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Luli Pampín: padeció necesidades, emigró a España, fue parte del Ejército y hoy es una estrella del mundo infantil

En su cuenta de Instagram, uno de sus últimos posteos la muestra cantando “Aurora”, el saludo a la bandera que rápidamente instala en el imaginario escolar. Pero también se la puede ver, en ...

Luli Pampín: padeció necesidades, emigró a España, fue parte del Ejército y hoy es una estrella del mundo infantil

En su cuenta de Instagram, uno de sus últimos posteos la muestra cantando “Aurora”, el saludo a la bandera que rápidamente instala en el imaginario escolar. Pero también se la puede ver, en ...

En su cuenta de Instagram, uno de sus últimos posteos la muestra cantando “Aurora”, el saludo a la bandera que rápidamente instala en el imaginario escolar. Pero también se la puede ver, en otras de sus publicaciones, actuando ante miles de personas en estadios del DF mexicano o Sevilla. Latinoamérica y Europa rendidas ante su propuesta.

Nació en Mendoza, vivió en Maipú y Guaymallén, y tuvo un paso por la provincia de Salta, pero, hace años, pisó tierra española empujada por los apremios económicos de sus padres. Alguna vez, no hubo para cenar en la mesa familiar.

La suya también es una historia de emigración, destierro y superación. Como la de tantos. Sin embargo, la vida también le mostró su otra faz. Su nombre real es Lucía Anabella Pérez Gerardi y, a puro empeño y vocación, logró crear un personaje que se convirtió en una heroína de las infancias llamado Luli Pampín. A sus seguidores los llama “lulipampineros” y su tonada, es una rara mezcla de argentinidad y el castizo español.

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En YouTube cuenta con casi veinte millones de suscriptores y los tickets para las funciones de sus espectáculos se agotan en horas, como sucedió en Buenos Aires cuando se anunció el estreno de El libro musical, el show que ofrecerá 15 al 20 de julio en el teatro Broadway.

-¿Cómo me refiero a vos? ¿Cómo Lucía o Luli?

-Soy las dos, porque, ya en mi casa, me llamaban con mi apodo. Desde que tengo uso de conocimiento, para mi familia soy Luli.

Lucía, o Luli, está radicada en Andorra, desde allí conversará con LA NACION sobre su presente artístico y recordará también aquellos tiempos de una infancia donde la Cordillera de los Andes era la escenografía naturalizada. Algún denominador común ella misma establecerá entre su Mendoza natal y ese principado ubicado entre España y Francia que la cobija desde hace tiempo: “Tiene mucha montaña y es super verde; yo soy muy feliz entre la naturaleza”, dice de arranque, despejando las extrañezas.

“La montaña y los árboles me recuerdan un montón a mi provincia”. Simpática a más no poder, remata cada frase con una risa contagiosa. Una forma también de esconder cierta timidez.

-¿Con qué se van a encontrar los espectadores que asistan a las funciones de El libro musical?

-Estoy muy sorprendida y contentísima con la acogida que ha tenido el show nuevo en el público argentino, es un espectáculo que celebra el amor por los libros.

-Nada menos en tiempos digitales y de Inteligencia Artificial.

-La idea es que lo más pequeños regresen a sus casas con la necesidad de cuidar y leer los libros, que no se llenen de polvo, que es por donde transita la problemática principal de este show. Cuando los libros pasan mucho tiempo sin que nadie los lean y se les va acumulando polvito, ese polvo se convierte en un ser que comienza a comerse el interior de las páginas. El desafío es combatir a ese personaje que llega para interrumpir el show a cada rato y comerse mi libro musical.

-Un gran mensaje.

-Soy muy fan de la lectura y de los libros, algo que me parece muy importante de inculcar en los más pequeños.

“En el escenario tenemos un libro gigante que abre sus páginas y se llena de canciones ante la vista de los niños. La digitalización no se puede demonizar, es una herramienta que, si se usa con responsabilidad, es increíble, porque te puede ayudar en un montón de aspectos, incluso para aprender y adquirir conocimientos; pero también está bueno recuperar aquello que hacíamos nosotros cuando éramos chicos, como leer o salir a la calle a jugar con los amigos bajo el sol. Es cierto que hoy, los libros están quedando un poco abandonados, por eso me parece importante seguir celebrando las ganas de leerlos; son una gran herramienta que genera conexiones emocionales, artísticas, cognitivas, son grandes aliados y amigos que pueden ayudar siempre.

-Pensando en las características de tus espectáculos, en tu niñez, ¿cuál fue la influencia más relevante, la música o los libros?

-La música estuvo muy presente. Mi papá me hacía escuchar muy buena música, que era la que a él le gustaba. Me recuerdo todas mis tardes cantando y bailando frente al espejo de mi habitación.

-¿Regresás seguido a tu provincia?

-No todo lo que quisiera, es complicado viajar. Aprovecho, cuando tengo shows en la Argentina, para también realizar la visita familiar.

-¿Es dura la despedida de Mendoza antes de regresar a Europa?

-Estoy acostumbrada, siento que tengo el corazón dividido. Todos los compatriotas que emigran saben qué significa tener a la Argentina de un lado del corazón y, por otro lado, echar raíces en un nuevo lugar, en mi caso se trata de España, donde me radiqué a los 12 años, hice el instituto y tuve a mis hijos. Uno se acostumbra a vivir con las dos culturas adentro, aunque eso no implica que no se extrañe la tierra donde se nació. Eso no me lo quita nadie, llevaré siempre en el corazón a Mendoza, pero, cada vez que voy, trato que la visita no se transforme en algo melancólico o doloroso, sino todo lo contrario, sacarle el lado positivo y disfrutar.

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Tiene cuatro hermanos, también radicados en España. Hace tiempo, el clan familiar perdió al patriarca. Su madre es quien sigue de cerca y con orgullo su carrera ascendente. “Tías, abuela y primos siguen en la Argentina”.

Volver a empezar

En 2001, el padre de Lucía, ante la fortísima crisis económica y social que atravesaba la Argentina, emprendió un viaje en solitario hacia España en busca de nuevos horizontes laborales, buscando un porvenir diferente para su familia. “Luego fuimos nosotros y construimos nuestras raíces allí”.

-¿Cómo recordás ese tiempo de migración?

-Fue duro, hubo que dejar una vida atrás y a las amistades, pero nunca me enfadé con mis padres por tomar esa decisión, ya que yo misma veía lo difícil que era sacar la familia con cinco hijos adelante. Cuando cuesta conseguir algo tan básico como la comida, uno entiende la decisión que toman sus padres y se adapta.

-¿Llegaron a esa situación extrema?

-Claro, pero teníamos el apoyo de mis abuelos, aunque, aún así, se complicaba, éramos cinco bocas para alimentar.

-En la Argentina, ¿a qué se dedicaban tus padres?

-Habría que preguntarse a qué no se dedicaron, hicieron todos los trabajos habidos y por haber. Aún así, no hubo manera de salir adelante. Mi padre fue desde profesor de taekwondo a vendedor de casetes. Si para mí, que tenía 12 años, fue complejo irme de mi lugar, para ellos, que tenían su vida hecha fue más duro aún.

-¿Es cierto que formaste parte del Ejército?

-Sí, durante más de diez años. En mi vida, todo está relacionado para que llegase a mi vida Luli Pampín. Ese tiempo en el Ejército fueron duros, pero también los disfruté y aprendí un montón.

-Sin embargo, no era tu vocación definitiva.

-Llegó un momento en el que vi que no podía aprender más y me di cuenta que me estaba convirtiendo en una persona muy dura que no tenía que ver conmigo. Cuando uno tiene hijos hay una sensibilidad que aflora y que es desconocida hasta ese momento, a mí me sucedió.

-Entonces...

-Sentí el llamado de ese lado artístico que siempre estuvo dentro de mí y me estuvo acompañando, aunque sentía miedo de sacarlo afuera, que aflorara.

-¿Por qué?

-No estaba segura de mí misma, de saber si lo hacía bien o no. Nunca me atreví a cantar ni delante de mi madre, por eso me recuerdo haciéndolo encerrada dentro de mi habitación. Cerraba puertas y ventanas, no quería que nadie supiera que estaba cantando y bailando, me daba muchísima vergüenza. Fue así durante mucho tiempo. Hoy pienso que fue una pérdida de tiempo muy grande. Uno mismo es el que se pone piedras y se sabotea.

-Lograste revertir esa sensación.

-Fue cuando tuve a mi hijo, fue mi primer público. Ahí entendí que no le podía inculcar a él no tener miedos cuando yo misma no podía hacer algunas cosas. Fue cuando decidí hacer el cambio y darle salida a la parte artística que tenía dentro, dejar que saliera Luli Pampín que estaba dentro de mí. Le agradezco mucho a la maternidad.

-Cuando te encerrabas por vergüenza, ¿qué interpretabas?

-Mi padre me hizo escuchar a Michael Jackson y a Phil Collins. Y yo, por mi parte, cantaba los temas de Shakira, Thalía y la música de Chiquititas, programa que me marcó mucho en mi infancia. Lo curioso es que, en este nuevo viaje a la Argentina, voy de la mano de la producción de Gustavo Yankelevich, algo que me hace mucha ilusión. Me hace volver a la infancia, parece que todo está conectado y es maravilloso.

-Ciclos como Chiquititas han sido muy inspiradores en el despertar de vocaciones artísticas.

-Tanto Chiquititas como Rebelde Way eran programas con una impronta musical muy fuerte, me hacían sentir muy feliz, y hoy soy yo la que busca que los niños que me siguen puedan sentir lo mismo, sembrándoles una semilla.

Xuxa y María Elena Walsh también fueron influencia al punto tal que suele cantar con sus hijos los temas de la autora de “El reino del revés”. Ya de adulta, estableció una amistad con el animador y actor Diego Topa, con quien grabó un disco. “Es un placer haberlo conocido, tenemos una misión compartida”.

Lucía Anabella Pérez Gerardi es madre de dos hijos, un varón de diez años y una nena de dos años que tiene muy clara la realidad de la ficción: “Cuando ve a Luli Pampín sabe que es mamá, lo tiene normalizado”.

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El personaje Luli Pampín, que es de su creación, hoy cuenta con un gran equipo detrás que sostiene la realización de los espectáculos. De todos modos, y más allá de la presencia de un productor musical, la artista es quien suele escribir las letras de los temas musicales que pueblan cada show.

“Compongo más que antes, la maternidad me inspiró, vuelco en mis canciones mucho de lo que me sucede realmente como mamá, con los mensajes que me interesa que los chicos aprendan”.

-El villano de tu espectáculo es “Polvozo”, el que arruina los libros. ¿Dónde nace esa figura?

-Cuando tuve a mis hijos pensaba que podría tener tiempo para leer un montón, pero no fue así. La maternidad te roba todo el tiempo y yo veía cómo los libros se iban llenando de tierra sin que los pudiera ni siquiera tocar.

-¿Qué estás leyendo ahora?

-Un libro sobre alimentación, un tema que me interesa mucho, y otro que se llama El gato que cuidaba las bibliotecas. Además, empecé Conversaciones con mi maestra.

Su espectáculo anterior refería al tema del bullying, poniendo en blanco sobre negro cierta matriz en aquellas personas que ejercen esta característica. Imparable, ya piensa en su siguiente fórmula, un megashow que tome como eje la temática de la alimentación saludable en las infancias.

“Siempre intento que el show no sea solo entretenimiento y que haya un mensaje para los niños y un aprendizaje para que los adultos se lleven a casa”.

-Llenás teatros en buena parte del mundo y en las plataformas y redes sociales te siguen millones de personas. ¿Cómo asume esa repercusión la nena que cantaba muerta de vergüenza dentro de su habitación?

-En la calle, la gente no me reconoce, porque no voy caracterizada como el personaje, pero, antes de cada show, me sigo poniendo muy nerviosa. De todos modos, siento que este camino siempre fue para mí y me estuvo esperando, es mi vida.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/padecio-necesidades-emigro-a-espana-fue-parte-del-ejercito-y-hoy-es-una-estrella-del-mundo-infantil-nid10062025/

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