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La inteligencia artificial revoluciona la creatividad y desafía el futuro del rol creativo del ser humano

En un mundo donde las herramientas de inteligencia artificial avanzan a pasos agigantados, la pregunta sobre el lugar que ocupa el ser humano en los procesos creativos se vuelve cada vez más urgen...

La inteligencia artificial revoluciona la creatividad y desafía el futuro del rol creativo del ser humano

En un mundo donde las herramientas de inteligencia artificial avanzan a pasos agigantados, la pregunta sobre el lugar que ocupa el ser humano en los procesos creativos se vuelve cada vez más urgen...

En un mundo donde las herramientas de inteligencia artificial avanzan a pasos agigantados, la pregunta sobre el lugar que ocupa el ser humano en los procesos creativos se vuelve cada vez más urgente. Esa fue, en esencia, la reflexión central de la intervención de Martín Rabaglia, CEO y cofundador de Genosha, durante el panel “El arte de lo impredecible” en el capítulo 11 del Summit de Innovación organizado por LA NACION. Lo hizo a su manera: con espontaneidad, incomodidad genuina y un experimento en vivo que capturó la atención de todos.

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“Me pasó algo hoy, me da un poco de vergüenza contarlo, pero no llegué a preparar esta presentación”, confesó al comenzar. En lugar de disimular su falta de preparación, Rabaglia convirtió esa vulnerabilidad en el punto de partida de una performance inesperada: subió al escenario con la intención de improvisar, pidió ayuda a un voluntario del público —Tomás—, grabó su voz, la replicó con inteligencia artificial mediante ElevenLabs y creó un avatar capaz de entrevistarlo en tiempo real.

El arte de lo impredecible con el CEO Y Confundador de Genosha Martín Rabaglia

Así, en pocos minutos, la audiencia presenció una entrevista cruzada entre un humano y una versión sintética del mismo, demostrando cómo la tecnología puede intervenir —y en ocasiones reemplazar— el proceso creativo. Pero el experimento fue solo el principio.

“Crear sin saber”

Rabaglia fue más allá y mostró otra herramienta: GammaApp, una plataforma que, alimentada por IA, permite generar presentaciones visuales a partir de una simple idea o texto. “Es un nuevo lenguaje visual, no una plantilla. Es pensar como el futuro”, explicó mientras, en vivo, el software diseñaba su exposición en segundos. Lo que antes tomaba horas de conceptualización, ahora se resolvía con un clic. “¿Qué me queda a mí? ¿Qué nos queda a cada uno de nosotros?”, se preguntó.

Detrás de esa pregunta se esconde una noción que crece en el mundo de la innovación tecnológica: el concepto de vibe scripting, o crear sin saber, una idea planteada por ejecutivos de OpenAI que redefine el proceso de producción. Según esta visión, el código o el diseño dejan de ser el centro del proceso y se reemplazan por una intención clara: lograr un objetivo sin necesidad de dominar todas las herramientas.

¿Dónde está lo humano?

A pesar del asombro ante las capacidades de la IA, Rabaglia no se quedó en la fascinación tecnológica. Habló también desde su experiencia personal como fotógrafo aficionado y mostró una serie de imágenes tomadas por él. En cada una encontró una historia, una sensibilidad, un detalle irreproducible por un algoritmo. “La IA puede hacer muchas cosas, pero, ¿dónde está mi lente?”, preguntó al mostrar una imagen que, con el tiempo, reveló una figura oculta en segundo plano. “Ahí estoy yo”, afirmó, señalando la diferencia entre automatización y la mirada personal.

La teoría de las tres líneas de tiempo

El cierre de su exposición estuvo protagonizado por un marco conceptual simple y potente: la teoría de las tres líneas de tiempo. Según Rabaglia, hoy vivimos atrapados entre:

Lo urgente: es el espacio dominado por la necesidad de respuestas inmediatas ante un bombardeo constante de información y demandas. Aquí entran las redes sociales, el contexto político y la presión permanente de estar conectados y reaccionar al instante. “Es un ritmo frenético donde no solo recibimos estímulos, sino que debemos responder sin pausa”, explicó.Lo profundo: este es el tiempo dedicado a las pasiones personales y a procesos creativos largos y reflexivos, como la música, la fotografía o la investigación. No responde a la urgencia, sino al deseo y al compromiso con la propia creatividad. “En mi caso personal, cuando hago música o saco fotos, no me mueve lo urgente, sino la necesidad interna de crear”, compartió Rabaglia.Lo pasado: aquí operan las herramientas de inteligencia artificial, que se nutren de bases de datos históricas, técnicas consolidadas y estilos ya desarrollados. “La IA trabaja con lo que ya existió, con los ‘assets culturales’ que tenemos a disposición”, señaló, poniendo como ejemplo la explosión de imágenes generadas al estilo Ghibli gracias a ChatGPT. “Si Ghibli no hubiese existido, nada de esto podría haber pasado”, completó.

Frente a este panorama, Rabaglia destacó una reflexión de la futuróloga Amy Webb: “El único tiempo posible es el presente”. Según Rabaglia, no se trata tanto de predecir el futuro, sino de aprender a vivir con lucidez y humanidad en un presente que cambia constantemente. Esto implica reconocer qué es posible hacer hoy, aquello que realmente se disfruta y lo que diferencia a los humanos de las máquinas. Aunque reconoce que planificar sigue siendo importante, sostiene que en un contexto tan volátil resulta fundamental crear desde lo que se tiene a mano y desde la propia sensibilidad.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/la-inteligencia-artificial-revoluciona-la-creatividad-y-desafia-el-futuro-del-rol-creativo-del-ser-nid11062025/

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