Las elecciones, desde una perspectiva matemática
Si se observa el sistema político argentino desde una perspectiva desapasionada, es posible describirlo como una ecuación matemática compuesta por constantes y variables.Las constantes so...
Si se observa el sistema político argentino desde una perspectiva desapasionada, es posible describirlo como una ecuación matemática compuesta por constantes y variables.
Las constantes son aquellas propiedades que se mantienen inalterables cualquiera sea el signo partidario del gobierno; las variables, en cambio, son los elementos que modifican el resultado sin alterar la estructura del sistema.
Con este enfoque, podemos analizar la elección del próximo 26 de octubre sin aferrarnos a juicios morales ni abordar discusiones acaloradas, ni aplicar, tampoco, cancelaciones ideológicas. Basta con elaborar una lógica matemática básica que neutraliza los factores comunes para identificar asépticamente las diferencias efectivas entre modelos.
El primer paso consiste en establecer los presupuestos del análisis, es decir, las condiciones inmutables del sistema del que se sirven ambos bandos. Para este ejercicio asumiremos que tanto el kirchnerismo como el oficialismo libertario presentan niveles de corrupción estructural, vínculos directos o indirectos con redes de narcotráfico, y rasgos autoritarios en su práctica política, aunque se expresen con diferencias apreciables de grado.
Esos tres componentes —corrupción, narcotráfico y autoritarismo— se consideran, lamentablemente, constantes del sistema político argentino. Consideraremos que se mantienen presentes en ambas fracciones del espectro político, independientemente de la evidencia judicial o del momento histórico en que se manifiesten.
Formalizando la primera parte de la Ecuación Electoral, diremos entonces que:
(Corrupción + Narcotráfico + Autoritarismo) = CN,
donde CN representa una Constante Nacional (solo casualmente comparte iniciales con nuestra Constitución Nacional).
Al cancelar matemáticamente estas constantes, la ecuación se simplifica y deja expuestas las variables diferenciales que caracterizan a cada modelo en sus extremos. Esas variables corresponden a dimensiones observables de la política económica, social y exterior, y son expuestas por los dirigentes de cada espacio político en todo acto público, programa de streaming o entrevista en la que participan:
Modelo Kirchnerista
*Política inflacionaria financiada por emisión.
*Alta presión tributaria y creación de nuevos impuestos.
*Gasto público expansivo y subsidios sin generación genuina de recursos.
*Asistencia social mediada por punteros políticos.
*Tolerancia a piquetes y al descontrol del orden público. La calle como herramienta política.
*Reparto de los recursos existentes sin creación de incentivos para la generación de nueva riqueza.
*Mercado laboral rígido y sindicalizado; consecuentemente, mantenimiento de la “industria del juicio laboral”.
*Sistema previsional inclusivo pero insostenible.
*Política exterior alineada con regímenes autoritarios (Cuba, Venezuela, Irán).
Modelo Milei
*Disciplina monetaria y meta de inflación cero.
*Reforma impositiva, con reducción gradual de impuestos.
*Austeridad y equilibrio fiscal.
*Asistencia social sin intermediaciones, mediante transferencias directas a los beneficiarios.
*Mantenimiento del orden público con derecho a protestar pero sin piquetes ni bloqueos.
*Creación de incentivos para la generación de nueva riqueza privada.
*Flexibilización laboral con foco en la generación de puestos de trabajo privados genuinos.
*Reforma previsional para que el sistema sea sostenible en el largo plazo.
*Inserción en el bloque occidental más democrático.
De esta comparación se desprende que ambos modelos operan sobre el mismo conjunto de constantes (CN), pero con direcciones opuestas.
El kirchnerismo tiende a expandir el papel estatal, incrementar impuestos y sostener el gasto público mediante emisión y subsidios, desinteresándose del impacto inflacionario de tales políticas.
El mileísmo, por el contrario, busca contraer la presencia estatal, reducir impuestos, equilibrar el gasto, flexibilizar el mercado laboral y el sistema previsional para hacerlos sostenibles y promover la generación de riqueza privada como motor del sistema.
Simplificada la ecuación, la diferencia entre ambos modelos no reside en su ética —ya que las constantes morales referidas son equivalentes—, sino en su estructura funcional y operativa. El kirchnerismo propone continuidad distributiva: administrar lo existente bajo un Estado de alta preponderancia y expansivo. El mileísmo propone ruptura reconstructiva: reducir el tamaño del Estado para reordenar la economía con crecimiento.
En términos estrictamente matemáticos, la ecuación política argentina podría expresarse así:
Resultado = f(±E, ±I, ±G, ±R, ±O | CN)
donde E representa el tamaño del Estado, I los impuestos, G el gasto público, R la riqueza generada y O el orden público, bajo la constante CN de corrupción, narcotráfico y autoritarismo.
Cambian los signos, no los parámetros.
El problema de fondo no está en las variables, que pueden moverse en sentido positivo o negativo según la gestión, sino en la imposibilidad de modificar la constante CN. Mientras el sistema mantenga inmutable su constante de corrupción, narcotráfico y autoritarismo, cualquier resultado será una variación cuantitativa de un mismo fenómeno cualitativo.
Sin embargo, esas variables cobran un valor central para empezar a definir el país que queremos. La del próximo 26 de octubre no es una elección moral o emocional, sino que puede entenderse como un ejercicio de álgebra política: una búsqueda racional de la combinación de variables que genere la menor entropía posible dentro de un sistema estructuralmente contaminado.
La función matemática simplificada no asegura redención ni milagros; apenas una orientación al ciudadano para que la oferta electoral se le presente con mayor claridad y comprenda, finalmente, qué signo de la ecuación impulsará su voto. Y, así, definir a conciencia, libre del ruido de las consignas vacías, lejos de la verborragia desenfrenada y de las acusaciones cruzadas, cuál será el destino del país.
Un voto que vale litio.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/las-elecciones-desde-una-perspectiva-matematica-nid20102025/