La Ciudad incorporó un nuevo catamarán para el saneamiento del Riachuelo
El río Matanza-Riachuelo es un curso de agua que se extiende a lo largo de 64 kilómetros. Nace en la Provincia de Buenos Aires, atraviesa el sur de la ciudad y desemboca en el Río de la Plata. P...
El río Matanza-Riachuelo es un curso de agua que se extiende a lo largo de 64 kilómetros. Nace en la Provincia de Buenos Aires, atraviesa el sur de la ciudad y desemboca en el Río de la Plata. Por años predominó un ambiente contaminado, con una vista plagada de basura en su cauce y un penetrante olor.
Entre los desechos industriales, las aguas servidas por falta de redes cloacales y los residuos domiciliarios, el problema se sostuvo por casi 40 años. En 2004 se presentó una demanda particular contra el Estado, la Provincia y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), como explica la página oficial de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), un organismo público nacional, para reclamar la recomposición del ambiente y su consecuente saneamiento.
La causa original fue presentada por Beatriz Mendoza, y obtuvo un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que determinó la recuperación de la zona. A partir de entonces, los gobiernos empezaron a recolectar y gestionar la basura flotante. Llegar al fondo es más difícil: implica una mayor inversión económica y un tipo de maquinaria especial. Pero hasta el momento, la limpieza del espejo de agua viene dando sus frutos. No solo es visible, ya que hay menos residuos flotando, sino también olfativa. Ya no abruma el olor a podrido en la costa, por lo menos en el sector de Vuelta de Rocha, en el barrio de La Boca, a pasos de la entrada de Caminito.
Para continuar con esta tarea, el gobierno porteño anunció, ahora, la incorporación de un catamarán nuevo, que tiene el objetivo de aumentar la capacidad de limpieza del agua. Es más moderno y eficiente, y cuadruplica la capacidad de carga de los modelos que se venían usando. “Los que tenemos juntan 500 toneladas casi. Con este se pueden recolectar hasta 2000. La idea es que funcionen los dos juntos. Es más eficiente porque usa menos combustible de ir y venir a la barcaza que transporta después la basura”, explicó Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad, en una jornada en donde se presentó la nueva “grúa” a los medios.
La basura que se junta a través de estos equipos se clasifica entre lo que se envía al Ceamse, la entidad de Coordinación Ecológica Área Metropolitana, y lo que se recicla. A lo largo de estos años, desde que empezó el saneamiento, en el Riachuelo que bordea La Boca “ya se recuperó la fauna”, sostuvo Baistrocchi, y aseguró que “volvieron los sábalos”. Peces no se ven, sí, cada tanto, unos patos negros con cabeza amarilla, probablemente una gallareta chica.
“Cuando este trabajo arrancó, venías acá y el olor era inconfundible”, comentó. El trabajo incluyó el despeje de los márgenes del río y la recuperación del espacio público para el uso de los vecinos. Para esto, en este sector trabajaron en conjunto tanto el gobierno porteño como la Acumar.
Para la incorporación del nuevo catamarán, la Ciudad contrató a una empresa, es decir, estuvo tercerizada a través de licitaciones, por eso el ministro aseguró que “no le costó a la Ciudad más plata, porque lo que se hizo fue optimizar dentro de la licitación”. También dijo que para llevar a cabo estos trabajos, se reunieron con vecinos, ya que se trata de un reclamo histórico. Desde que se arrancó con el saneamiento, se recuperaron 5000 toneladas de basura del cauce del río.
Es un trabajo que debe continuar, porque, contó, el problema ahora no es “lo que se saca”, sino que la gente sigue arrojando desechos al agua. Es complicado establecer alguna política pública respecto de este tema, porque el cauce está compartido con la Provincia, donde no hay, actualmente, un trabajo de recuperación establecido. Ante la consulta, respondió: “Nosotros hacemos mucha campaña de educación, de concientización ciudadana. En la ciudad tenemos contenedores para que la basura esté adentro y vaya al Ceamse o a los centros verdes, en función del color del contenedor. Pero no podemos trabajar sobre el margen del río que no es nuestro”.
“El objetivo es seguir saneando. Hace un año se recuperó la navegabilidad, antes no podías entrar, hoy podés”, añadió.
NavegabilidadEn agosto del año pasado, LA NACION publicó una nota en donde se contaba que había vuelto la navegabilidad al Riachuelo después de 13 años. La noticia se celebró con el primer viaje del catamarán que une Puerto Madero con La Boca, al que hizo referencia el ministro, y que ofrece un recorrido de 40 minutos hasta el puente transbordador Nicolás Avellaneda. Hoy, el pasaje de ida y vuelta para el residente argentino cuesta $35.600 por persona.
Javier García Elorrio, encargado de la limpieza del Riachuelo y Río de la Plata, quien participó del recorrido, detalló que el saneamiento está a cargo de la Dirección General de Limpieza del gobierno porteño, que depende de Espacio Público, y que este se realiza a partir de la recolección diferenciada de residuos desde La Boca hasta La Noria. En 2016, Nación le traspasó a la Ciudad esta tarea. “Cuando comenzamos esta operación, en 2010, había siete villas sobre el margen costero. Esos asentamientos se fueron relocalizando, transformando en espacios verdes”, sostuvo.
Y mostró fotos del antes y después: de la aglomeración de edificios se pasó, con el correr de los años, a un camino de pasto y ciclovías despejado.
Los catamaranes limpiadores trabajan todos los días de la semana, entre seis y ocho horas diarias. El nuevo modelo, contaron a través de un comunicado, es “un primer paso para lo que será el reemplazo progresivo de embarcaciones, tanto en el Riachuelo como en otros cuerpos de agua donde la Ciudad realiza tareas de limpieza”. Son grúas amarillas, como una pala mecánica que se encarga de despejar el agua. Además de ramas, todavía se juntan bolsas de plástico, botellas. En una de ellas podía verse, incluso, una bota de taco y caña alta. Todo eso se acumula, después, en una batea sobre la cubierta, algo que las embarcaciones más viejas no tienen, una especie de canasta amplia donde se deja lo recolectado, sin tener que acercarse continuamente a lo que llaman “ojos” en el agua, volquetes flotantes en donde se acumula la basura para que después la recolecten. Por eso, el ida y vuelta se achica, y la eficiencia energética aumenta.
En el riachuelo, además de las grúas y lanchas con el ploteo del ministerio, también se ven circular lanchas azules de Acumar, que evidencia el trabajo conjunto entre Nación y Ciudad. Pasan, además, los catamaranes que hacen recorridos turísticos, la gente asomada a la intemperie, cerca de las barandas. Como se contó, esto es posible ahora que hay menos basura. Antes, la circulación era imposible, las bolsas y plásticos se atascaban en las hélices.
El trabajo dista mucho de estar terminado. Es algo que, probablemente, no suceda nunca, porque, como dijo el ministro, parte del problema son los residuos sólidos urbanos. El Riachuelo comienza en Cañuelas. Cuando entra a la ciudad hay arroyos que fluyen, “tributarios del río” y tributarios de residuos. Lo acumulado, por ejemplo, en Puente La Noria, baja de a toneladas. También llega basura por sudestadas del Río de la Plata. Incluso cuando se draga, es decir, se remueven sedimentos y materiales del lecho, explicó García Elorrio.