Generales Escuchar artículo

José Luis Villarreal en Miami: memorias de Boca, gratitud a River y asombro por Scaloni

MIAMI (Enviado especial).- El calor de junio pega fuerte en Miramar, una ciudad tranquila del condado de Broward, al norte de Miami. En la zona común del barrio donde vive, con vista a una laguna ...

José Luis Villarreal en Miami: memorias de Boca, gratitud a River y asombro por Scaloni

MIAMI (Enviado especial).- El calor de junio pega fuerte en Miramar, una ciudad tranquila del condado de Broward, al norte de Miami. En la zona común del barrio donde vive, con vista a una laguna ...

MIAMI (Enviado especial).- El calor de junio pega fuerte en Miramar, una ciudad tranquila del condado de Broward, al norte de Miami. En la zona común del barrio donde vive, con vista a una laguna artificial y rodeado de palmeras, José Luis Villarreal aparece vestido con la camiseta de Belgrano de Córdoba y un short de Florida Soccer Soldiers, el club local que dirige desde hace un tiempo. Lleva cinco años en Estados Unidos, dedicado al desarrollo juvenil y al fútbol semiprofesional. Este domingo, tras compartir el desayuno con su familia por el Día del Padre -también celebrado aquí-, se hizo un rato para charlar con LA NACION: una entrevista atravesada por la previa del Mundial de Clubes, donde Boca y River se preparan para debutar, pero también por su historia, su vínculo con Lionel Scaloni, con quien compartió plantel en Estudiantes de La Plata, y su mirada crítica sobre el fútbol en Estados Unidos. Aunque el entorno sugiere comodidad y estabilidad, hay algo en su tono que delata nostalgia. Extraña. Mucho. Y empieza a pensar en volver.

Villarreal es uno de los 102 futbolistas que vistieron las camisetas de Boca y River a lo largo del tiempo. Fue campeón en ambos clubes: con el Xeneize se consagró en el Apertura 1992, y con el Millonario, en los Apertura de 1993 y 1994, ambos torneos en los que Marcelo Gallardo también formó parte del plantel. En medio, tuvo un paso breve por Atlético de Madrid, donde jugó apenas seis meses, aunque en el imaginario popular quedó la idea de que fue un salto directo de un club al otro, sin escalas. Pasó cinco años en Boca, con momentos de gran nivel que lo llevaron a la selección argentina de Alfio Basile, pero su llegada a River rompió aquel vínculo especial que tenía con los hinchas. Aun así, conserva los mejores recuerdos de ambas instituciones. Y, en la previa del Mundial de Clubes, se anima a posar con las dos camisetas.

Para Villita, los equipos argentinos deben recuperar ese ingenio y esa astucia de potrero que los caracteriza, especialmente frente a rivales europeos que se destacan por su rigor táctico y su exigencia física. “Me parece que vamos a tener que demostrar esa picardía que tenemos nosotros y que no tienen los europeos”, señala. Aunque reconoce que el camino puede ser complicado, confía en que los dos clubes “van a hacer un buen papel, porque el futbolista, dentro de su cabeza, siempre saca un plus ante estos partidos, como cuando vas a jugar una final o un clásico”.

Su paso por Atlético de Madrid y Montpellier le permitió conocer de cerca la disciplina y la dedicación que prevalecen en Europa. “No sé si tienen esa mentalidad ganadora, pero sí son muy estrictos en el entrenamiento y en el cuidado del cuerpo”, explica. Además, con un toque de humor, recuerda cómo sus compañeros le advertían sobre sus hábitos alimenticios: “Cuando iba al supermercado, alguno me veían con una torta en la mano y me decían: ‘Estás loco, no se puede comer chocolate, vas a engordar’. El europeo se lo toma muy en serio”.

A los 59 años, Villarreal ya empieza a pensar seriamente en volver a la Argentina. Los motivos son familiares, pero también responde al desgaste del día a día. La academia que dirige, con más de 70 chicos, está ubicada en Homestead, en el extremo sur de Florida, a unos 75 kilómetros de su casa. Por eso, cuenta, no suele salir demasiado ni cruzarse con hinchas argentinos, aunque, a través de las redes, está al tanto de lo que se dice sobre él. Y si bien entiende las reglas del juego, cree que hay ciertos límites que no deberían cruzarse.

“El hincha de Boca me sigue castigando, hay páginas que se mofan. Por ahí levantan una foto maravillosa que tengo con Maradona -es la imagen de perfil de su WhatsApp- y escriben: ‘Dios y Judas’. La gente no entiende que detrás del exfutbolista, o del exBoca o el exRiver, hay una persona que tiene mamá, hermano, esposa, hijo y una nieta, y no está bueno que se digan esas cosas. Este es mi sexto año fuera del país, y cuando uno está lejos pareciera que las cosas lo afectan más”, revela con dolor. Y recuerda que, tras su paso por España, intentó regresar a Boca, pero el club ya había incorporado a Alejandro Mancuso. Durante varios días se entrenó en los bosques de Palermo, en silencio, hasta que finalmente sonó el teléfono: era Daniel Passarella.

-¿Qué sentís al ver estas camisetas?

-Primero, un privilegio enorme haber vestido semejantes colores. River fue uno de los clubes que me cobijó, que coreó mi nombre al cuarto partido, incluso teniendo al Negro Astrada, que era un ídolo de la institución. Después, lamentablemente, me lesioné y pasé mucho tiempo sin jugar, pero el hincha me recuerda con afecto y yo guardo un gran aprecio por ese club.

-¿Y la de Boca?

-Más allá de que hoy no tenga una buena relación con los hinchas, conservo un respeto enorme por el club, porque mi padre fue fanático de Boca, y muchas de las lesiones que tuve fue vistiendo esta camiseta, por la que siempre dejé todo.

Villarreal llegó a Estados Unidos en 2020 con una propuesta ambiciosa: hacerse cargo del Palm Beach Stars, un club que aspiraba a escalar hasta la segunda división del fútbol local. Al mismo tiempo, sumó presencia en los medios como comentarista de las ligas española e inglesa, y columnista en un programa dedicado al análisis futbolero. Sin embargo, con el paso del tiempo, el proyecto deportivo fue perdiendo impulso y los canales cambiaron de dueños. Frente a ese panorama, Villarreal tuvo que reinventarse: se volcó al trabajo formativo y encontró ahí una nueva manera de seguir vinculado al fútbol. “Cuando yo llegué acá, creía que el fútbol de Estados Unidos iba a tener un crecimiento mucho más rápido, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que se estancó”, analiza Villarreal. “Tiene la infraestructura, tiene el dinero, pero para mí carecen de ideas. Esto de no tener ascenso y descenso por el sistema de franquicias termina generando un fútbol que no es competitivo”, sostiene.

-¿La llegada de Messi no cambió nada?

-Leo fue como un tsunami acá. Revolucionó todo. Pero futbolísticamente, el Inter no rindió como muchos latinos esperaban. Aun así, los estadios siguen llenos. La gente interpretó que se podía armar un equipo realmente serio. Llegaron futbolistas de élite, pero con una edad avanzada. Y si bien el fútbol no es del todo competitivo, es muy físico. En defensa, a veces los jugadores son distraídos, cometen errores, toman decisiones equivocadas. Parecía que con el Tata Martino se había armado algo interesante, pero no se terminó de plasmar en títulos… o sí, creo que ganaron una copa. No estoy tan al tanto porque Miami no es una ciudad futbolera. Acá no tenés el televisor hablándote de fútbol todo el día. Si quiero ver algo, tengo que poner los canales argentinos.

-¿Los chicos quieren ser futbolistas?

-Sí, con la llegada de Leo también se produjo un fenómeno: empezaron a abrir academias por todos lados. Pero quienes venimos del fútbol profesional entendemos que en este país la parte formativa se la pasaron por alto. Y con todo lo que generó Messi, crecieron mucho las expectativas, pero las academias siguen abriéndose sin un horizonte claro. El objetivo claramente es el business, como dicen acá: es un negocio. Pero en cuanto a la formación, hoy me encuentro con chicos de 18, 19 o 20 años que carecen de herramientas básicas: cómo le pegan a la pelota, las decisiones que toman en el juego, cómo hacen una carrera interna, hacia dónde orientan el cuerpo, cómo interpretan cada jugada. Son cosas que, lamentablemente, no se han trabajado en este país.

-¿Cuánto tiempo creés que puede llevar el proceso hasta tener un fútbol competitivo?

-Si cambian las ideas, yo creo que en cinco años podríamos estar hablando de otra cosa. Pero si todo sigue igual, el fútbol en Estados Unidos va a seguir siendo eso que llaman soccer, lamentablemente. Yo tengo padres que, por ejemplo, ante una falta en mitad de cancha, gritan: “¡Penal!”. Dios mío… ¡el chico está en mitad de campo! El penal es en el área. Pero bueno, eso también habla de la cultura futbolística que se vive acá.

-Claro, muy difícil…

-Es que no hay un fanatismo por el fútbol. Me animaría a decir que está a 11 en la escala de 1 a 10. El fútbol americano, el básquet y el béisbol son los deportes que se desarrollan más desde chicos. A veces llegan niños que juegan al béisbol, y a esos les tenés que enseñar hasta a correr.

La selección argentina de Lionel Scaloni es, para Villarreal, el equipo que mejor representa su manera de entender el fútbol. Lo conoce bien. Compartieron plantel en Estudiantes en 1997, cuando él regresaba de México y el Gringo, con apenas 19 años, daba sus primeros pasos tras dejar Newell’s. Se hicieron cercanos: Villarreal entabló una buena relación con su familia, al punto de que el hermano de Lionel, Mauro, solía pasar a buscar a los suyos para llevarlos a la cancha cada vez que el equipo jugaba en La Plata. Por entonces, nada hacía imaginar el futuro que vendría. Villarreal lo recuerda con cariño, pero admite que jamás lo hubiese proyectado como técnico. Mucho menos, como el conductor de una selección campeona del mundo.

“¿Sabés lo que era Leonel?”, se pregunta, antes de recordar una escena que, para él, define aquella etapa inicial: “Si ustedes recuerdan los primeros partidos de la selección, cuando hacía un gol la Argentina y él se subía arriba de los jugadores, ese era Scaloni”. Con el tiempo, cree que fue encontrando su lugar. Él agarró la Selección muy joven, y todos cometemos errores. Después, con los años, los corregís. Eso se llama experiencia. Por eso hoy se lo ve mucho más calmado”.

-¿Volviste a hablar con él?

-No. no nos hemos visto, no nos hemos cruzado. Y creo que no lo voy a hacer, porque no soy una persona de ir a los hoteles a ver a nadie. Soy perfil bajo.

-Si Lionel lee esta nota, ¿qué te gustaría decirle?

-Que se quede para siempre a dirigir a la selección. Que continúen los éxitos y que nos siga dando alegrías a todos los argentinos que andamos desparramados por el mundo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/jose-luis-villarreal-en-miami-memorias-de-boca-gratitud-a-river-y-asombro-por-scaloni-nid16062025/

Volver arriba