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“Nos salvaron”: dormía en la calle junto a su mujer y su hija hasta que una familia los vio y se detuvo para ayudarlos

“Tengo muchas ganas de salir adelante y que no le falte nada a mi hija”, dice Ezequiel Alamada con gran convicción. Aunque hoy se enfoca en cómo progresar, este joven de 25 años recuerda con...

“Nos salvaron”: dormía en la calle junto a su mujer y su hija hasta que una familia los vio y se detuvo para ayudarlos

“Tengo muchas ganas de salir adelante y que no le falte nada a mi hija”, dice Ezequiel Alamada con gran convicción. Aunque hoy se enfoca en cómo progresar, este joven de 25 años recuerda con...

“Tengo muchas ganas de salir adelante y que no le falte nada a mi hija”, dice Ezequiel Alamada con gran convicción. Aunque hoy se enfoca en cómo progresar, este joven de 25 años recuerda con dolor lo que probablemente fueron los peores cuatro días de su vida: junto a su pareja Dana y su hija Handan pasaron cuatro noches en la calle. En aquel momento su hija era apenas una bebé de pocos meses y tenía cuadros de epilepsia. Durante esas cuatro noches se refugiaron en la estación de trenes de Constitución y sobrevivieron revisando contenedores de basura para buscar algo útil que les salvara el día.

“Fue muy difícil. Hubiera preferido que fuera de otra manera, pero fue así. No le deseo a nadie tener que dormir en una estación”, afirma. Mientras su mujer y su hija se acurrucaban como podían para que la noche pasara, las personas caminaban a un costado sin detenerse: “A la mayoría de la gente le importa poco lo que a una familia le puede estar pasando. Uno entiende igual: quieren llegar al trabajo o a su casa. Era como si no hubiésemos estado ahí”, reconstruye con una mezcla de comprensión y resignación.

Ezequiel habla de esas cuatro noches en pasado. Hoy, su realidad y la de su familia es otra: a poco más de un año de aquella situación, Ezequiel tiene un trabajo formal, pudo alquilar una habitación con baño privado para él y su familia y hasta puede pagar el tratamiento que su hija necesita. No lo logró solo: fue gracias a su esfuerzo, pero también producto de que alguien los vio, se interesó por ellos y les dio las oportunidades que tanta falta les hacían. Ese alguien fue la familia Carrizo.

El encuentro que lo cambió todo

Fue Luján Carrizo (18), una adolescente que pasaba por la estación de Constitución junto a su madre, quien notó a Ezequiel y a su familia. “Luji, mi hija, los vio y le llamó la atención la nena. Le avisó a mi señora, Natalia, que les compró unos sandwichitos y los puso en contacto conmigo”, cuenta Fabián Carrizo (53), quien trabaja en la Defensoría General de la Ciudad de Buenos Aires, específicamente en la Secretaría Letrada de Trabajo y Economía Popular, un área que ofrece apoyo legal y acompañamiento a trabajadores y emprendedores de la economía popular.

“Primero hablé con Ezequiel por teléfono y después, un día de lluvia, se acercaron los tres a la oficina”, cuenta el hombre, quien recuerda que “el tema de la nena era urgente” y empezó a mover hilos para buscar soluciones: los puso en contacto con alguien del área de salud y gestionó el ingreso de la familia a un centro de inclusión social del Gobierno porteño ubicado en la calle Tacuarí, donde “las condiciones poblacionales no eran tan críticas”: “Me pareció que, de lo contrario, exponíamos mucho a la familia”, cuenta.

En ese espacio, que cubre las necesidades más inmediatas (alojamiento, alimentación e higiene) los Alamada vivieron casi un año, siempre durmiendo en habitaciones separadas. Y allí también conocieron a otro gran protagonista de esta historia: la Fundación Cultura de Trabajo, una organización de la sociedad civil que acompaña a personas en situación de vulnerabilidad extrema para que puedan reinsertarse laboralmente. “Me apoyaron mucho. Confiaron en que yo iba a salir adelante y me dijeron que no me rindiera y que no bajara los brazos”, cuenta Ezequiel emocionado.

De la desesperación al trabajo digno

“Ellos te buscan, ¿viste? Tienen talleres que te hacen elegir: de reparación de celulares, de pintor, soldador o carpintero… Te preguntan qué es lo que vos querés y en qué te parece que podrías trabajar”, cuenta Ezequiel sobre lo que hace Fundación Cultura de Trabajo.

Gracias a ellos pudo conseguir un nuevo teléfono, porque había tenido que vender el suyo para poder comprar la medicación que su hija tanto necesitaba y que costaba 350 mil pesos mensuales. “Mi nena era más importante. Sabía que si trabajaba, más adelante me iba a comprar otro”, dice.

Hoy, también gracias a la ayuda de la fundación, Ezequiel disfruta de su primer trabajo en blanco como empaquetador de fiambres en el frigorífico VAES, ubicado en Mataderos. Pudo entrar gracias a los talleres laborales que recibió y al puente que le hicieron los miembros de la ONG.

Desde 2016, Cultura de Trabajo logró que más de 400 personas que atravesaban situaciones de vulnerabilidad habitacional extrema, es decir, que estaban en situación de calle o vivían en hogares o paradores, accedieran a un empleo gracias a su intermediación directa.

“Además de cubrir necesidades prácticas como transporte o ropa, lo primero que hacemos para lograr esa inserción es ayudar a la persona a recuperar su confianza para que vuelva a creer en sí misma y a conectarse con sus capacidades”, explica Alexandra Carballo, cofundadora de la organización.

“Trabajando en blanco tenés obra social y otras cosas para poder atender bien a tu nena. Te podés ocupar de tu familia”, dice el joven, que muestra devoción por su pequeña hija a cada rato y cuya vida gira en torno a ella. Handan, que se llama así por la sultana de una novela turca que le gustaba a sus padres, tiene un estado de salud delicado: a los 4 días de nacer contrajo el virus chikungunya y terminó internada en estado grave. Desde entonces vive con un cuadro de epilepsia, pero que hoy está controlado.

“No juzgues lo que no conocés”

Ezequiel se siente un afortunado de la vida: gracias a la oportunidad que recibió, alquila junto a su familia una habitación con baño en Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora, a solo 45 minutos de su lugar de trabajo. Nunca dejó de intentar progresar: nacido en Paraguay, vive en la Argentina desde que tenía un año y aunque su oficio principal es el de albañil, hizo de todo para sobrevivir, desde trabajar en una verdulería hasta en un lavadero de autos.

Su casa durante un tiempo fue una pieza construída por él mismo en el terreno de un familiar, hasta que una discusión lo dejó sin techo y sin círculo social al cual recurrir. Además, las changas de albañil no surgían y el poco dinero que lograban juntar, no solo no alcanzaba para alquilar una pieza, sino que iba destinado a comprarle a Handan la medicación que tanto necesitaba para evitar los episodios de epilepsia. “Vivir en la calle con mi familia fue difícil, pero gracias a esa experiencia aprendí a decir: `Yo no me rindo y voy a tratar de que a mi nena no le pase lo mismo que yo viví’”, reflexiona.

Dana, su compañera, que hoy se dedica a cuidar a Handan en su casa, también tiene ganas de salir adelante: tiene experiencia como vendedora ambulante y podría colaborar con los ingresos familiares si le surgiera una oportunidad de trabajo remoto o flexible.

A las personas que piensan que vivir en la calle es siempre una elección, Ezequiel les diría “que no juzguen, que aprendan a mirar bien y que presten atención, porque no todas las personas son iguales”. Y agrega: “Si Dios me lo permite, me gustaría en algún momento tener tener mi casa propia. Es lo que más deseo”.

Ganas de crecer no le faltan: dice que le encantaría seguir progresando en el frigorífico. “Siempre tuvo empuje. Solo necesitaba una oportunidad”, afirma sobre él Carrizo, quien hasta hace un tiempo lo llamaba cada tanto para saber cómo iban las cosas. Está convencido de que “tender una mano es una responsabilidad de todos” y para dejarlo en claro recuerda una frase del Papa Francisco: “`¿Cuál es la única instancia donde se mira de arriba hacia abajo a una persona? Cuando le tendés la mano para levantarla.´ Escucharnos, ayudarnos, tender una mano. Eso es humanidad. Va por ese lado”, concluye.

Cómo colaborar

La Fundación Cultura de Trabajo acompaña a personas en situación de calle o vulnerabilidad extrema para que puedan reinsertarse laboralmente y construir un proyecto de vida.

Podés colaborar ingresando al sitio de la organización: www.culturadetrabajo.org.arPodés seguir su trabajo en su cuenta de Instagram: @culturadetrabajo

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/comunidad/nos-salvaron-dormia-en-la-calle-junto-a-su-mujer-y-su-hija-hasta-que-una-familia-los-vio-y-se-detuvo-nid14082025/

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