Jueces y abogados homenajearon a los camaristas del Juicio a las Juntas, a 40 años del histórico fallo
El próximo martes, 9 de diciembre, se cumplen 40 años del fallo del ...
El próximo martes, 9 de diciembre, se cumplen 40 años del fallo del Juicio a las Juntas, que condenó a las cúpulas de la última dictadura militar. La Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, máxima agrupación de jueces del país, y la Asociación de Abogados de Buenos Aires (AABA) homenajearon a los camaristas que dictaron esa sentencia histórica.
En el encuentro, que fue este miércoles, se reconoció al Juicio a las Juntas como un hito fundacional de la democracia, un renacer ético y un ejemplo de independencia judicial.
El acto fue en la sede de la Asociación de Magistrados, frente al Palacio de Tribunales, en un salón que estaba lleno. Participaron los excamaristas León Carlos Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz, y familiares de los jueces que, con ellos, juzgaron a las cúpulas militares, Andrés D’Alessio y Jorge Torlasco, fallecidos.
También estuvo Julián Strassera, el hijo de Julio Strassera, el fiscal que llevó adelante la acusación contra los excomandantes. Todos ellos recibieron placas conmemorativas que les entregaron el presidente de la Asociación de Magistrados, el juez Andrés Basso, y el presidente de la AABA, Juan Pablo Zanetta, que fueron los anfitriones del acto.
El homenaje incluyó un conversatorio, en el que expusieron el constitucionalista Alejandro Carrió, la abogada Alejandra García y el historiador Pablo Gerchunoff. Ellos detallaron la proeza jurídica que implicó el juicio y el impacto que tuvo en la vida política; además, relataron cómo lo vivió cada uno en aquel momento.
Carrió habló sobre el efecto del fallo en la comunidad jurídica de los 80, que él integraba. “No era solo que nos faltaban elecciones, que no votábamos. De república teníamos poco. Nos faltaba un principio básico: el de igualdad ante la ley”, dijo, y destacó que eso empezó a cambiar el primer día del juicio, cuando el secretario del tribunal pronunció, frente a los nueve comandantes, la frase “Señores, de pié”. “Ese ‘Señores, de pié’ fue un bálsamo de juridicidad para nosotros. Era darnos cuenta de que el principio de igualdad ante la ley estaba vigente”, recordó.
Carrió hizo hincapié, además, el rol de la fiscalía. “En el juicio, vimos corporizado en Julio Strassera el sistema acusatorio, que hoy deseamos que rija en todo el país”, afirmó en alusión al papel protagónico que tuvo la fiscalía, que seleccionó los casos que llevaría al tribunal, basada en la tarea previa de la Conadep. También elogió la agilidad y la “mano firme” de los jueces para conducir las audiencias en un juicio que tuvo más de 800 testigos; recordó que todos los planteos de las partes se resolvían en el momento y remarcó que además de condenados, en la sentencia hubo absueltos.
“Nadie quedó enteramente contento”, dijo Carrió, como prueba de que el juicio no tenía un guión escrito de antemano. En el grupo de quienes no quedaron “enteramente contentos” Carrió incluyó al propio Raúl Alfonsín -cuyo rol para hacer posible el juicio fue muy elogiado por todos los oradores, incluido Carrió, autor del libro “Alfonsín y los derechos humanos”-. El constitucionalista dijo que el entonces presidente no estaba de acuerdo con lo que los camaristas ordenaron en el punto 30 de su sentencia, que dispuso que siguieran las investigaciones para determinar las responsabilidades de otros militares de menor rango.
“Los jueces debieron hacer lo que la ley les ordenaba hacer, sabiendo perfectamente que ese no era el deseo de Alfonsín, que había sentido que no tenía el poder para juzgar entonces a miles de personas. Esa muestra de independencia merece un reconocimiento muy, pero muy especial”, dijo Carrió.
Alejandra García, exconsejera de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires y responsable del área Legal y Técnica del Colegio Público de la Abogacía de la Capital, habló de su experiencia como estudiante secundaria cuando el juicio se llevaba adelante. “Fue algo formativo para nuestra generación. Nos permitió comprender que el derecho podía ser una herramienta de transformación”, dijo. García contó que a ella, que planeaba estudiar Medicina, el juicio la determinó a elegir Abogacía como su carrera. Subrayó que “el Juicio a las Juntas puso al derecho en el centro de la reconstrucción democrática” del país y recordó que el tribunal “ejerció Justicia cuando el miedo era real”.
Pablo Gerchunoff advirtió que estamos viviendo una transición respecto de este juicio y que va a ser larga. “Todavía estamos pulseando. Estamos en el paso de la memoria a la historia. El día que sea definitivamente historia, y no una batalla por la memoria, ese día habremos obtenido un éxito irreversible”, afirmó.
Gerchunoff recordó el 9 de diciembre de 1985 y su contexto como una época de “felicidad absoluta”. El Plan Austral, en ese primer momento, era exitoso (“No sabíamos que después eso iba a deshilacharse”, dijo), el sistema político parecía consolidado en el rumbo de la democracia y Alfonsín ganó las elecciones intermedias en noviembre de ese año.
“Quiero decir que yo era un recién llegado a la idea de la democracia -contó Gerchunoff-. A mí, la democracia me la enseñó, primero, la sangre de la dictadura y después, Raúl Alfonsín. Antes, las palabras clave de mi vida eran desarrollo, bienestar, progreso material, equidad. Vivía en otra clave, que no es la clave de la institucionalidad. Todo el proceso que lleva al fallo y el fallo mismo hizo que se encarnara en mí la institucionalidad democrática como un elemento que antes no me era natural.”
Como Carrió y García, Gerchunoff destacó que el fallo con las condenas fue “una batalla muy dura”, algo “absolutamente excepcional” en la historia argentina, y contó que cuando se conoció la sentencia, le dijo a su mujer: “Ah, pero esto va en serio”. Para él, quedó claro en ese momento que “la historia no tenía un camino predeterminado”.
Gerchunoff subrayó la importancia del Juicio a las Juntas para la democracia, pero destacó que, más que una “primavera democrática”, fue una “primavera ética” la que se vivió. Recordó, en este contexto, a Juan Sourrouille, ministro de Economía de Raúl Alfonsín. “Le hicieron hace dos o tres años un reportaje y él, al pasar, dijo que el Plan Austral estuvo al servicio de la construcción democrática. Esto es extraordinadio y es una anomalía en la historia reciente argentina. Un ministro de Economía que se baja de la soberbia tecnocrática”, afirmó.
Terminado del “conversatorio” -moderado por la periodista de LA NACION Paz Rodríguez Niell-, los anfitriones del acto, Basso y Zanetta, junto con la vicepresidenta de la Asociación de Magistrados, la jueza María Elena López, entregaron las placas de reconocimiento a los excamaristas. Cada uno dio un breve discurso.
Gil Lavedra dijo: “Hechos tan graves y crueles como fueron los crímenes del gobierno militar no hay forma de repararlos más que con la Justicia. Cuando se pronuncian los jueces, no solo están condenando a personas individuales, están expresando el repudio moral de una sociedad a esos crímenes horrendos”.
Arslanian señaló que el juicio “no puede ser visto como una proeza o como un hecho singular de hombres valientes que se atrevieron”, sino que debe ser analizado “desde la perspectiva del valor ético de la Justicia”. Dijo que la clave es “el principio de no tolerancia a la impunidad frente a hechos de esta magnitud”.
Ledesma afirmó: “Los golpes de Estado se sucedían y eran absolutamente impunes. Eso era un hecho que parecía irreversible. Tuvo que llegar el presidente Alfonsín para que, con una base más ética que jurídica, dispusiera que se hiciera el juicio contra guerrilleros y contra las juntas militares. Así, se acabaron para siempre los golpes de Estado”.
Valerga Aráoz también habló de la ética como valor que guió el proceso y cimentó la democracia. En línea con Ledesma, dijo: “Pasaron 40 años desde la sentencia y tenemos democracia y vamos a seguir teniendo democracia”.
Ana María D’Alessio, hija de Andrés D’Alessio y también jueza, agradeció el homenaje a su padre en nombre de ella y sus ocho hermanos, y destacó el valor de quienes dieron testimonio y de los jueces que, con su conducta, generaron las condiciones para esas declaraciones. “¿Quién se hubiera animado a declarar sin la garantía que daban estos jueces de que iban en serio?“, se preguntó.
Julián Strassera dijo que él no podía hablar por su padre, pero que sin dudas este homenaje hubiera sido muy valorado por él. Destacó la “intachable conducta” de la Asociación de Abogados de Buenos Aires a lo largo del tiempo en defensa de los derechos humanos y recordó que en la época del juicio buena parte de los jueces y los abogados rechazaban este proceso y que, incluso, algunos le habían retirado el saludo a su padre. “Creo que estaría especialmente contento de recibir este reconocimiento”, afirmó.
Basso, encargado de darles la bienvenida a los excamaristas, había dicho, poco antes: “Esta es la casa de todos ustedes y no es algo metafórico”. El juez recordó que en el mismo salón comedor donde se estaba haciendo el acto, Gil Lavedra y D’Alessio se reunieron un mediodía, hace más de 40 años, y decidieron convocaron a Arslanian para conformar el tribunal.