“Qué pasa cuándo te vestís de negro”: Cómo y por qué lo que te ponés cada mañana define el resto del día
¿Alguna vez te sentiste invisible, como si nada de lo que hicieras cambiara tu realidad? Eso es la ...
¿Alguna vez te sentiste invisible, como si nada de lo que hicieras cambiara tu realidad? Eso es la indefensión aprendida, un fenómeno psicológico en el que una persona, tras repetidos fracasos, asume que no tiene control sobre su vida y deja de intentarlo. Pero ¿sabías que tu forma de vestir puede ser tanto la causa como la solución a este problema?
Por qué hay personas que cuando las tenés cerca, te ponés mal
Un punto clave a analizar es que la moda puede ser un espejo de indefensión. Imagina a una persona que siempre viste de gris, con ropa holgada y sin detalles. No es solo una elección estética; es un reflejo de cómo se siente: invisible, derrotada, sin impacto en el mundo. La ropa que usamos comunica no solo a los demás, sino también a nosotros mismos, quiénes somos y qué merecemos.
Martin Seligman, pionero en el estudio de la indefensión aprendida, demostró que cuando las personas creen que sus acciones no tienen consecuencias, caen en la pasividad. Carol Dweck en su investigación, recogida en libros como Mindset:The New Psychology of Success (2006), revolucionó cómo se aborda la motivación en escuelas y empresas, demostrando que la indefensión no es inevitable, sino modificable mediante la cultura del esfuerzo y la mentalidad de crecimiento.
Propuso que la indefensión en el aprendizaje surge de mensajes que estigmatizan el error. Su trabajo impulsó estrategias pedagógicas que fomentan la resiliencia, como enseñar que el cerebro es moldeable (neuroplasticidad).
Reemplazar frases como “no sos bueno en esto” por “aún no lo dominás”. Esto me hizo reflexionar en cómo se extiende a la imagen personal y la moda: si alguien piensa que “da igual lo que me ponga, total nadie me mira”, en estos casos, está reforzando su propia invisibilidad.
Entonces, ¿cómo la indefensión aprendida se cuela en tu armario?Para responder esta pregunta, vale analizar tres puntos donde nos podemos encontrar cierta identificación:
Rutina de derrota: Usar siempre lo mismo, sin atreverse a experimentar, es una forma de autosabotaje. “Total, ¿para qué?” piensan muchos, perpetuando su sensación de falta de control. Colores apagados: Los tonos oscuros o neutros pueden ser un escudo, pero también una jaula. El cerebro asocia los colores vibrantes con la energía y con la acción.Ropa que no nos representa: Vestir según lo que otros esperan, por ejemplo un trabajo aburrido, una familia crítica; en lugar de lo que uno desea, es una clara señal de resignación.Para romper con estos círculos, la buena noticia es que así como la ropa puede reflejar indefensión, también puede curarla. La psicología de la moda sostiene que cambiar nuestro exterior puede reprogramar nuestra mente. La ropa la utilizamos como recurso que literalmente te da poder. Verse mejor siempre ayuda a resolver problemas relacionados con la apariencia personal.
A pesar de que esto no es un gran misterio, algunas personas parecen tener ese talento natural, siempre están impecables, son atractivas y están vestidas de forma apropiada, mientras que otras tienen que esforzarse un poco más. La mentalidad y el lenguaje corporal pueden cambiar resultados, pero no se trata de “fingir” sino de practicar comportamientos deseados, porque además la mentalidad precede a alcanzar el objetivo. Estas habilidades se pueden aprender y con la práctica se vuelven más automáticas. ¿Por qué no decidirnos ahora a tomar el control y hacer que la ropa trabaje para nosotros?
A continuación, planteo estas estrategias:
Imitá la confianza hasta que sea real.Si te sentís impotente, probá vestirte como alguien que sí tiene el control.Un blazer estructurado, un color llamativo, un accesorio que llame la atención. Tu cerebro empieza a asociar tu imagen con la eficacia y tu actitud va a cambiar. Pequeños cambios, grandes revoluciones. No hace falta un guardarropa nuevo. Basta con un detalle: un pañuelo de color brillante, unos zapatos distintos, una camisa que no sea la de siempre. Estos pequeños actos de rebeldía estética te hacen recordar que tenés control sobre tu vida.La moda como ritual de autocuidado. Elegir conscientemente tu ropa cada mañana es un acto de autoafirmación. Es decir: “Hoy decido cómo mostrarme al mundo”. Combate directamente la pasividad de la indefensión.Para apoyar estos conceptos comparto la experiencia de casos reales de quienes de víctimas pasaron a ser protagonistas. En mi consulta, he visto clientes que, tras años de vestirse “como si no existieran”, empezaron a recuperar su poder con cambios simples:
Martina, 35 años, abogada, siempre usaba ropa dos talles más grande y sin gracia. Al empezar a usar prendas que le quedaban bien, dejó de encorvarse y esto la ayudó a conseguir el trabajo que quería. Juan Manuel, 28 años, se vestía solamente de negro porque “nadie lo veía”. Además, hay que hacer referencia a que hoy muchas personas solo visten de negro, con lo cual el entrono no colabora.Cuando incorporó una chaqueta azul, sus colegas empezaron a pedir su opinión en reuniones, cosa que antes no pasaba. ¿Casualidad? Por supuesto que no. Cuando la ropa calza bien y es atractiva, la apariencia personal se eleva y la confianza en uno mismo crece.
Tu ropa es tu armadura. La indefensión aprendida nos hace creer que no hay salida. Pero la moda es una herramienta, diría sin dudarlo, muy subestimada: puede ser la prisión que refuerza tu dolor o la llave que te libera. La próxima vez que elijas qué ponerte, recordá: no es solo un pedazo de tela, es un mensaje a tu cerebro.
La autora es asesora de imagen @danisa_bevcic