La comunidad que se juntó para cumplir los sueños de los niños más olvidados
Una casa, una moto y una beca educativa Los sueños de los niños más vulnerables que se cumplieron este año Texto y fotos Micaela Urdin...
Una casa, una moto y una beca educativa Los sueños de los niños más vulnerables que se cumplieron este año
Texto y fotos Micaela Urdinez | Enviada especial
24 de diciembre de 2025
Sus realidades duelen, incomodan y molestan porque ponen en evidencia una desigualdad primigenia. Porque muestran que su pobreza arrancó en el cordón umbilical y fue creciendo a medida que ellos también crecían. Tuvieron -y tienen- infancias en las que las carencias se multiplican como focos de un incendio que es imposible de apagar. Los quema. Los deja en carne viva. Durante todo 2025, el proyecto Hambre de Futuro fue contando las historias de los niños que hoy viven bajo amenaza en las provincias de Chaco, Santiago del Estero, Salta y Formosa, a través de las distintas plataformas de LA NACION. Son los que están en riesgo, los que tienen la mayoría de sus derechos vulnerados, los que tienen urgencia de ser vistos, escuchados y los que más necesitan recibir ayuda. El poder de una imagen o de una frase sigue siendo arrollador y funciona como una cachetada a la indiferencia. Hace explotar en la cara todas esas situaciones en las que la sociedad prefiere no detenerse. ¿Quién quiere saber que todavía hay niños que se mueren de hambre y de deshidratación en la Argentina? ¿Qué se hace con esa angustia? Además de poner en agenda la pobreza infantil, el objetivo de máxima de Hambre de Futuro es incidir en políticas públicas, lograr que el Estado (en todos sus niveles) asegure los derechos básicos de todos los ciudadanos: eso fue lo que pasó con el pueblo originario nivaclé que reside en Formosa. A principios de noviembre, LA NACION publicó una nota en la que visibilizaba sus condiciones de vida precarias, pero también su reclamo de ser reconocido formalmente por el gobierno nacional y provincial. La semana pasada, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), mediante la Resolución 220/2025, reconoció oficialmente la preexistencia étnica y cultural del pueblo nivaclé, saldando así una deuda histórica. También el periodismo social es servicio. Es una invitación a la acción y sirve para que todas las personas que quieran hacer algo para achicar brechas, encuentren una manera fácil y segura para hacerlo. Ver en fotos, videos, documentales y notas periodísticas cómo eran las infancias de Junior, de Mateo, de Marcela, de Beto y de Celene, entre otros, tuvo un profundo impacto en la audiencia de LA NACION, que se conmovió con sus flagelos y con sus deseos. Fueron muchos los que compartieron el contenido, comentaron las notas, escribieron mensajes y quisieron saber más. Durante este año, miles de personas se comprometieron con cada uno de ellos para que pudieran tener un presente más digno. Algunos donaron dinero para construirles una casa, comprarles una moto para poder llegar al hospital o a la escuela, otros se ofrecieron a becarlos para que pudieran seguir sus estudios, algunas empresas se sumaron con la entrega de paneles solares o baños. Cada uno, desde su lugar, hizo la diferencia y fue clave para cumplir sus sueños. Hoy, todos estos chicos están construyendo un futuro con mejores oportunidades.
Paraje Lebretón, Chaco
EMANUEL “JUNIOR” JUÁREZ “Tengo una casa linda”Del rancho de silobolsa a la casa de material. La familia Juárez se mudó a una vivienda nueva con dos habitaciones que están conectadas y eso les permitió mejorar mucho su calidad de vida; gracias a que ahora Junior tiene un baño y una ducha, ganó autonomía para asearse solo; al tener una galería de material, puede jugar por las noches y moverse más cómodo en su silla de ruedas
Emanuel Juárez -conocido por todos como Junior- es un adolescente de 16 años, que tiene parálisis cerebral y se mueve en silla de ruedas. Su familia vivía en un rancho con piso de tierra, hecho con silobolsas y palos en el paraje Lebretón del Impenetrable chaqueño, muy cerca del límite con Santiago del Estero. “Lo más urgente es que nos ayuden a hacerle una pieza para él porque lo que tenemos no es seguro. Un baño que sea lindo para que pueda sentarse. Necesita una silla de ruedas nueva porque la que tiene es chiquitita”, pedía Claudia Moreno, su mamá, en la nota que LA NACION publicó en junio pasado. En el lapso de dos semanas, se recaudaron $13.500.000. “Fue una locura el teléfono esos días. Un montón de gente nos contactó por WhatsApp para ayudar de todas partes del país y del exterior, que no sabía lo que hacíamos y ahora nos conoce. Tuvimos un aluvión de seguidores y hay gente que se comprometió a donar todos los meses”, contaba Orlando Cristófano, community manager de la ONG La Chata Solidaria. El dinero fue destinado a comprar una moto para que los padres pudieran llevar a Junior al médico hasta Monte Quemado y a construirle una casa de material, compuesta por dos habitaciones y un baño instalado con ducha. También, le donaron una silla de ruedas nueva y de su tamaño en la que está mucho más cómodo. “El nivel de emoción es muy grande. Pensar que lo encontré reptando a Junior y que ahora tiene una casa linda es muy movilizante”, indicó Jerónimo Chemes, fundador de la ONG. El proceso de construcción demoró tres meses y, en septiembre, los Juárez se mudaron a una vivienda más segura y limpia. FUNDACION LA NACION volvió a viajar a Chaco para reencontrarse con Junior y su familia. “Con el baño y la ducha nuevos, ahora Junior se sienta solo, hace sus cosas y es más independiente. Nosotros lo dejamos ahí y cuando termina nos avisa. Estoy muy contenta. Nunca pensé que esto podía pasar y doy gracias a toda la gente que dio de su parte”, afirmó Claudia. A partir de la publicación de la nota, también mejoró la salud de Junior. El Ministerio de Salud de la provincia lo llevó a la ciudad de Santiago del Estero para que finalmente lo viera un neurólogo. Además, un profesional lo está acompañando con ejercicios para que pueda volver a caminar. “Lo llevo a Monte Quemado cada tres meses para que lo revise y nosotros en casa nos ocupamos de que haga los ejercicios todos los días. Ahora Junior empieza a querer caminar solo por entre las dos camas. Es un sueño para nosotros”, concluyó su mamá.
Comunidad La Cortada, Salta
SANTIAGO “BETO” SANTOS “Me gusta estar en este lugar”Un nuevo centro comunitario. Gracias al aporte de distintos actores y de la audiencia de LA NACION fue posible acondicionar una salita abandonada para convertirla en un lugar seguro; se pusieron rejas y luz eléctrica, se compraron puertas, ventanas y una antena Starlink para que la Fundación Gran Chaco pueda brindar distintos talleres destinados a niños y adolescentes para alejarlos de las drogas
“Quiero dejar”, decía entre susurros y ya casi sin esperanza Santiago Roberto Santos, al quien todos conocen como Beto, en la nota publicada en LA NACION que retrataba su lucha cotidiana contra las adicciones. Él, como muchos otros adolescentes de la comunidad La Cortada, de Morillo, Salta, aspiran nafta para poder soportar los embates de la pobreza, la tristeza y la falta de oportunidades. La Fundación Gran Chaco lo escuchó y supo que tenía que hacer algo. Que esa frase era la punta de un deseo que había que hacer crecer. El sueño -grande, casi imposible- fue recuperar una salita de primeros auxilios abandonada para transformarla en un centro comunitario que brindara talleres a niños y adolescentes para alejarlos de las drogas. De a poco, ese sueño fue tomando forma. Y se fueron sumando más voluntades, como la municipalidad que aportó dinero para ponerle ventanas y puertas, y pintar. “La visibilidad de esta realidad nos permitió acercar nuevas miradas y apoyos al trabajo comunitario que hacemos, fortaleciendo el compromiso de los jóvenes y las familias de la zona”, decía Catalina Carbajo, coordinadora provincial de Salta para la Fundación Gran Chaco. El próximo impulso vino de parte de la audiencia de LA NACION que se conmovió con la historia de Beto y, entre todos, donaron alrededor de 4 millones de pesos. “La gente se fue comunicando para colaborar con donaciones de ropa y de comida que entregamos a la familia de Beto”, contaba Carbajo. También se compraron artículos de limpieza, iluminación, bancos, herramientas de trabajo para la huerta, cerraduras, pizarras y una antena Starlink para el espacio comunitario. Hoy, la fundación puede realizar todas sus actividades en un espacio seguro. “Me gusta estar en este lugar”, dice Beto mientras revuelve la tierra de la huerta y no pierde las esperanzas de retomar sus estudios. “Gracias a este acompañamiento, el centro comunitario de La Cortada logró consolidarse como un espacio activo para el encuentro, el aprendizaje y la organización comunitaria”, concluyó Carbajo.
Paraje Piruaj Bajo, Santiago del Estero
MATEO MONTENEGRO “Voy a tener luz”Fin de la oscuridad En su casa, Mateo no tiene luz eléctrica y por las noches se ilumina con velas y linternas. Después de que su historia saliera publicada en LA NACION, una empresa se comunicó para donarle un panel solar y con el dinero recaudado se le empezó a construir una casa y un baño. También, un lector le donó la bici azul (del color que él quería) para que pueda ir a la escuela
Mateo Montenegro vivía en un rancho de adobe y techo de paja en Pirual Bajo, en el monte santiagueño, que no tenía puertas ni ventanas. Le tenía miedo a la oscuridad y estaba condenado a convivir con ella porque su casa no tenía luz, y por las noches solo podían prender unas velas y una linterna. Su principal deseo, era poder tener una casa de verdad y una bicicleta nueva para ir a la escuela, porque la que tenía le quedaba chica y se le pinchaban las ruedas todo el tiempo. “Casi siempre dormimos en lo de mi abuela porque nos falta hacer una casa de ladrillo y hace frío por el bebé. El agua la sacamos del aljibe que tiene mi abuela”, contaba Mateo. La situación de precariedad en la que se encontraba su familia caló hondo en la audiencia de LA NACION e hizo que 700 personas pusieran dinero para empezar a construirle la casa y el baño que tanto soñaban. También, una empresa se comunicó para donarles un panel solar que les va a permitir tener electricidad todo el día. “Voy a tener luz”, decía unos meses más tarde Mateo con una sonrisa, mientras recibía una bicicleta azul que un señor le envió desde Buenos Aires. También, con el dinero recaudado se compraron unas tunas para que Zulema, su mamá, pudiera arrancar con un emprendimiento productivo para hacer mermelada. “Quiero agradecer a todas las personas que se sumaron. Sabemos de las necesidades que tiene Mateo y su familia, conocíamos de la importancia de poder comunicar eso, pero la verdad es que nos sobrepasó gratamente la respuesta de la gente. Muchos de ellos nos aportaron ideas y se quieren sumar a muchas de las iniciativas que vamos a llevar adelante no solo con la familia de Mateo sino también con el de las familias de la zona con las que trabajamos que están en situaciones similares”, afirmaba Santiago García Pintos, fundador de Cynnal, una ONG que acompaña al desarrollo integral de las comunidades rurales santiagueñas.
”Vieron la necesidad que teníamos”. Zulema Romero, la mamá de Mateo, agradece a toda la gente se comprometió para que pudieran vivir mejorParaje El Azul, Chaco
CELENE CAMPOS “Ahora puedo ir sola a la escuela”Una moto para cruzar el monte. Lo que más necesitaba Celene era una buena moto todo terreno para poder ir sola a la escuela. Su familia tenía una sola para repartir a cuatro hijos en distintos establecimientos. Una persona vio su historia en LN+ se conmovió con sus ganas de estudiar y decidió donarle la moto que tanto necesitaba, además de cubrir los costos de patentamiento
Cuando LA NACION visitó a Celene Campos (15) en mayo pasado en su casa en el paraje El Azul, en Chaco, se encontró con una adolescente que se levantaba todos los días sin saber si iba a poder llegar a la escuela. Asistía a una secundaria albergue en Ojos de Agua, otro paraje ubicado a 15 kilómetros por caminos intransitables, construida por la ONG La Chata Solidaria. Su papá, se pasaba horas intentando arreglar la única moto que tenía la familia para repartir a cuatro hijos en tres escuelas diferentes. Los Campos también tenían muchas limitaciones habitacionales: una sola habitación para todos sus integrantes, un solo foquito de luz y no contaba con baño instalado ni señal de teléfono. “Es medio difícil la vida del campo. No tenemos heladera, ni tele y nos manejamos con la luz del celular o con la linterna para salir de la única luz que hay”, explicaba Celene. Después de que su historia saliera publicada, la dueña de una concesionaria de motos se ofreció a donarle una moto RVM CZ250 T, ideal para moverse en el Impenetrable. Hace dos semanas, integrantes de la ONG La Chata Solidaria y de FUNDACION LA NACION viajaron a su casa a entregársela. “Estoy re contenta porque ahora puedo ir sola a la escuela”, decía esta adolescente de 15 años, que se emocionó hasta las lágrimas cuando recibió la moto junto a su familia. Se subió, se puso el casco nuevo, aprendió a prenderla y dio unas vueltas por el patio de su casa. “No puedo poner en palabras lo que siento”, cuenta. Sobre cómo fue el impacto de ver su historia retratada en las notas y videos de Hambre de Futuro cuenta lo siguiente: “mis amigos me decían en chiste que ahora era famosa”. Además de la moto, se juntó dinero suficiente para construirles una habitación extra para Celene y su hermana Guadalupe, equipada con baño y ducha, que va a empezar a construirse en enero. Cuando esté terminada, una empresa se comprometió a donarles un panel solar para que tengan luz en toda la casa. “Es mucha emoción para nosotros porque ahora Celene no va faltar al colegio y va a salir a la hora que ella quiera. Aparte la va a poder llevar a su hermana Guadalupe que el año que viene arranca la secundaria en la misma escuela. Estamos muy agradecidos con todos los que colaboraron. Está bueno que todos conozcan la realidad de la gente que más al fondo, vive. Nosotros no somos los primeros ni tampoco los únicos, hay millones que a veces necesitan más y están olvidados”, decía Rosana, la mamá de Celene.
“Cómo fue conocer a los niños que viven en las situaciones de emergencia más extremas”Por Micaela Urdinez
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