Qué dice el Reglamento del Senado y cuál es la interpretación que hacen libertarios y kirchneristas sobre la validez de la sesión
La sesión celebrada por el Senado es inédita y su validez terminará definiéndose en los estrados judiciales, camino que advirtió que seguirá el oficialismo, que la consideró inválida por vi...
La sesión celebrada por el Senado es inédita y su validez terminará definiéndose en los estrados judiciales, camino que advirtió que seguirá el oficialismo, que la consideró inválida por violar varios artículos del Reglamento de la Cámara alta.
Por lo pronto, la “autoconvocatoria” de los senadores sin que mediara un llamado de la presidencia del cuerpo a sesión es inédita y podría abrir la puerta a que la vicepresidenta Victoria Villarruel pierda el manejo del Senado, responsabilidad que le adjudica la Constitución Nacional.
Nunca, hasta ahora, una senadora de una fuerza opositora a cargo de una de las vicepresidencias del cuerpo se tomó la atribución de dar por iniciada una sesión, como lo hizo la kirchnerista neuquina Silvia Sapag.
Sin embargo, hay una máxima que suele usarse mucho en el Senado, que dice que “el número manda” y que “el pleno del recinto es soberano”. Como todo lo actuado esta tarde fue aprobado por una mayoría de senadores, todo indicaría que la sesión seria válida.
El oficialismo libertario se apalancó en el artículo 20 del Reglamento para impugnar la convocatoria. Esa cláusula establece que es la presidencia del cuerpo la que, tras recibir un pedido formulado por al menos cinco senadores para tratar un proyecto, tiene la facultad de disponer “la respectiva citación para el día y hora que mejor estime, si no los ha señalado el cuerpo, según sea el asunto o la circunstancia del caso”.
El jefe de los senadores libertarios, Ezequiel Atache, también se amparó en el artículo 32 del Reglamento, que es el que fija las atribuciones de la presidencia del Senado. En su inciso F, esa cláusula establece que entre las facultades de quien conduce la cámara está la de “hacer citar a sesiones ordinarias, especiales y extraordinarias”.
El kirchnerismo y sus aliados circunstanciales, en tanto, replicaron con el argumento de que el cuerpo es soberano y que la mayoría manda, sobre todo cuando se trata de interpretar el Reglamento, y que los días y hora de sesión ya están fijadas de antemano, cuando se votan en la sesión preparatoria que cada año celebra el Senado.
Por lo tanto, para quienes sostienen esta postura, Villarruel no tiene forma de imponer su criterio cuando la mayoría del cuerpo tomó una determinación. Se lo hizo notar el jefe del bloque kirchnerista, José Mayans, cuando le dijo que su rol en el Senado es el de conducir las sesiones y de cumplir lo que decida la mayoría.
De hecho, con el argumento de que pertenece a otro poder del Estado es que Mayans le negó a Villarruel la facultad de convertirse en intérprete última del Reglamento del cuerpo. La vicepresidenta terminó aceptando la postura del jefe de la principal bancada opositora sin oponer demasiada resistencia.