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Paris Saint Germain finalista del Mundial con fútbol ballet, como aquel Barcelona de Guardiola, y sin un Messi

Desde la época del Barcelona de Pep Guardiola, aquel que entre 2008 y 2012 obtuvo todos los títulos posibles con un estilo de juego que despertó un deseo universal de imitación, que no aparecí...

Paris Saint Germain finalista del Mundial con fútbol ballet, como aquel Barcelona de Guardiola, y sin un Messi

Desde la época del Barcelona de Pep Guardiola, aquel que entre 2008 y 2012 obtuvo todos los títulos posibles con un estilo de juego que despertó un deseo universal de imitación, que no aparecí...

Desde la época del Barcelona de Pep Guardiola, aquel que entre 2008 y 2012 obtuvo todos los títulos posibles con un estilo de juego que despertó un deseo universal de imitación, que no aparecía un equipo tan impactante y seductor como este Paris Saint Germain de Luis Enrique. En una era en la que el fútbol está globalmente homogeneizado, en la que muchos conjuntos comparten patrones comunes de juego y se parecen bastante entre sí, este PSG se distingue del resto. Es un cisne negro por estética y eficacia. Hipnotiza y deslumbra con su juego y convence con los resultados.

Es clásico, por su convicción para monopolizar el control de la pelota e imponerle condiciones al rival, y moderno, por la movilidad y rotación entre sus jugadores, con una sincronización que por momentos se asemeja a un ballet. En el fútbol nunca falta una derrota que ponga en tela de juicio observaciones como las precedentes. Y de hecho, Paris Saint Germain, por más gran equipo que sea, no está exento de sufrirla en la final del Mundial de Clubes del próximo domingo frente a Chelsea.

Si bien le había dado descanso a algunos titulares, ya le pasó en el 0-1 frente a Botafogo, al que Luis Enrique definió como el rival que mejor defendió y neutralizó el poderío ofensivo de los suyos. Lo que difícilmente eche por tierra un resultado adverso es el estilo y la identidad de este equipo elevado a la condición de referencia global. Cabe imaginarlo volviendo por sus fueros tras cualquier traspié. Botafogo hizo su partido perfecto ante PSG, pero hace varios días que regresó a Río de Janeiro. Fue el encuentro-excepción: PSG recibió el único gol en el Mundial y no convirtió después de 19 cotejos. El campeón de la Champions League siguió, se repuso con los fundamentos de su ideario: pelota, presión, sentido colectivo y ambición ofensiva. Aquella caída quedó en una anécdota.

En las semifinales le pasó por encima (4-0) a Real Madrid siendo fiel a los postulados de Luis Enrique, consciente de que su obra está trascendiendo lo rutinario: “Cuando me presento en cada club o en una selección, el objetivo es ofrecer a nuestros aficionados un espectáculo y también para los hinchas en general. La gente no va al teatro o al cine a aburrirse. Creo que en todos los deportes puede ir de la mano el rendimiento con ofrecer diversión y espectáculo". Por cierto, este PSG devuelve ampliamente el precio de la entrada, aunque el divertimento y el regocijo sea para los hinchas propios e imparciales, mientras que a los rivales les queda la impotencia y la inevitable aceptación de haber sido superados.

Lo más destacado de Paris Saint Germain 4 - Real Madrid 0

En menos de 25 minutos, PSG ya goleaba 3-0 a Real Madrid, al tiempo que Courtois había evitado otros dos tantos. El nuevo proyecto de Xabi Alonso recibió su primer gran cachetazo. Le queda el atenuante de que este Paris Saint Germain es capaz de reducir a la nada al adversario más pintado. Está en otra dimensión. La paliza del 5-0 a Inter en la final de la Champions League es una de las tantas piezas de colección.

El desborde de PSG sobre Real Madrid comenzó con la presión adelantada que ejecuta con la vitalidad de una formación joven y enérgica. Primero falló Asencio -el reemplazante del suspendido Huijsen ya se había equivocado feo contra Al Hilal y fue expulsado contra Pachuca por otra torpeza- ante el acoso de Dembelé dentro del área; la pelota le quedó para la definición a Fabián Ruiz, uno de los tres volantes completísimos de la formación francesa. El siguiente desliz, el del 2-0, lo cometió Rüdiger, aprovechado por Dembelé con un estupendo remate cruzado. “Es difícil quedar 0-2 a los 10 minutos contra un gran rival como el PSG“, reconoció Xabi Alonso.

Son 35 goles y 15 asistencias en 52 partidos en la temporada de Dembelé, para quien Luis Enrique ya reclamó el próximo Balón de Oro, especialmente por haber incorporado el sacrificio y la voluntad para ser el primero en tapar la salida del rival. Un delantero muy evolucionado respecto de la versión dispersa y con algunos descuidos en su vida privada que mostró en su paso por Barcelona.

Real Madrid no fue oposición ni por planteo ni por intensidad. Kylian Mbappé fue titular por primera vez en el Mundial para integrar un tridente con Gonzalo García -el canterano revelación por los cuatro goles- y Vinicius. Valverde fue al lateral derecho para armar una línea de cuatro, si bien Xabi Alonso es más partidario de la línea de tres zagueros. En el medio, Güler, Tchouamení y Bellingham naufragaron ante la escasa colaboración de los delanteros y una defensa estática, que no recuperó por presión ni por firmeza en el quite.

Todo es armónico en PSG. Los laterales, Hakimi y Nuno Mendes, se incorporan con naturalidad al ataque. El marroquí dio la asistencia para el segundo de Ruiz en el 3-0. Sin Willian Pacho, el muy buen zaguero ecuatoriano, Beraldo fue el correcto lugarteniente del cacique Marquinhos. Vitinha y João Neves llevan el timón, controlan tiempos y espacios, y se entienden como si jugaran juntos desde toda la vida.

Dembelé, de falso nueve, muchas veces intercambiando posiciones con Doué, otra de las grandes apariciones de la temporada, dueño de una gambeta incontrolable. Y eso que por la izquierda Kvarastkhelia, un wing que lleva la pelota pegada al pie y elude todo lo que le sale al paso, tuvo una actuación intermitente.

Sorpresivamente, Xabi Alonso no hizo cambios para el comienzo del segundo tiempo, cuando PSG bajó las revoluciones, como lo había hecho tras el 4-0 a Inter Miami en 45 minutos. Se permite la prerrogativa de regular ante un rival de la talla de Real Madrid. Incluso para ir preservando a algunos titulares y repartir minutos con los ingresos de Barcola, Gonzalo Ramos, Mayulu y Zaire-Emery.

Donnarumma no hizo falta con alguna gran atajada y el partido le quedó servido a PSG para que demostrara que también es peligroso al contraataque, con el 4-0 de Gonzalo Ramos. Un rendimiento completo, con todas las estadísticas a favor (posesión, remates, cantidad de ataques y pases). La otra medición es que su fútbol llena los ojos, como lo hacía aquel Barcelona de Guardiola, y lo hace sin tener a un Messi.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/paris-saint-germain-finalista-del-mundial-con-futbol-ballet-como-aquel-barcelona-de-guardiola-y-sin-nid09072025/

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