Qué debería hacer León XIV, según cuatro columnistas de The Washington Post
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WASHINGTON.- En el segundo día del cónclave, hoy el mundo supo que el nuevo papa será el cardenal Robert Prevost, que eligió el nombre de León XIV y es el primer estadounidense que ocupará el pontificado. Según estos cuatro columnistas de The Washington Post, esto es lo que debería hacer el nuevo líder de la Iglesia Católica.
David Von Drehle: “Hay que contradecir las divisiones”El papa-filósofo de fines del siglo XX, Juan Pablo II, escribió que la Iglesia Católica era “un signo de contradicción” en el mundo. Con su inmensa historia, su alcance global y su interés, en su mejor faceta, por lo eterno, la Iglesia es un verdadero contrapeso frente a las oscilaciones pendulares de la cultura.
El largo e influyente papado de Juan Pablo, en gran medida continuado por su sucesor, contradijo el impulso liberal de Occidente de la Segunda Posguerra, en especial las corrientes entrelazadas del feminismo y la revolución sexual. El papa Francisco, cuya muerte desencadenó la elección de esta semana, se definió a sí mismo en contradicción con la enorme brecha de riqueza entre ricos y pobres, y entre el Norte y el Sur Global.
La corriente cultural de nuestros días es lanzarse a generar conflicto político a partir de cualquier discrepancia filosófica. El espíritu de la época busca dividir las sociedades en buenos y malos, en nosotros y ellos, atacando la credibilidad de las instituciones y las voces que rechazan ese “maniqueísmo”, tal como lo definen los teólogos. El nuevo papa debería ser una señal de ir en contra de esa tendencia.
Algunos críticos de Francisco, especialmente en Estados Unidos y Europa, desean un papa muy diferente, que alinee a la Iglesia con la política de derecha de Occidente. Al mismo tiempo, para algunas voces de la izquierda, la posible elección de un partidario de Francisco sería un golpe contra el movimiento MAGA de Estados Unidos.
El nuevo papa debería ser, por el contrario, un hombre que sea un modelo de respeto mutuo, de humildad intelectual y de espíritu de asombro ante los misteriosos caminos de Dios. Jesús hizo una distinción muy cuidadosa entre política y religión: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Esa es precisamente la lección que el mundo de hoy necesita escuchar.
Karen Tumulty: “El nuevo papa debería ampliar las reformas”En 2018, el fiscal general de Pensilvania, Josh Shapiro, publicó los resultados de una investigación de dos años realizada por un gran jurado cuya conclusión era que la jerarquía de la Iglesia Católica había sido cómplice en el encubrimiento de acusaciones de abuso sexual contra 1000 menores por parte de más de 300 sacerdotes en seis diócesis de ese estado.
A partir de ese momento se desencadenó una ola de investigaciones penales que revelaron más abusos y que sembraron más dudas en nuestra fe y más desconfianza en nuestros líderes entre los que asistimos a misa.
En aquel entonces escribí una columna que empezaba diciendo: “¿Por qué sigo siendo católico?”. A pesar de lo oscuro que fue ese momento, me aferré a las palabras del padre Alec Scott, un joven sacerdote de mi parroquia que en el sermón de ese domingo expresó con sinceridad sus propias dudas. Nos rogó que no sintiéramos “rechazo ante nuestra propia fragilidad” y nos recordó: “A pesar de todos los problemas que estamos atravesando, Dios sigue presente en este lugar”.
Me gustaría que en mi Iglesia haya cambios que no creo que ocurran: el fin de la cultura patriarcal que niega a las mujeres el reconocimiento y los roles de liderazgo más importantes, una reconsideración de la exigencia de celibato para el clero —que solo fomenta un clima de secretismo—, y una mayor aceptación de los católicos LGBTQ+ y de las familias que ellos deciden formar.
Pero hay medidas que impulsó Francisco durante sus 12 años de papado a pesar de las objeciones de cardenales y obispos más conservadores que espero que se profundicen. La principal es la mayor participación de los laicos, tanto hombres como mujeres, en la toma de decisiones de la Iglesia y en el manejo de sus diócesis y parroquias.
Mi esperanza es que la elección del nuevo Papa apunte a fortalecer la fe católica en todo el mundo, y no a centralizar el poder en Roma.
E.J. Dionne Jr.: “No darle la espalda al legado de Francisco”Espero un papa que abrace el espíritu de apertura de Francisco, su dedicación a las periferias del mundo y su misión en favor de los pobres, los marginados, los excluidos y los migrantes. El nuevo papa debería reconocer que la encíclica Laudato Si’ de Francisco, sobre la urgencia de contrarrestar el cambio climático, tiene la misma importancia profética que la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII de 1891, sobre el impulso a los derechos de los obreros.
Al promover la sinodalidad, Francisco usó una palabra difícil para definir un propósito noble: la democratización gradual de una iglesia jerárquica, expandiendo el poder y la influencia de los laicos, incluidas las mujeres. Dejemos que ese proceso avance. Una iglesia más democrática también estará mejor en mejor posición para defender los derechos democráticos y la libertad religiosa en todo el mundo. Y no debería haber marcha atrás en el desprecio de Francisco por el boato y los privilegios del poder.
En cuanto al empoderamiento de las mujeres, el nuevo papa debería ir más allá de Francisco. Tarde o temprano la Iglesia ordenará a mujeres y a hombres casados. ¿Por qué no hacerlo ahora? Tras la apertura pastoral de Francisco hacia las personas LGBTQ+, el siguiente paso lógico es cambiar la actitud doctrinaria de la Iglesia al respecto. Y en líneas más generales, seguir adelante con el enfoque teológico de Francisco será más fructífero que el dogmatismo.
La Iglesia aún no ha terminado de resolver el escándalo de los abusos sexuales a niños. Las acciones del nuevo Papa deben demostrar que comprende mejor hasta qué punto muchos católicos siguen profundamente heridos y enojados, y con la justificada sensación de que los líderes de la Iglesia los traicionaron.
El Papa es el guardián de una antigua tradición, pero las tradiciones sobreviven y prosperan solo cuando sus custodios comprenden la necesidad de reforma, renovación y revivificación. El gran erudito religioso Jaroslav Pelikan tenía razón: “La tradición es la fe viva de los muertos, el tradicionalismo es la fe muerta de los vivos”. Independientemente de si el nuevo Papa comparte o no todos mis deseos, espero que la sabiduría de Pelikan defina su comprensión de la tarea que le espera.
Ramesh Ponnuru: “Ordenar el lío”El nuevo papa debe ser maestro, reformador, pacificador y luchador, todo a la vez.
Para ser maestro hace falta claridad doctrinal. El papa Francisco, que en paz descanse, enfatizó el peligro de la rigidez dentro de la Iglesia. Pero el antídoto adecuado contra la rigidez es la misericordia, no la confusión, que es lo que Francisco fomentó con demasiada frecuencia. El Señor le encomendó a la Iglesia la custodia de la fe. Nadie se une a la Iglesia para hundirse aún más en la confusión.
Lo que hay que reformar en el catolicismo no es tanto la doctrina como la burocracia. La corrupción financiera y la mala gestión deben ser erradicadas y castigadas, una tarea que los papas recientes, incluso los más santos, no han logrado. Tampoco, ni siquiera a estas alturas, se ha abordado a fondo el escándalo de los abusos sexuales. Aún se está a tiempo de realizar una investigación independiente sobre quién sabía qué y desde cuándo de los abusos del cardenal Theodore E. McCarrick.
El nuevo papa debe traer paz, y no conflicto litúrgico. La supresión de la misa tradicional en latín por parte de Francisco se hizo con el pretexto de reducir la división entre los católicos, pero parece haberla profundizado. Fue un desvío equivocado del enfoque tolerante de su predecesor, Benedicto XVI, y debería ser reencarrilado.
Por otra parte, si el Vaticano ignora la difícil situación de los católicos chinos, a quienes se les niega la libertad religiosa, no estará a la altura del eslogan de ser una nueva “Iglesia global”. Los esfuerzos del Vaticano por conciliar con el gobierno de China han comprometido el valor testimonial de la Iglesia sin disminuir la opresión del régimen de Pekín.
El papa Francisco, como es bien sabido, les dijo a los jóvenes católicos que “hagan lío”. Pero si hay algo de lo que la Iglesia Católica no tiene déficit es precisamente de líos, y los que más contribuyeron a esos líos no fueron los jóvenes, sino los católicos de mayor edad. Es hora de poner orden en nuestra casa.
Traducción de Jaime Arrambide