Letonia, el país con la mayor brecha de género femenina: hay 116 mujeres por cada 100 varones
En Letonia, por cada 100 hombres, hay 116 mujeres. Es el país con la mayor brecha de género de Europa y uno de los pocos donde la mayoría femenina no es apenas una curva demográfica, sino una r...
En Letonia, por cada 100 hombres, hay 116 mujeres. Es el país con la mayor brecha de género de Europa y uno de los pocos donde la mayoría femenina no es apenas una curva demográfica, sino una realidad visible, diaria, que se siente en los bares, en las aulas, en las calles y en los cementerios.
“Las chicas más lindas están solas. Las inteligentes también. Y si sos las dos cosas... peor”, dijo Dace, una joven letona, en una entrevista con la BBC. Lo decía con algo de resignación. En Letonia, las probabilidades de encontrar pareja se reducen no por falta de voluntad, sino por matemática.
Las estadísticas lo confirman: hay 1,4 millones de mujeres y apenas 1,2 millones de hombres. Pero el desequilibrio se agrava con la edad. Mientras que al nacer hay una proporción normal, a partir de los 35 años las curvas se cruzan, y en la tercera edad ya hay casi el doble de mujeres que de hombres.
Las consecuencias son múltiples y desiguales. En las ciudades, las mujeres solteras abundan. Es un fenómeno social. Se multiplican los hogares monoparentales: más de uno de cada cinco hogares con hijos está a cargo de una madre sola. Las tasas de natalidad se resienten.
No es raro que algunas busquen pareja en el extranjero. Hay foros, redes y agencias que conectan mujeres letonas con hombres de otros países. No se trata de tráfico ni de turismo sexual: es simplemente que las chances adentro se agotan.
La raíz del desequilibrio está en la historia. Letonia fue invadida, ocupada y sacudida durante buena parte del siglo XX, pero si tuviera que marcarse una fecha donde comienza a ensancharse la brecha entre hombres y mujeres, sería la Segunda Guerra Mundial. Antes de 1939, la población total rondaba los 2 millones; esa guerra y la ocupación nazi‑soviética provocaron que se perdiera aproximadamente un tercio de los habitantes, entre muertes en combate, deportaciones y exilios. Según datos históricos, entre 180 .000 y 227.000 latvianos murieron o desaparecieron en ese período, muchos de ellos hombres jóvenes —una proporción desproporcionada para un país que intentaba recuperarse demográficamente tras décadas de independencia
Con la anexión soviética, Letonia quedó atrapada entre purgas, deportaciones y un modelo económico que empujó a muchos varones a trabajos de mayor riesgo, en fábricas o rutas. Lo que parecía un desbalance temporal se volvió estructura: las mujeres no solo eran más, también vivían más.
Hoy la esperanza de vida en Letonia confirma la herida: los hombres viven en promedio 70 años, las mujeres casi 80. Una diferencia brutal que no se explica solo por la genética, las causas están en los números escondidos: una de ellas son las tasas altas de alcoholismo.
Letonia no está sola en esto. Su vecina Lituania vive algo parecido: 115 mujeres por cada 100 hombres. En Estonia, la relación también favorece a las mujeres, aunque en menor medida. Y Rusia, el gigante que dominó la región durante décadas, arrastra el mismo patrón.
Pero Letonia tiene un récord: es el país con la mayor brecha de género de toda Europa. Ni siquiera Ucrania, en guerra desde 2014, lo supera.
Del otro lado del mapa, la historia es distinta. En países como China o India, el problema es el contrario: hay más hombres que mujeres. En China, por décadas, el Estado impuso la política del hijo único, y muchas familias, por preferencia cultural o presión económica, abortaban fetos femeninos. El resultado: muchos hombres “de más” que hoy buscan parejas en un país donde las mujeres desaparecieron de las estadísticas antes de nacer.
En India, aunque la brecha se redujo, el patrón persiste: entre 900 y 930 nacimientos femeninos por cada 1000 masculinos, una proporción que no se explica por azar biológico. Lo llaman “las mujeres faltantes”. Y sus consecuencias, aunque opuestas a las letonas, también son inquietantes: trata de personas, matrimonios forzados, desequilibrios sociales profundos.
En el Golfo Pérsico, el desbalance tiene otra cara. Países como Qatar o Emiratos Árabes tienen hasta tres veces más hombres que mujeres, pero no por guerras ni abortos selectivos: la causa es la migración laboral masculina. Obreros jóvenes que llegan a trabajar en la construcción o el petróleo, y que no pueden traer a sus familias. El resultado: ciudades llenas de hombres solos, con tasas de feminidad bajísimas y una vida social artificial.
Lo notable es que, en todos los casos, el desequilibrio de género desata tensiones: donde faltan mujeres, hay problemas. Y donde faltan hombres, también.
En Letonia, la maternidad dejó de estar atada al matrimonio hace rato. Casi uno de cada tres hogares con hijos en Letonia está a cargo de una madre sola. Según la página oficial del gobierno letón (stat.gov.lv), de los casi 270 mil hogares con niños, el 30 % son monoparentales, y en más del 75 % de esos casos es la madre quien cría sola. La tasa de fertilidad, según la página del Banco Mundial, es una de las más bajas de Europa: apenas 1,36 hijos por mujer, y viene cayendo desde hace años. En los pueblos del interior, más castigados por la emigración y el envejecimiento, lo que queda es una postal de mujeres mayores: muchas viudas, muchas solas. Según la página de estadísticas oficiales de Letonia, más del 21 % de la población tiene 65 años o más, y en ese tramo hay casi el doble de mujeres que de hombres.
En un país que envejece rápido, las mujeres mayores viven solas, muchas veces viudas. La pirámide poblacional parece torcida: en la base, el equilibrio es casi perfecto; pero a medida que se sube, ya no es tan equilibrado. En los tramos finales de la vida, hay el doble de mujeres que de hombres.
Letonia no tiene una política específica para revertir el desbalance demográfico entre hombres y mujeres, aunque sí aplica estrategias generales de salud pública que inciden, en parte, sobre esta brecha
Sí hay esfuerzos por visibilizar el problema. En los medios locales, en universidades, incluso en organismos internacionales, la brecha de género letón es tema de discusión.
Algunas mujeres eligen no esperar. Viajan, migran, se conectan por redes, exploran otras formas de relación. Otras arman sus vidas con lo que hay: con amigas, con hijos, con proyectos propios. Y hay quienes simplemente siguen esperando.
Mientras tanto, las calles de Riga, la capital, y de las ciudades del interior, siguen dibujando el mismo patrón: más mujeres que hombres.
En otros países, la ausencia de mujeres desata crisis. En Letonia, la ausencia de hombres deja huecos menos visibles, pero igual de profundos. No hay desesperación, pero sí hay un murmullo que se cuela en las conversaciones cotidianas, en los números de los censos y en las noticias internacionales, incluidos los videos filmados por influencers que viajan a Riga para mostrar este fenómeno.
Letonia es, en algún punto, el espejo opuesto de China o India. Allá los hombres sobran; en Letonia, faltan.