La euforia libertaria y el peligro de enamorarse de la victoria electoral
La euforia por el reciente triunfo electoral de La Libertad Avanza se trasladó en las últimas horas a Estados Unidos, donde Javier Milei participó del America Business Forum, en Miami, y habló ...
La euforia por el reciente triunfo electoral de La Libertad Avanza se trasladó en las últimas horas a Estados Unidos, donde Javier Milei participó del America Business Forum, en Miami, y habló ante inversores en un desayuno organizado por el Council of the Americas, en Nueva York. Funcionarios del gobierno nacional se jactan de que “la Argentina de Milei está de moda” y hasta se regodean con recientes declaraciones del CEO de JP Morgan Chase, Jamie Dimon, quien predijo que podrían llegar capitales extranjeros por 100 mil millones de dólares a la Argentina y que el país, finalmente, podría no necesitar préstamo alguno. “Si Milei logra continuar implementando sus políticas durante el resto de este mandato, y quizás en un segundo período presidencial, podría transformar la Argentina”, afirmó el multimillonario hombre de negocios y líder del más grande de los bancos estadounidenses.
Casi al mismo tiempo en que el citado magnate norteamericano exhibía su optimismo sobre el devenir de la Argentina, la compañía internacional que opera el mayor fondo de bonos, Pacific Investment Management Company (Pimco), lanzó una advertencia sobre nuestro país. Expresó que, si busca atraer capitales internacionales, el gobierno argentino debería avanzar hacia una libre flotación cambiaria. “Les recomiendo encarecidamente que dejen flotar libremente su moneda ahora que la situación es favorable, si quieren romper con el ciclo de auge y caída”, puntualizó Pramol Dhawan, quien lidera el equipo de gestión de portafolios de mercados emergentes de Pimco.
Esta advertencia se suma a las de otros bancos de inversión que sostienen que el peso argentino está sobrevaluado y que debería liberarse totalmente el mercado cambiario. No obstante, el propio Milei aseguró, en su reciente entrevista con el Financial Times que piensa mantener el esquema de bandas cambiarias hasta el final de su mandato presidencial.
En las últimas horas, al margen de la fuerte baja del riesgo país desde 1100 hasta 647 puntos en las últimas dos semanas, dos cuestiones han alentado expectativas favorables desde la óptica de representantes del oficialismo mileísta. Una de ellas es el inicio del juicio sobre la megacausa de los llamados cuadernos de las coimas. La otra es la posibilidad de que la reforma laboral pueda esta vez avanzar en el Poder Legislativo.
¿Puede el inicio del juicio por corrupción más grande de la historia argentina incidir favorablemente en el clima inversor? Es sabido que el negativo impacto macroeconómico de la corrupción pública es mayúsculo. Sin embargo, no basta para los genuinos inversores -nacionales y extranjeros- con que se demuestre voluntad política y judicial para terminar con ese flagelo, caiga quien tenga que caer.
Es, por cierto, un deber del Gobierno dar garantías de que se puede hacer obra pública sin corrupción, sin que las empresas tengan que “ganarse” el favor de los burócratas de turno con coimas, y con reglas de juego claras y duraderas.
Sería esperable que, en adelante, desaparezcan para siempre las matrices de corrupción que han caracterizado a la concesión de obra pública durante muchos años, y que se profundizaron durante las gestiones kirchneristas. Es menester poner fin al llamado club de la obra pública, facilitando desde el Gobierno la competencia en las licitaciones y concesiones, de modo de evitar la cartelización y lograr que los empresarios se animen a realizar inversiones de riesgo.
Lo peor que podrá hacer Milei es enamorarse de su victoria electoral y suponer que esta le permitirá eludir las negociaciones tanto con sus aliados naturales como con sectores dialoguistas de la oposición
Pero no menor es el desafío de seguir llevando a cabo obras públicas que hoy parecen paralizadas y que resultan necesarias para dotar al país de la adecuada infraestructura para el desarrollo económico.
Respecto de la reforma laboral, hay quienes están convencidos de que pocas veces la Argentina estuvo tan cerca de avanzar en ese terreno. El éxito de este proyecto dependerá, sin embargo, de la habilidad de Milei para explicarle a la sociedad argentina la importancia de modernizar las relaciones del trabajo y de aventar los temores que sectores de la oposición y del sindicalismo, buscan esparcir en la opinión pública, en el sentido de que esta reforma conculcará derechos de los trabajadores.
Dependerá también de la cintura política del futuro ministro del Interior, Diego Santilli, para conseguir el apoyo de gobernadores provinciales con ascendencia sobre diputados y senadores nacionales que no forman parte del oficialismo.
No será una tarea sencilla. Algunos gobernadores ya han insinuado que pondrán condiciones para respaldar proyectos como la reforma laboral y la tributaria, que interesan al gobierno nacional. Quieren algo más que gestos y apuestan a compromisos con las provincias que queden expresados en la ley de presupuesto 2026, que Milei aspiraría a ver sancionada entre el 10 de diciembre y fines de año.
Los compromisos que exigirán esos mandatarios provinciales guardan relación con la necesidad de reanudar obras públicas, con la obtención de avales de la Nación para su endeudamientos con organismos financieros internacionales y con la solución al déficit de cajas previsionales que no fueron transferidas a la administración nacional. Todo esto implica recursos económicos que podrían poner en riesgo el equilibrio fiscal del sector público nacional.
Si, como decía Fernando Henrique Cardoso, gobernar es explicar, el Gobierno debería redoblar sus esfuerzos para indicarle a la sociedad en general, y al sector trabajador en particular, las bondades de la reforma laboral. Entre otros puntos, que alrededor del 43% de los trabajadores no están registrados, un nivel comparable al del Haití; que es necesario incentivar la contratación de trabajadores; que se debe poner un freno a la industria del juicio y que los costos de las indemnizaciones por despido no pueden provocar la quiebra de las empresas; que muchos convenios colectivos datan de 1975, cuando ni siquiera existía el fax, y que es preciso bajar costos laborales no salariales. Este último propósito encuentra una razón ciertamente atendible: actualmente, de cada 100 pesos de salario bruto, el trabajador recibe en promedio 75 pesos en mano, en tanto que su empleador termina abonando no menos de 150 pesos. Una ecuación que no hace más que incentivar el trabajo en negro.
Por encima de la prosecución de la batalla cultural que libra Milei, el avance de cualquier reforma laboral dependerá de la voluntad del Gobierno por sentar a una mesa a gobernadores, parlamentarios, empresarios y sindicalistas. Lo peor que podrá hacer el Presidente es enamorarse de su victoria electoral y suponer que esta le permitirá eludir las negociaciones tanto con sus aliados naturales como con sectores dialoguistas de la oposición. De su predisposición, hasta ahora limitada, para compartir parte del poder dependerá el éxito o el fracaso de la segunda mitad de su gestión presidencial.