“Listado de despidos”: un organismo con el 74% de su personal contratado podría desatar un conflicto para el Gobierno
En medio de la incertidumbre sobre el futuro del Instituto Nacional de Semillas (Inase), se conoció que el organismo tiene una altísima dependencia de contratos temporales: el 74% de la planta co...
En medio de la incertidumbre sobre el futuro del Instituto Nacional de Semillas (Inase), se conoció que el organismo tiene una altísima dependencia de contratos temporales: el 74% de la planta corresponde a personal contratado, mientras que solo el 19% a permanente. En ese contexto, en el gremio advirtieron que la posible degradación del organismo a dirección nacional pone en jaque su funcionamiento estructural. Según un expresidente, con estos cambios se está politizando el ente y se podrían perjudicar las inversiones futuras en el agro.
Vale recordar que, días atrás, LA NACION adelantó que el gobierno de Javier Milei degradará a través de un DNU al Inase, autoridad de aplicación de la ley de semillas y que realiza tareas de fiscalización, registro y control en la materia.
La decisión ya fue anunciada a los trabajadores: Gloria Gómez y Darío Littieri, delegados de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en el Inase, dijeron a LA NACION que a partir de los cambios en el Inase este instituto enfrentará una severa pérdida de masa crítica, con una dotación mínima del personal con contratos transitorios. Esta modalidad de contratación, sin estabilidad ni carrera administrativa, genera incertidumbre y precariedad, especialmente con contratos renovables solo hasta diciembre.
Señalaron que menos del 25% del personal es profesional, un dato crítico tratándose de un ente técnico cuya misión principal abarca la fiscalización, control y tareas ligadas a la biotecnología. La escasa presencia de especialistas compromete la calidad del trabajo y pone en duda la capacidad del organismo, que terminará siendo la Dirección Nacional de Semillas de la Secretaría de Agricultura. “Hay algunos que se están yendo solos. Los contratos se los renuevan con esta modalidad y quienes tenían contratos hasta diciembre corren peligro, porque están con la idea de la centralización del Inase, con las áreas que son una duplicación”, agregó Gómez.
El 74% de los 245 trabajadores corresponde a 182 personas contratadas, mientras que solo 46 son de planta permanente (19%). Con el plan del Gobierno empleados contratados de las áreas como administración, recursos humanos, legales, comunicaciones, informática y auditoría, bajo el argumento de que son “funciones duplicadas” dentro de la Secretaría de Agricultura, quedarían al margen del organismo.
Solo subsistirían áreas directamente técnicas como Fiscalización, Calidad (laboratorios) y Registro de Variedades. A esto se suma la incertidumbre sobre el futuro de las delegaciones regionales, lo que podría dejar fuera al 50% del personal en promedio.
Según describieron los delegados, el Inase funciona como un “organismo escuela”, donde el personal administrativo debe adquirir conocimientos técnicos para llevar adelante tareas complejas, desde la organización de ensayos hasta el control del etiquetado y fiscalización en campo. “Muchos trabajadores accedieron por recomendación técnica o convocatorias abiertas, y se formaron dentro del organismo con años de experiencia específica”, completó Gómez.
El recorte no solo impacta en el capital humano: el Inase ya funcionaba con una dotación menor a la considerada óptima en 2018, durante la gestión de Mauricio Macri, cuando se hizo el estudio de la dotación y se calculó la estructura mínima necesaria del ente. Hasta la fecha no se recompuso la cantidad de personal óptimo para realizar las tareas: a comienzos del gobierno de Milei fueron despedidas 22 personas, pero en enero pasado fueron reemplazadas por otras 15, de acuerdo con los datos del gremio.
El ánimo entre los trabajadores es de angustia e “incertidumbre”, según señalaron en el gremio. “La gente está muy mal, porque todos los días están esperando el decreto. Empieza a correrse la bolilla sobre el listado de los despidos”, agregó Gómez. Littieri, además, señaló que en estos casos muchos de los trabajadores se va a ir sin una indemnización al tener contratos hasta diciembre: “Eso también juega en la cabeza de los compañeros, que una vez que salga el decreto te vas sin indemnización y sin nada como sostenerte en el tiempo”.
Uno de los que conoce la función del Inase es Carlos Ripoll, expresidente de este organismo entre 2006 y 2013. Según advirtió degradarlo a una dirección dentro de la estructura estatal es “una muy mala señal para el sector agropecuario y para los inversores”.
Recordó que el Inase nació como organismo autárquico y técnico en 1991, tras reemplazar al anterior Servicio Nacional de Semillas, y que su autonomía fue clave para que funcionara con eficiencia, reconocimiento internacional y superávit presupuestario.
“El Inase fue modelo en América Latina; vinieron de varios países a copiar cómo funcionaba”, recordó Ripoll. Subrayó que el instituto no solo controla el comercio de semillas, sino que también administra la propiedad intelectual, un eje central para el desarrollo del sector. “Pocos organismos combinan ambos aspectos, y eso lo vuelve estratégico”.
Durante su gestión, explicó, el organismo operaba con personal altamente calificado, técnicos especializados y convenios con provincias que permitían aplicar la Ley de Semillas vigente en todo el país. Tiene un presupuesto propio de entre 15 y 20 millones de dólares anuales sin aportes del Estado, y hasta genera superávit, pese a que tiene siete delegaciones en el interior del país.
“Reducir gastos no puede ser excusa para desarmar una estructura que es eficiente y que, además, transfiere fondos al Estado. Si la justificación es reducir gastos, mucha gente en líneas generales no justifican su rol, es a esos a los que hay que echar manos. Este es un organismo técnico. Se tiene que analizar muy bien cuando se toma una decisión sobre un organismo”, afirmó.
Ripoll recordó que, durante el gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001), ya se había intentado cerrar el Inase y que la experiencia demostró que su rol era imprescindible. “Se rectificó esa decisión porque quedó claro que sin Inase no se podía garantizar la calidad ni la identidad de la semilla que llega al productor”, puntualizó.
“Esto es una señal de que el Gobierno no le da relevancia al tema semillas. Eso retrae a los inversores, que miran con mucha atención lo que pasa con este tipo de organismos técnicos. Si degradan a un organismo como este, no es una buena señal”, dijo. Advirtió que el Inase tenía presencia y liderazgo en foros internacionales, como la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), lo que también está en riesgo.
Para Ripoll, el avance sobre el Inase desconoce que “la semilla es el insumo más importante de toda la producción agropecuaria”. Aseguró que el éxito de una siembra depende en un 50% —o incluso más— de la semilla utilizada. “Ningún país serio descuida esto”, dijo. Y concluyó: “Si hay cosas que corregir, se corrigen. Pero no se destruye un instituto clave. La gente que se va es gente capacitada; doy fe”.