Vainman, en las noches de sábado de la radio pública de la Ciudad de Buenos Aires. La memoria de esos dos espléndidos ciclos guarda la expresión más noble y elevada del mundo mediático, el que se pone siempre al servicio de la sociedad para mejorarla desde el lugar del ocio y el entretenimiento. Allí, con una estatura profesional y personal llena de méritos que la TV no olvidará, Jorge Maestro llevó adelante esa búsqueda y hizo honor al apellido que eligió para ejercer su vocación definitiva.
Jorge Maestro será despedido este martes a las 12 en el Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita.