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Pasamos de “que la inocencia te valga” al otro extremo

El martes 28 de diciembre de 1982 dediqué toda la contratapa de El Cronista Comercial a publicar noticias inventadas, que lucían plausibles, mientras que el 28 de diciembre de 1983 reproduje noti...

Pasamos de “que la inocencia te valga” al otro extremo

El martes 28 de diciembre de 1982 dediqué toda la contratapa de El Cronista Comercial a publicar noticias inventadas, que lucían plausibles, mientras que el 28 de diciembre de 1983 reproduje noti...

El martes 28 de diciembre de 1982 dediqué toda la contratapa de El Cronista Comercial a publicar noticias inventadas, que lucían plausibles, mientras que el 28 de diciembre de 1983 reproduje noticias verdaderas, que habían aparecido en años anteriores, pero que no parecían creíbles. Fue mi manera de reír y hacer reír un rato, sin burlarme de nadie, a propósito del día de los Santos Inocentes. Hoy esto resulta impensable, cosa que lamento profundamente. Pasamos de “que la inocencia te valga”, al “no creo ni siquiera lo que veo, cuando me miro en el espejo”.

Aprovechando la ocasión conversé con el “francés” (nacido en Suiza) Charles Rist (1874-1955), quien enseñó en Montpellier entre 1899 y 1912, y en París entre 1913 y 1933. Fue vicepresidente del Banco de Francia entre 1926 y 1928, por lo cual participó en el programa antiinflacionario aplicado a partir de julio de 1926 por el primer ministro Raymond Poincaré. Según Joseph Alois Schumpeter, uno de los motivos principales de la escritura de su obra maestra, Historia de las teorías monetarias y crediticias desde John Law hasta hoy, publicada en 1940, fue combatir la confusión entre dinero y crédito.

– Hablando de Schumpeter, Paul Anthony Samuelson distinguía entre la historia de las doctrinas económicas, y la historia del análisis económico.

– Así es. Comparó la obra que publiqué en 1915, en colaboración con Charles Gide, con la que viera la luz en 1954, de manera póstuma, salida de la pluma de Schumpeter. Al respecto Samuelson dijo lo siguiente: “Compárese la Historia del análisis económico de Schumpeter, con la Historia de las doctrinas económicas de Gide y Rist. Los mismos nombres están en ambas obras, la diferencia está en el énfasis: leyendo a Gide y Rist usted puede ser perdonado por creer que Robert Owen fue casi tan importante como Robert Malthus, y que Francois Fourier y Charles de Saint Simon fueron mucho más importantes que Leon Walras y Vilfredo Pareto. En la obra de Schumpeter, Alfred Marshall, Walras y Knut Wicksell son los que se roban el espectáculo. La explicación de la diferencia no son los 40 años de distancia que hay entre ambas obras, sino que una se ocupa de doctrinas y la otra de análisis. ¿Quién niega que Antoine Cournot, en 1838, tuvo poder analítico y frescura como para abrir nuevas perspectivas para el análisis? Al mismo tiempo: ¿quién puede creer que Cournot tuvo impacto sobre la historia de las ideas; qué salón parisino se preocupó por la venta de agua mineral, el ejemplo usado por Cournot?“.

– Inocencia, ingenuidad, no creer en nada, etc.; todas manifestaciones de la importancia que las expectativas tienen, no solamente en la composición de lugar que nos hacemos los humanos, sino también en nuestra toma de decisiones.

– Por eso hace bien Guillermo Calvo cuando pone la cuestión de las expectativas en un lugar importantísimo del análisis, puntualizando que una misma medida de política económica genera resultados bien diferentes dependiendo de si la población piensa que llegó para quedarse, o cree que en poco tiempo será derogada. Una ventaja en favor de un sector, o una región, es un incentivo si se piensa como permanente, o un regalo si se la considera transitoria.

– La cuestión de la ingenuidad se planteó a raíz de las denominadas expectativas racionales.

– Efectivamente. En contexto de certeza, la referida hipótesis dice que los gobiernos no pueden estafar al sector privado porque tanto uno como los otros adoptan sus decisiones sobre la base del mismo modelo. Ejemplo: en el mismo instante en el cual un gobierno decide duplicar el tipo de cambio nominal, tanto empresarios como asalariados duplican los precios a los cuales venden sus mercaderías y servicios.

– Empíricamente, no me convence.

– A mí tampoco. La versión relevante de la teoría de las expectativas racionales no se da en un contexto de certeza, sino en uno de incertidumbre. En este último contexto, la referida hipótesis implica que el gobierno puede estafar, por sorpresa, a la población, ¡pero no de manera sistemática! Después del Plan Bonex, o el corralito, los argentinos volvieron a tener depósitos en los bancos, pero no ocurrió de la noche a la mañana y -en términos reales- sólo se da por montos menores a los anteriores.

– La historia de las burbujas, ¿no es un caso claro de “que la inocencia te valga”?

– Tratemos la cuestión con cuidado, para no aumentar el sufrimiento de los damnificados. La historia económica mundial tiene documentadas burbujas desde hace por lo menos cinco siglos. La de los tulipanes en Holanda, magistralmente descripta por Werner Sombart en El burgués; John Law y la Luisiana, Charles Ponzi a comienzos del siglo XX, Bernard Madoff un siglo después, etc. Hay ejemplos en la Argentina, seguramente que también en los otros países. Lamentablemente, no solamente ejemplos pasados sino también actuales.

– ¿De qué estamos hablando, de inocencia, de ingenuidad o de algo más?

– Difícil saber, pero la persistencia con la cual personas depositan parte o la totalidad de sus ahorros en las cuentas de personas o instituciones que les prometen rendimientos fabulosos, que por supuesto terminan defraudados, debería ser material de estudio por parte de los psicólogos.

– El atractivo es que, “en el camino de ida”, lo sorprendente parece funcionar.

– Como usted bien dice, en el camino de ida. El cual no siempre se mide en días, sino en meses y hasta años; y durante ese lapso quienes aportaron recursos se burlan de quienes no lo hicieron. Es más, a veces el impacto de esto sobre la economía local es beneficioso, porque algunos depositantes, con las ganancias que van obteniendo, compran casas, autos, etc. Hasta que en algún momento todo vuela por el aíre, y quienes no participaron, a los damnificados, les dicen ¡que la inocencia te valga!

– Porque el castillo de naipes, por su propia dinámica, en algún momento se cae.

– La historia documenta algo diferente, según aporta Augusto Darget. Por su naturaleza, una burbuja revienta por razones endógenas; pero la experiencia muestra que, antes que ello ocurra, algún hecho exógeno la hace estallar. Ejemplo, la denominada crisis subprime; porque de la noche a la mañana planteó desafíos insalvables. Una crisis financiera pone en riesgo aún a las instituciones más sólidas, con más razón a las basadas en burbujas.

– ¿Por qué el Estado no alerta a la ciudadanía contra las burbujas y, sobre todo, por qué no las frena lo antes posible?

– Porque en el camino de ida, no cualquiera proyecto que exhibe mejoras es pura burbuja. También existen las excelentes oportunidades de negocios, particularmente asociadas con cambios tecnológicos.

– Don Charles, muchas gracias.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/pasamos-de-que-la-inocencia-te-valga-al-otro-extremo-nid27122025/

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