La Casa de Grand Bourg, cuna de Josefa Balcarce y San Martín
Grand Bourg fue la residencia preferida del Libertador en Francia. Ubicada a 25 km de la ciudad de París, estaba lo suficientemente lejos como para llevar la vida tranquila que tanto anhelaba el g...
Grand Bourg fue la residencia preferida del Libertador en Francia. Ubicada a 25 km de la ciudad de París, estaba lo suficientemente lejos como para llevar la vida tranquila que tanto anhelaba el general. Esa casa posee un importante contexto histórico. En ella nacería Pepa Dominga Balcarce, la hija menor del matrimonio Balcarce, a quien Dios le concedió una larga vida que le permitirá difundir muchos aspectos desconocidos de la vida de su abuelo. El nombre Pepa Dominga es el que figura en su partida de nacimiento. Muchos años después, cuando su abuelo ya había partido a la inmortalidad, se hizo llamar Josefa, en honor a su célebre abuelo, y desde entonces fue conocida como Josefa Balcarce y Gutiérrez de Estrada, apellido de casada.
Grand Bourg se encuentra en Évry. San Martín llegó a esa comuna gracias a su entrañable amigo Alejandro María Aguado, un singular millonario y hombre generoso que se desempeñaba como alcalde de Évry. Aguado benefició mucho a la localidad durante su gestión, realizando importantes obras públicas. Poseía un hermoso château, Le Petit Bourg, donde el Libertador se alojó gran parte de 1833, acompañado por su amigo y su familia. Participaba además en eventos culturales de diferente tipo, entre los que se destacaban los conciertos con reconocidas personalidades de la época, entre ellos Gioachino Rossini.
San Martín solía salir a cabalgar junto a Aguado, quien le insistió en adquirir una casa en esa agradable comuna. El General, prudente como siempre, no tomaba decisiones rápidas sin reflexionar. Así, casi un año después, el 25 de abril de 1834, compró finalmente una casa en la localidad de Grand Bourg. ¿Cómo es la casa preferida del General? La vivienda tenía unos 100 años de antigüedad cuando la adquirió. Se encontraba bien conservada. En la planta baja cuenta con un estar con dos puertas ventana de doble hoja –que dan al inmenso jardín de 10.000 m², donde más tarde tendrá su huerta–. Posee además un comedor principal con una gran ventana al frente, cocina, escritorio y despensa. En el primer piso encontramos cinco dormitorios y un baño grande; en el segundo, cuatro dormitorios y un baño, destinados al personal de servicio.
La casa pertenecía entonces (1834) al coronel François Berliet, oficial retirado del arma de Ingenieros del Ejército Francés y miembro de la Legión de Honor. Berliet y su esposa, Hedwig Charlotte, se sorprendieron al conocer quién adquiría su vivienda, y pidieron especialmente que se incluyeran los títulos del General en la escritura. La casa fue entregada totalmente amoblada. Inmediatamente, el Libertador se instaló junto a su criado peruano Eusebio Soto. En ese momento la propiedad contaba con una caballeriza, un garaje para carruajes y una casita anexa, ocupada por el casero y jardinero François. El General y su familia pasaron allí catorce años felices, desde 1834 hasta mediados de 1848, interrumpidos solo durante los inviernos, cuando se trasladaban a su residencia de París. Finalmente, se mudaron a Boulogne-sur-Mer, su última “parada”.
La casa de Grand Bourg fue vendida por orden del Libertador, a través de Mariano Balcarce, el 14 de agosto de 1849, y adquirida por Eduardo Blavier. Luego pasó por diferentes propietarios hasta que, en 1931, fue comprada por la Congregación de Sion, hermanas de clausura, actuales propietarias. Las hermanas la denominan “La soledad”. La casa fue modificada, pero su estructura original se mantiene. Se añadieron algunas construcciones nuevas, entre ellas una pequeña capilla adosada a la sala principal. Actualmente, esta ya no se usa como capilla, pues resultó pequeña para albergar a los vecinos que asisten a misa; pasó así a formar parte del salón de reuniones de las hermanas. También se construyeron tres edificios anexos para alojamiento, conectados al edificio original y respetando su estilo arquitectónico. Las hermanas construyeron una capilla nueva más amplia del otro lado de la casa, pegada a la casa del casero.
Se refaccionaron la caballeriza y el garaje, pero se conservó en su lugar la argolla de amarre que utilizaba el General para atar su caballo al regreso de sus cabalgatas. Sobre la entrada al sótano, en la parte posterior, aún se conserva una pequeña gruta con una imagen de la Virgen, que según el inventario fue colocada por el General en 1847, probablemente tras su regreso de Italia. También se conserva un catre de campaña de la época (1836), uno de los pocos objetos originales según la hermana superiora Victoria. En el primer piso, en el tercer dormitorio, nació Pepa Dominga el 14 de julio de 1836, quien tendrá una vida ejemplar.
Grand Bourg conserva paz y tranquilidad, con calles angostas y poco transitadas, muros de piedra que delimitan las casas. El Libertador recibía a sus visitas en esta residencia, que guarda los recuerdos –muchos aún ocultos– de la vida íntima de San Martín y los suyos. La elección del General resalta sus valores: adquirió una casa modesta y sencilla, con terreno suficiente para cultivar su propia huerta –rememorando su finca en la amada Mendoza–. Se rodeó del afecto de su familia, disfrutando de sus dos nietas, a quienes colmaba de amor.
Quizás, algún día, esta casa pueda ser adquirida por el Estado argentino, para convertirse en una casa museo, al igual que su residencia de Boulogne-sur-Mer. Es una satisfacción tener la certeza de que el Padre de la Patria disfrutó de su vejez como lo había deseado. Como él mismo expresó: “Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles; mi edad mediana, al de la Patria; creo que me he ganado mi vejez”.
General (R),académico del Instituto Sanmartiniano