“Luz amarilla”: asoma un riesgo para la producción lechera en medio una fuerte recuperación
El primer semestre del año mostró señales mixtas para el sector lácteo argentino. Mientras la producción creció con fuerza y el consumo interno comenzó a mostrar signos de recuperación, las...
El primer semestre del año mostró señales mixtas para el sector lácteo argentino. Mientras la producción creció con fuerza y el consumo interno comenzó a mostrar signos de recuperación, las exportaciones se retrajeron y se encendió una señal de alerta de cara a la primavera. Así lo reflejan los últimos datos publicados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), que reveló un crecimiento del 11% en la producción de leche entre enero y junio de 2025 respecto del mismo período del año pasado. En tanto, la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel) tiene un par de puntos arriba y, en promedio y dependiendo de la provincia, dijo que la producción subió entre un 12 y un 13%.
“Este primer semestre la producción estuvo un 11% por encima del año pasado, y, a su vez, de acá a octubre va a seguir creciendo en forma estacional”, explicó a LA NACION Jorge Giraudo, director ejecutivo del OCLA. Sin embargo, aclaró que este ritmo no será sostenido: “Ese 11% posiblemente se reduzca a la mitad hacia fin de año, con un crecimiento interanual que rondaría entre el 7 y el 8%”.
Pese al aumento de producción, las exportaciones medidas en litros de leche equivalentes cayeron un 4% en relación con 2024. Según Giraudo, esto se debe a un tipo de cambio atrasado que “pegó fuerte” en la rentabilidad del negocio externo, pese a la eliminación de los Derechos de Exportación (DEX). “Los precios internacionales fueron excelentes, de los más altos de los últimos 20 años, pero con un tipo de cambio poco competitivo muchos decidieron no exportar”, afirmó.
De hecho, el precio FOB de la leche en polvo entera alcanzó en mayo los US$4185 por tonelada, un 32% por encima del valor de noviembre de 2023, y muy por encima del promedio histórico de US$3570, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.
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En este escenario, el consumo interno fue una de las sorpresas positivas. Luego de una marcada retracción en 2024 (a 170 litros per cápita), este año ya se observó una recuperación: “Probablemente hacia fin de año volvamos a los 190 litros por habitante como en 2023”, anticipó Giraudo. En efecto, el consumo total creció un 15,5% en los primeros seis meses del año.
A pesar de esta mejora, el directivo del OCLA advirtió sobre el impacto que puede tener una sobreoferta en el mercado interno: “Con exportaciones moderadas, ese excedente va a pujar por precios y probablemente genere una reducción del ingreso industrial. Eso, a su vez, puede significar menor precio para la materia prima y desincentivar la producción”.
El diagnóstico fue compartido por José Quintana, ingeniero agrónomo y director de la consultora Economía Láctea. “Lo que empezó como una recuperación del 2024 hoy ya se ubica por encima incluso del 2023, con lo cual 2025 cerrará con un volumen importante de leche”, señaló.
Sin embargo, el consumo sigue sin repuntar del todo. “La caída en el gasto en productos lácteos fue menor que en otros rubros, pero los indicadores muestran que la recuperación no es la esperada”, analizó Quintana.
Este menor dinamismo del mercado interno, sumado a la necesidad de colocar más litros, impulsó las exportaciones, pero con un problema estructural: “Tenemos una fuerte dependencia de Brasil y Argelia, que concentran el 90% de las ventas de leche en polvo entera”, indicó.
El crecimiento de la producción en Brasil podría reducir la demanda, al tiempo que el precio internacional de la leche en polvo ya comenzó a retroceder en Oceanía. “La luz amarilla está puesta en la primavera. Vamos a tener mucha leche para exportar y hay que ver cómo siguen los precios. Europa los mantiene, pero en Oceanía ya bajan, y Brasil podría dejar de ser un mercado tan dinámico”, subrayó Quintana.
El mercado de futuros de Nueva Zelanda anticipa una tendencia a la baja en los precios de las commodities lácteas hacia fin de año. Para Giraudo, esto requiere medidas urgentes.
En términos de rentabilidad, Quintana señaló que el contexto aún es favorable para el productor primario: “El clima acompaña, y la relación leche/granos sigue siendo buena, porque el precio de la soja está relativamente bajo y eso mejora el poder de compra del tambero”.
En este marco, Giraudo evaluó sobre el sector: “Por suerte, se encontró con dos factores favorables; por un lado, la mejora en las condiciones meteorológicas, que hicieron que llueva en gran parte de las regiones productivas, lo que favoreció la producción de pasto, heno y silo; y por otro, la relación de precios con los insumos, fundamentalmente los concentrados como el maíz y la soja, que se han mantenido bajos”.
“Hay que pensar que el 50% de la tierra dedicada a la producción de leche en la Argentina es campo alquilado, y la mayoría de esos alquileres se pactan en quintales de soja. Con la soja volviendo a su nivel anterior de retenciones, el precio baja y eso también reduce el valor de los alquileres. Además, el expeller de soja, que se utiliza como alimento, también va a ser más barato. Todo eso hace que el panorama, en general, sea todavía bueno para el sector primario”, agregó.
Respecto de las proyecciones para el segundo semestre, ambos expertos coincidieron en que el crecimiento continuará, pero con menor intensidad. “El negocio seguirá siendo bueno, aunque probablemente no tan rentable como en el primer semestre”, estimó Quintana.
En esa línea, si bien en promedio los números siguen siendo positivos, para Giraudo, ya se empieza a ver que algunos tambos chicos tienen problemas para sostenerse, mientras que los más grandes están en una situación más favorable.
En cuanto a la industria, también va a ser complejo el segundo semestre. “Ya hay varias empresas con inconvenientes, y eso, en este escenario, obviamente se va a agudizar”, señaló Giraudo.
Advirtió que la solución esta en mejorar las condiciones competitivas para la exportación. “Sabemos que no hay que esperar devaluaciones, pero sí podría haber una mejora del tipo de cambio a través de la devolución de impuestos internos, como reintegros de ingresos brutos, impuesto al cheque y demás”, indicó.
“La reducción impositiva que más se necesita está en las provincias, y muchas de ellas, lejos de reducir impuestos, los están subiendo. Eso complica mucho más la situación. Después están las soluciones estructurales, pero esas son de más largo plazo. Cuando se habla de soluciones estructurales son plantas más eficientes, mayor productividad, reducción de impuestos, y también mejoras en infraestructura básica como caminos, electrificación, etc.”, enumeró Giraudo.
En este escenario global, los analistas indicaron que hay una urgencia de actuar. En el corto plazo, para Giraudo, hay que tomar medidas para mejorar la competitividad de exportación y que el sector no pierda impulso.
“El contexto de precios internacionales hacia la baja ya comenzó a verse, y todo indica que esa tendencia se mantendrá hacia fin de año, según lo marcan los mercados de futuros”, concluyó.