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Opinión. Menos mitos, más campo: las claves para potenciar al motor del desarrollo económico

La visión sobre el campo en la Argentina está atravesada por varios mitos, desde que “no genera valor agregado”, “las vacas son las principales responsables del cambio climático” o “la...

Opinión. Menos mitos, más campo: las claves para potenciar al motor del desarrollo económico

La visión sobre el campo en la Argentina está atravesada por varios mitos, desde que “no genera valor agregado”, “las vacas son las principales responsables del cambio climático” o “la...

La visión sobre el campo en la Argentina está atravesada por varios mitos, desde que “no genera valor agregado”, “las vacas son las principales responsables del cambio climático” o “las retenciones sirven para controlar precios y capturar rentas extraordinarias”. El libro Más campo, menos mitos. Conceptos para entender su rol en Argentina busca acercar el campo a la ciudad, entender cómo funciona y poner en evidencia su enorme aporte a la economía y la sociedad. Publicado en formato digital por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), está disponible para descargar en este enlace: https://repositorio.iica.int/bitstreams/47ca9b49-88b6-42b9-a172-87a7c5c292b0/download

Contrario a la idea de que “el campo no genera empleo ni valor agregado”, genera 4,2 millones de puestos de trabajo (22,4% del empleo privado), aporta el 15,7% del producto bruto interno considerando las cadenas productivas y seis de cada diez dólares exportados. El campo argentino protagonizó una transformación tecnológica desde la década de 1990: la rápida adopción de la siembra directa, los cultivos transgénicos y la agricultura de precisión lo convirtieron en una industria verde a cielo abierto, lejos de una actividad meramente “primaria”. La tecnología y la reorganización productiva en redes de contratistas y proveedores permitieron duplicar la producción de granos entre 2000 y 2019.

Uno de los mitos principales es que la ganadería es responsable central del cambio climático. Sin embargo, la mayor parte de las emisiones de CO2 (90% a nivel mundial) proviene del uso de combustibles fósiles. El ganado bovino en la Argentina se basa principalmente en sistemas pastoriles extensivos. El metano que emiten las vacas proviene del carbono que las plantas capturan a través de la fotosíntesis, lo que significa que el ganado recicla carbono ya existente en la atmósfera. El campo fija carbono a través de la fotosíntesis y provee servicios ambientales.

También persiste la desinformación sobre los cultivos genéticamente modificados (OGM) y el uso de glifosato. El herbicida se vuelve inactivo en contacto con el suelo y no tiene efecto residual. La Unión Europea aprueba su uso y sostiene que no “existe justificación científica ni legal para una prohibición”. En Estados Unidos, la Environmental Protection Agency (EPA) determinó que no existen riesgos para la salud humana cuando el glifosato se utiliza de acuerdo con las indicaciones. La adopción de la siembra directa y OGM ha permitido un menor uso de agroquímicos y de combustibles fósiles y una mayor tasa de carbono secuestrado en el suelo.

Otro mito frecuente es que el agro obtiene rentas extraordinarias. A nivel global, el sector enfrenta la volatilidad de los precios internacionales y el riesgo climático. En la Argentina, la presión tributaria es más elevada que el resto de la economía, principalmente por los derechos de exportación. Mientras que en otros países se subsidia al sector agropecuario, la Argentina tiene el “apoyo más negativo” del mundo (-27,5% del ingreso agrícola en 2021). Los derechos de exportación son impuestos distorsivos que afectan la rentabilidad del productor y desincentivan inversiones. Son casi inexistentes en otros países y han limitado el crecimiento exportador argentino. Se han mantenido por casi 25 años, incluso en campañas afectadas por sequías y en épocas de precios internacionales bajos. La idea de bajar los precios para “cuidar la mesa de los argentinos” condujo a prohibiciones y derechos de exportación, que terminaron reduciendo la oferta y generando el efecto contrario al buscado.

Mientras Brasil duplicó su producción de soja en la última década, en la Argentina se estancó por la presión fiscal y la brecha cambiaria. Eliminar las retenciones tendría efectos positivos inmediatos en la producción, el empleo, las exportaciones y la inversión. Las políticas que extraen recursos del sector generan un desincentivo a producir y exportar, llevando a una lógica defensiva, orientada a la supervivencia. En definitiva, las exacciones sobre la actividad agropecuaria han limitado su potencial de crecimiento, su aporte a las exportaciones y han frenado el desarrollo del país.

El campo argentino aporta al empleo, a las divisas, al desarrollo territorial y a la mitigación del cambio climático. Necesita estabilidad macroeconómica, bajar la presión fiscal, reglas claras y políticas que impulsen la inversión y la producción. Varios mitos se han traducido en políticas públicas anacrónicas, que no funcionan en ningún lugar del mundo. Derribar mitos y comprender la verdadera importancia del campo es clave para entender que es un sector estratégico y moderno y uno de los motores de desarrollo económico en el nuevo contexto internacional. Las políticas deben dejar de ponerle el pie encima para poder liberar todo su potencial.

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La autora es economista y consultora internacional en el IICA y el BID

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/opinion-menos-mitos-mas-campo-las-claves-para-potenciar-al-motor-del-desarrollo-economico-nid05122025/

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